Cae la nieve en Estocolmo mientras en el Callejón de Huaylas los glaciares de la Cordillera Blanca retroceden a ritmo acelerado por el calentamiento global.
En Estocolmo Mario Vargas Llosa es reconocido con el Nobel de Literatura al tiempo que el caos, la violencia y la destrucción se apoderan de Huaraz. Una protesta repudiable y que merece sanción y detrás de la cual, sin duda, están los grupos antisistema y desestabilizadores de siempre.
Los desmanes tienen como base la indignación por el permiso otorgado a la minera Chancadora Centauro para hacer 20 perforaciones exploratorias, una de ellas nada más y nada menos que a escasos 585 metros de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Huascarán, y otra a 845 metros de la laguna de Conococha.
Conococha es considerada cabecera de cuenca y por tanto está supuestamente protegida por ley. Abastece, además, a los ríos Santa, Pativilca y Fortaleza. Nada de lo cual ha sido considerado por el Ministerio de Energía y Minas, como tampoco el hecho de lo sensible de ese territorio de los Andes, espacio de glaciares y lagunas, reservas de agua dulce un recurso cada vez más escaso
En su discurso por el Nobel, “Elogio de la lectura y la ficción”, el escribidor afirmó que “La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan [...] La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez”.
En el caso que nos ocupa no se ha visto vocación de diálogo, las reacciones han sido tardías y evidente la falta de interés del Estado por tender puentes. Así el conflicto socioambiental de Áncash vendría a ser, dentro de la lógica vargallosiana, literatura de la peor y una reverenda estupidez.
Pedro Sánchez, Ministro de Energía y Minas, ha aclarado que la exploración no contaminará. Es verdad. “Lo que va hacer la empresa es una búsqueda de mineral y, luego de eso es que se entraría a una fase de un estudio de impacto ambiental para ver si el proyecto es factible”, ha dicho. ¿Y después, cuándo efectivamente se encuentre el mineral? El emprendimiento de Chancadora Centauro es desde su origen inviable porque no se alcanzará la necesaria licencia social.
Se está abriendo la puerta a un conflicto socioambiental de repercusión internacional que afectará innecesariamente nuestra imagen. Caray, ¿a quién se le ocurre autorizar la exploración minera en un área ecológicamente tan sensible como el Callejón de Huaylas, territorio de glaciares y centros arqueológicos como Chavín? Y por favor no se les ocurra preguntar por el ministro del Ambiente, Antonio Brack, quien no ha dicho esta boca es mía, ni lo dirá. Y es que a estas alturas ya no se sabe si el buen hombre es un espejismo, un sueño (más bien una pesadilla) un fantasma o un irresponsable sin la menor intención de jugársela por el medio ambiente.
En su discurso de Estocolmo Vargas Llosa se refirió a la crueldad y violencia de la conquista de América: “debemos criticarla –dijo– pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron [...]. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica”.
Esa misma autocrítica debemos aplicar cuando escribimos –o dejamos que otros escriban– una historia chueca, sin lógica ni razón.
En Estocolmo Mario Vargas Llosa es reconocido con el Nobel de Literatura al tiempo que el caos, la violencia y la destrucción se apoderan de Huaraz. Una protesta repudiable y que merece sanción y detrás de la cual, sin duda, están los grupos antisistema y desestabilizadores de siempre.
Los desmanes tienen como base la indignación por el permiso otorgado a la minera Chancadora Centauro para hacer 20 perforaciones exploratorias, una de ellas nada más y nada menos que a escasos 585 metros de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Huascarán, y otra a 845 metros de la laguna de Conococha.
Conococha es considerada cabecera de cuenca y por tanto está supuestamente protegida por ley. Abastece, además, a los ríos Santa, Pativilca y Fortaleza. Nada de lo cual ha sido considerado por el Ministerio de Energía y Minas, como tampoco el hecho de lo sensible de ese territorio de los Andes, espacio de glaciares y lagunas, reservas de agua dulce un recurso cada vez más escaso
En su discurso por el Nobel, “Elogio de la lectura y la ficción”, el escribidor afirmó que “La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan [...] La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez”.
En el caso que nos ocupa no se ha visto vocación de diálogo, las reacciones han sido tardías y evidente la falta de interés del Estado por tender puentes. Así el conflicto socioambiental de Áncash vendría a ser, dentro de la lógica vargallosiana, literatura de la peor y una reverenda estupidez.
Pedro Sánchez, Ministro de Energía y Minas, ha aclarado que la exploración no contaminará. Es verdad. “Lo que va hacer la empresa es una búsqueda de mineral y, luego de eso es que se entraría a una fase de un estudio de impacto ambiental para ver si el proyecto es factible”, ha dicho. ¿Y después, cuándo efectivamente se encuentre el mineral? El emprendimiento de Chancadora Centauro es desde su origen inviable porque no se alcanzará la necesaria licencia social.
Se está abriendo la puerta a un conflicto socioambiental de repercusión internacional que afectará innecesariamente nuestra imagen. Caray, ¿a quién se le ocurre autorizar la exploración minera en un área ecológicamente tan sensible como el Callejón de Huaylas, territorio de glaciares y centros arqueológicos como Chavín? Y por favor no se les ocurra preguntar por el ministro del Ambiente, Antonio Brack, quien no ha dicho esta boca es mía, ni lo dirá. Y es que a estas alturas ya no se sabe si el buen hombre es un espejismo, un sueño (más bien una pesadilla) un fantasma o un irresponsable sin la menor intención de jugársela por el medio ambiente.
En su discurso de Estocolmo Vargas Llosa se refirió a la crueldad y violencia de la conquista de América: “debemos criticarla –dijo– pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron [...]. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica”.
Esa misma autocrítica debemos aplicar cuando escribimos –o dejamos que otros escriban– una historia chueca, sin lógica ni razón.
El Comercio, 11 de diciembre de 2010