"Cada orquídea perdura, con la misma belleza, muchos días; como para
justificar el bello nombre que le dieron los incas: "huiña huayna"; es decir
siempre joven". Así perdura el recuerdo de don Aurelio Miró Quesada Sosa
(1907-1998) entre quienes lo conocimos y abrevamos de la incesante fuente de su
sensibilidad y sabiduría.
Periodista, poeta, investigador, ex director de nuestro Diario y reconocido
mundialmente como el mayor estudioso de la obra del Inca Garcilaso de la Vega,
su visión y amor por el Perú lo llevaron a comprender la importancia de la
conservación de la naturaleza, como se destaca en "Una breve historia de la
conservación en el Perú en el siglo XX" ("Recursos naturales, desarrollo y
conservación en el Perú", tomo IV de "La gran geografía del Perú", editada por
Manfer-Mejía Baca). Allí se menciona a Aurelio entre quienes "tuvieron un rol
destacado en la solución de los problemas ambientales peruanos [...] pensando, a
diferencia de tantos otros, que el país en que vivían merecía algo más que ser
explotado".
Lelo, como se lo conocía cariñosamente, recorrió nuestro país a lomo de mula,
por tren, barco, avión o automóvil. Fruto de ese peregrinar fue "Costa, sierra y
montaña" (1938), una monumental obra que nos ayuda a viajar junto a un hombre
cultísimo que describe paisajes y recuerda pasajes históricos y leyendas,
buscando respuestas en la diversidad cultural de nuestro territorio, en cada
resto arquitectónico, en cada huella del ayer.
Son incontables y trascendentales las páginas, artículos periodísticos,
ensayos y libros de interés para ecologistas y conservacionistas, pero poco es
lo que se ha ahondado en la mirada "verde" de Aurelio. Al hacerlo se descubre a
un mago, a un hechicero de las palabras, capaz de transportarnos hasta lugares
inimaginables para que sintamos los aromas, la tibieza, veamos los cambiantes
colores y seamos testigos respetuosos de una tradicional sesión de ayahuasca,
entre otras prácticas culturales.
El pasado 15 de mayo se recordó el aniversario 106 del nacimiento de este
brillante intelectual que, entre otras cosas, fue divulgador del ecoturismo. En
"Safari en el este de África" explica, por ejemplo, que "los animales salvajes
valen más vivos que muertos, que constituyen una atracción turística mundial y
por lo tanto una fuente ingente de divisas, y un valioso elemento para estimular
el orgullo nacional". Desde la literatura comprendió los complejos procesos
ecológicos del bosque amazónico donde "la naturaleza crea y devora al mismo
tiempo. [...] crea pero también destruye; daña, pero al mismo tiempo repara y
robustece. Y junto a las hierbas que envenenan o las plantas que irritan, el
instinto del hombre y la experiencia han hallado en los bosques el fino aceite
de andiroba, del que ya se decía hace tres siglos que no tiene precio para curar
heridas". Recuperar la mirada "verde" de Aurelio hará más grande y mejor a
nuestro país.
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