Al cumplirse el centenario de la creación de la Compañía Administradora del Guano, en 1909, para recuperar este tesoro natural depredado, saqueado y agotado, el Perú podría convertirse en un ejemplo internacional y líder regional en conservación de la biodiversidad marino-costera y sus ecosistemas. Todo depende, claro está, de nuestras más altas autoridades y su visión sobre el desarrollo sostenible, es decir el progreso real, el avance sin degradación y el crecimiento con continuidad en el tiempo.
Desde hace más de 7 años, la doctora Patricia Majluf impulsa la creación de un sistema de áreas marinas protegida que incluya la totalidad de islas y puntas guaneras, así como las 2 millas de mar adyacente. Un corredor que cubriría prácticamente todo el litoral peruano, desde La Libertad hasta Moquegua, protegiendo zonas esenciales para la supervivencia de lobos marinos, pingüinos, aves guaneras, delfines, ballenas y peces como la anchoveta de gran valor alimenticio (para humanos y mamíferos marinos), por no mencionar su importancia económica e industrial. Se trata también de sitios fundamentales para mantener las costumbres, religiosidad y el modo de vida de millares de familias de pescadores artesanales y marisqueros, entre otros.
“La Compañía Administradora del Guano creó el primer sistema de “áreas protegidas” en el Perú protegiendo las islas (...) Esta medida fue tan exitosa que en pocas décadas fue necesario crear islas artificiales —cercando penínsulas con muros de concreto— para aumentar el hábitat disponible de los más de 10 millones de aves que ya habían para entonces”, ha escrito Majluf, quien en el año 2006 recibió el premio Whitley de Oro a la conservación de la naturaleza, de manos de la princesa Ana de Inglaterra, en la Real Sociedad Geográfica de Londres.
El proyecto que lidera la especialista peruana fue seleccionado por un panel de expertos como el mejor y más necesario de concretar. Un merecido reconocimiento para quien desde hace 30 años ha consagrado su vida a la conservación e investigación en punta San Juan de Marcona, y contra viento y marea viene impulsando la creación de un extenso hábitat donde las criaturas del mar y los procesos ecológicos y evolutivos sean protegidos a perpetuidad. A estas alturas existe un proyecto de ley que solo espera la firma de las autoridades para entrar en vigor y convertir al Perú en ejemplo de conservación, por el bien de sus generaciones presentes y futuras.
Un país no es sino la suma de las buenas o malas intenciones de sus habitantes. Un país se forja sobre la base de la capacidad de sus autoridades para concretar, en aras del bien común, las iniciativas y proyectos germinados en la sociedad civil con fines diversos y positivos. Un país existe, subsiste y progresa en la medida en que sus gobernantes comprenden su responsabilidad de preservar los ecosistemas para el aprovechamiento económico, la investigación científica, el goce estético y espiritual de las futuras generaciones. Esperemos, pues, que pronto seamos los líderes regionales en protección marina y que nuestras autoridades den una clara señal de que están por encima de las veleidades pasajeras de la política y de los intereses de unos pocos.
Desde hace más de 7 años, la doctora Patricia Majluf impulsa la creación de un sistema de áreas marinas protegida que incluya la totalidad de islas y puntas guaneras, así como las 2 millas de mar adyacente. Un corredor que cubriría prácticamente todo el litoral peruano, desde La Libertad hasta Moquegua, protegiendo zonas esenciales para la supervivencia de lobos marinos, pingüinos, aves guaneras, delfines, ballenas y peces como la anchoveta de gran valor alimenticio (para humanos y mamíferos marinos), por no mencionar su importancia económica e industrial. Se trata también de sitios fundamentales para mantener las costumbres, religiosidad y el modo de vida de millares de familias de pescadores artesanales y marisqueros, entre otros.
“La Compañía Administradora del Guano creó el primer sistema de “áreas protegidas” en el Perú protegiendo las islas (...) Esta medida fue tan exitosa que en pocas décadas fue necesario crear islas artificiales —cercando penínsulas con muros de concreto— para aumentar el hábitat disponible de los más de 10 millones de aves que ya habían para entonces”, ha escrito Majluf, quien en el año 2006 recibió el premio Whitley de Oro a la conservación de la naturaleza, de manos de la princesa Ana de Inglaterra, en la Real Sociedad Geográfica de Londres.
El proyecto que lidera la especialista peruana fue seleccionado por un panel de expertos como el mejor y más necesario de concretar. Un merecido reconocimiento para quien desde hace 30 años ha consagrado su vida a la conservación e investigación en punta San Juan de Marcona, y contra viento y marea viene impulsando la creación de un extenso hábitat donde las criaturas del mar y los procesos ecológicos y evolutivos sean protegidos a perpetuidad. A estas alturas existe un proyecto de ley que solo espera la firma de las autoridades para entrar en vigor y convertir al Perú en ejemplo de conservación, por el bien de sus generaciones presentes y futuras.
Un país no es sino la suma de las buenas o malas intenciones de sus habitantes. Un país se forja sobre la base de la capacidad de sus autoridades para concretar, en aras del bien común, las iniciativas y proyectos germinados en la sociedad civil con fines diversos y positivos. Un país existe, subsiste y progresa en la medida en que sus gobernantes comprenden su responsabilidad de preservar los ecosistemas para el aprovechamiento económico, la investigación científica, el goce estético y espiritual de las futuras generaciones. Esperemos, pues, que pronto seamos los líderes regionales en protección marina y que nuestras autoridades den una clara señal de que están por encima de las veleidades pasajeras de la política y de los intereses de unos pocos.
El Comercio, 31/01/2009