SÁBADO 13 DE febrero DEL 2016
Corría el año 331 a.C. cuando Alejandro Magno enrumbó al Oasis de Siwa, en el antiguo Egipto. Cruzó el candente desierto hasta alcanzar el ojo de agua donde se ubicaba el oráculo del dios Amon-Ra con el deseo de que el oráculo confirmase su ascendencia divina. A lo largo de los siglos y en las más distintas culturas, la gente se acercó a los oráculos para que pitonisas y videntes predijeran su futuro.
En el siglo XXI hay quienes siguen creyendo ciegamente en las predicciones de los lectores de cartas y de las palmas de las manos; otros en la certeza y exactitud de las encuestas. Las pitonisas contemporáneas se llaman encuestólogos y promueven lo que el autor mexicano Antonio López Limón llama “idiotocracia”.
La encuesta es apenas una fotografía del momento, ni más ni menos que del momento en que esta fue realizada, si acaso se hizo. En el 2011 todas las encuestas, todas, aseguraban que el actual alcalde limeño Luis Castañeda Lossio, ganaba en todos los escenarios. Resultado: ni siquiera pasó a segunda vuelta.
A menos de dos meses de las presidenciales, las encuestadoras pretenden hacernos creer que Julio Guzmán, el candidato de #LaGranContinuación -virtual desconocido para el Perú y sin partido institucionalizado- ha saltado diez puntos, en pocos días. De paso, han evaporado el voto duro del Apra y desinflado desfachatadamente al exministro PPK.
El autor mexicano Antonio Limón López recuerda que en 1860 Abraham Lincoln ganó la presidencia de los Estados Unidos cuando, precisamente, se decía que perdería. Ya entonces predecir ganadores era interesante para la gran prensa gringa.
Cuando en 1936 Franklin D. Roosevelt fue a la reelección compitiendo contra A. Landon, surgió una guerra paralela. Los protagonistas fueron George Gallup y el semanario The Literary Digest. Fue la primera vez que dos encuestas se miraron cara a cara.
Conocer la opinión pública es importante para empresarios y publicistas, pero el manoseo de las encuestas en tiempos preelectorales genera desconfianza.
La democracia debe ser sinónimo de libertad, debate y razonamiento y no estar contaminada con estrategias de control de la opinión pública porque eso es “idiotocracia”.
Para Limón López “La idiotocracia exige la concurrencia de expertos en las elecciones, estos expertos de la idiotocracia desde el anonimato libran la batalla, prescindiendo de los conceptos tradicionales: Política, ideas, ética y principios y así el elector deambula esclavizado a las ‘percepciones’ que le induzcan”.
No nos dejemos manipular por los mercaderes de porcentajes.