viernes, noviembre 27, 2009

¿Adiós al jugoso churrasco?

En qué se parece una vaca a un automóvil? Aunque la pregunta suene a chiste no lo es y su respuesta tampoco. Vacas y autos son grandes emisores de gases de efecto invernadero (GEI), responsables del cambio climático. En el caso del transporte es el dióxido de carbono, CO2. En el caso del ganado es el metano, un compuesto veinte veces más peligroso que el carbono. ¿Cómo se produce el metano? Pues nada más y nada menos que en los procesos digestivos. Para ponerlo en sencillo son las flatulencias del ganado. Si un activista “verde” nos cuenta todo esto, pensaríamos que se le zafó un tornillo. Si un vegetariano nos lo contara, sospecharíamos que está jalando agua para su molino. Pero si el perverso efecto de la ganadería sobre el medio ambiente es tocado por un personaje como Mark Bittman, impenitente y reconocido tragaldabas, crítico gastronómico de “The New York Times”, el asunto ya adquiere otros visos. Y es que la cosa no es de risa. Bittman comenta que “después de la producción energética, la ganadería es la segunda fuente de gases de efecto invernadero, por encima del transporte”.
El informe “La sombra alargada de la ganadería. Aspectos medioambientales y alternativas”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), señala que cerca de un quinto —18%— de las emisiones de GEI proceden de las vacas y sus consortes los toros. No le falta razón a Al Gore, ex presidente de Estados Unidos, Nobel de la Paz y principal vocero contra el cambio climático, al afirmar que “los vegetarianos son los mejores aliados del medio ambiente”. El crítico gastronómico Bittman ve como tendencia un acercamiento culinario a las plantas y la paulatina conversión hacia un semivegetarianismo, como menciona, “la carne afecta al ambiente, al clima y a nuestra salud cardiovascular”.
Grandes extensiones de bosques se pierden para habilitar espacio para el ganado. Millones de toneladas de cultivos como el maíz y la soya —que podrían alimentar directamente a la población— se usan para el engorde. Esto para no mencionar los millones de toneladas de peces triturados en harina también para engorde. Para muestra tenemos el caso de la anchoveta peruana, una extraordinaria fuente de proteínas y ácidos grasos esenciales pulverizada, no para alimentar a la población sino a los animales que indirectamente y a mayor precio, llegarán a las mesas como proteína de inferior calidad.
Bittman indica, además, que solo en Estados Unidos se sacrifican anualmente 10.000 millones de cabezas de ganado. Si todos esos cadáveres animales formaran una línea, esta iría hasta la Luna y volvería a la Tierra, cinco veces. Esa es la cantidad de animales que matamos en nombre de un antojo de jugoso y sangrante trozo de carne a la parrilla.
La FAO sostiene que la ganadería es una de las principales causas de degradación del suelo, de pérdida de biodiversidad (de 24 sistemas estudiados, 15 están severamente afectados), de deforestación y despilfarro y contaminación de las fuentes de agua dulce. Así las cosas, ser un carnívoro irredento es poco inteligente por cuestiones de salud y de conciencia “verde”. El jugoso churrasco, sin duda, dará paso a sabrosas parrillas de verduras de huerta, a multicolores y fragantes ensaladas porque la salud, hoy se sabe mejor que nunca, tiene forma de verdura y no cara u ojos de animal.
El Comercio, 21 de noviembre de 2009

La gran revolución de la energía limpia

MINISTRA PAULA LEHTOMAKI EN LIMA
Antes la gente hablaba del clima para iniciar una conversación. Digamos que de algún comentario climático debía fluir la charla. Pero eso fue en el siglo pasado, ahora hay mucho qué decir. “El cambio climático es una de las grandes amenazas que afronta el mundo moderno”, sostiene la ministra finlandesa de Medio Ambiente, Paula Lehtomaki, de visita en el Perú. Lehtomaki, prominente figura de la política de su país, arribó para participar en el III Congreso de Energías Renovables y Biocombustibles (Cober), junto con una delegación de empresarios, académicos, inversionistas y expertos en energías alternativas y ecotecnologías. Su visita estrecha más los lazos de amistad entre nuestros países y promueve las inversiones para enfrentar el cambio climático.
El clima ha dejado de ser “eso” que se miraba a través de la ventana para saber si nos poníamos una chompa o más bien una prenda ligera. El tema es hoy de preocupación mundial. Nunca como en el siglo XXI se ha sido tan consciente de lo “loco que anda el clima” y cómo nos afecta cotidiana y globalmente. Un frente frío fuera de temporada nos arruina las vacaciones veraniegas. También hace colapsar la floración en bosques y campos, lo que reduce drásticamente, por ejemplo, la cosecha de miel afectando la economía de miles de familias rurales y pequeñas empresas, a lo largo y ancho del país. Crece la pobreza en el campo y en las ciudades nos cuesta más encontrar miel para el yogur de la mañana.
El Gobierno de Finlandia, a través de su Instituto de Meteorología, capacitará a especialistas peruanos para que puedan predecir con mayor exactitud los cambios climáticos, lo que “redundará positivamente en la economía peruana, pues se podrá planificar más adecuadamente las actividades agrícolas, la producción hidroeléctrica y el transporte, entre otros”, explicó el embajador Pekka Orpana. Frente al actual escenario del cambio climático este tipo de cooperación resulta fundamental. Para la ministra Lehtomaki, tras el diálogo en la Cober III, ya “está en marcha una revolución industrial limpia mediante la utilización de energías renovables que son inagotables, no contaminan y crean cinco veces más puestos de trabajo que las fuentes convencionales”. Anunció que su gobierno invertirá desde el próximo año seis millones de euros (alrededor de nueve millones de dólares) en la ejecución de proyectos con energía limpia en el Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador.
El cambio climático es el gran desafío del siglo XXI. Un problema global que es reto y oportunidad. Empezar a revertir este proceso requiere de compromiso político, pero también de creatividad, de responsabilidad, de innovación tecnológica, de un cambio de conducta frente al medio que nos sustenta. Ya no va más un esquema “monoenergético” basado en los combustibles fósiles dándoles la espalda a las fuentes alternativas y amigables con el ambiente. Estamos frente a una gran revolución: el sol, el aire, el mar, las aguas termales, los ríos, son las fuentes de energía limpia que moverán este nuevo mundo que empezamos a dibujar.
El Comercio, 14 de noviembre de 2009