“Ollanta Humala no podría ser un demócrata aunque lo intentara”, escribió el periodista Gustavo Gorriti Ellenbogen en “Caretas” hace escasamente cinco años. Entonces, invocaba a votar por Alan García y no por “el piquichón del Orinoco”.
“Piquichón de Orinoco”, así llamaba Gorriti al candidato Humala por su cercanía al proyecto del “petrogorila” (léase Hugo Chávez, según el apodo que le endilgó). En aquellos tiempos, Gorriti afirmaba que no había que creerle a Humala por “su formación, su trayectoria, su base de apoyo organizado, sus múltiples puntos de contacto con el montesinismo, sus plurales analogías con Chávez”.
Hoy el periodista de Ideele Reporteros –prensa financiada entre otros por el especulador internacional George Soros– se ha convertido, tras la primera vuelta, en un simpático porrista del humalismo. Y con eso no solo pone en duda lo que dijo antes sino lo que afirma hoy. ¿A cuál Gorriti debemos o podemos creerle? ¿Al del 2006 o al recientemente converso y neocreyente del comandante (r) candidato?
“Sin Antauro no hay Ollanta. Antauro fue si se quiere la pista de despegue […]. Sin el trabajo previo que hizo Antauro, Ollanta no estaría en las elecciones”, sostuvo en nota publicada por agenciaperu.com. Aseguró, además, que el ‘andahuaylazo’ fue una estrategia política de Ollanta Humala y comentó que el manifiesto que pronunció desde Seúl era prueba inequívoca de su apoyo a tal levantamiento armado.
Frente a esas afirmaciones cabe mencionar que, por estos días, al periodista Jaime Bayly le ha llovido de todo. ¿Por qué? Simplemente por recordar el apoyo brindado por el actual candidato O. Humala al ‘andahuaylazo’, ese sangriento y antidemocrático episodio contra el gobierno de Alejandro Toledo que tuvo el lamentable saldo de cuatro policías asesinados. Entre las burdas mentiras con que se ataca a Bayly, por recordar lo que Gorriti y otros denunciaron y quieren que se olvide, están: el ser parte del inexistente plan Sábana, sicario mediático pagado por los mineros, entre varias otras falsedades que son, indudablemente, parte del guion de los asesores brasileños del comandante (r) candidato y del galán que engrosa el elenco de una película ya conocida: Alvarito Vargas Llosa.
Quienes se rasgan las vestiduras por la democracia se han convertido en los principales verdugos de la pluralidad y no tienen empacho en lapidar a quien opina distinto sobre el candidato con el que se han aconchabado. ¡Qué Dios nos coja confesados! Y esto que Bayly no ha hecho sino recordar algo que fue denunciado por don Gorriti Ellenbogen en el 2006, cuando esta cofradía de humalistas de última hora le hacía ascos al comandante (r).
“El presidente Toledo fue elegido democráticamente […] Quienes postularon sobre su vacancia fue gente del entorno fujimorista […] Tenía que hacerse a través de los mecanismos que la ley demanda: a través del Congreso […] Lo que se intentó hacer no fue una insurgencia sino un cuartelazo”, sostuvo a agenciaperú.com. Otra vez hay que preguntarse ¿a cuál Gorriti se le cree?
Hay un Gorriti que sostuvo: “Si bien en el campo de [Alan] García hay gente que ha tenido una relación cercana con el fujimorato, en el campo de Ollanta Humala hay gente que ha tenido una relación mucho más cercana con el montesinato”. Hay otro Gorriti que como buen converso tardío –tras la primera vuelta– es un fanático impenitente del comandante (r).
Ir de un extremo al otro tan repentinamente, sin duda, es lo que lo ha llevado a tratar de justificarse en su última nota de “Caretas”. “Todos cambiamos a lo largo de la vida. Cambia nuestro cuerpo con los años [ocasionalmente con los meses], cambia nuestra mente y, a veces, cambia el alma también. Pero, igual que con la gente, no todos los cambios son iguales y algunos sí que son espectaculares”. Espectacular es sin duda que el periodista haya mutado en escriba de aquel golpista al que consideraba un simple y llano “piquichón de Orinoco” por su chavismo y deslizaba que podía estar recibiendo dinero de ese gobierno tramposo. Sobre el supuesto distanciamiento del proyecto bolivariano afirmó: “Se han dado cuenta de que el abrazo de Chávez es asfixiante y letal para ellos. Lo que pasa es que el gorila del Orinoco no se puede contener. Humala es su candidato en el que ha invertido por lo menos afectos, no sé si algo más”.
El Comercio, 21 de mayo 2011