SÁBADO 19 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
LA MALDICIÓN DEL VOTO
Estamos como estamos porque para postular a la presidencia no se necesita haber pasado por el colegio, saber leer y escribir ni sumar y restar, tampoco haber destacado en alguna labor, empresa, inversión o cualquier asunto que permita diferenciar al capaz del mediocre holgazán.
Así las cosas, un analfabeto sin conocimiento del idioma castellano puede candidatear. De hecho, los únicos requisitos son haber nacido en Perú, tener huella digital (lo que cubre la exigencia de contar con D.N.I.), y ser mayor de 35 años. En el caso de los congresistas es lo mismo, pero peor: peruano, huella digital (o sea D.N.I.) y 25 años de edad. Así, miles de jóvenes peruanos, decentes, exitosos, con inteligencia superior al promedio, políglotas, conocedores del Perú y millonarios por mérito propio, no podrán ser congresistas por tener 23 años, digamos. A contramano se permite que chape su curul cualquier ignorante, alcohólico, drogadicto o desequilibrado mental.
Solo a los ministros se les exige título universitario (que tampoco significa mucho, a veces). Por eso miran desdeñosos a buena parte de los congresistas (por lo general sin estudios superiores completos y nulo conocimiento de la problemática nacional, salvo honrosas y escasas excepciones).
A tamaña mazamorra los peruanos llamamos democracia. No sé si en Chile o Finlandia lo que aquí padecemos califique como tal.
La democracia –dicen- es la mejor forma de gobierno de la humanidad para gobernarse. El filósofo griego Platón, considerado su “padre”, la llamó “un gobierno del pueblo” (de un pueblo que como el suyo veía bien la esclavitud). Para su discípulo Aristóteles era “el gobierno de los más”. ¿Será?
La democracia peca al otorgarle el triunfo a la mayoría, aunque esta esté equivocada.
El genial Isaac Asimov (1920-1992) escribió el cuento “Sufragio Universal” (“Franchise”, en inglés). En él narra cómo la gran computadora Multivac toma la mayoría de las decisiones requeridas en Estados Unidos, las mejores, y descifra quién es el votante perfecto para el país, el único con derecho a elegir.
Hasta construyan una Multivac criolla, hagámonos un favor: que los candidatos pasen pruebas de conocimiento, lógico-matemáticas, de comprensión lectora y profundos exámenes psicológicos y de uso de sustancias prohibidas.
Exijamos que quienes apliquen para el D.N.I., pasen un test de cociente intelectual. Nadie por debajo de los 100 puntos de inteligencia (eso es bajo) debería votar. Le tocará a los buenos gobernantes educar a los electores, garantizar la adecuada nutrición desde la primera infancia, para el desarrollo de todo el potencial intelectual de los peruanos.
Políticamente incorrecto no creer en este voto universal de mayorías desnutridas, desinformadas y manipuladas. Sí ¿Y?