El mejor filtro de aire para el hogar es de color verde, no consume energía eléctrica, es barato, natural, alegra el ambienta, tranquiliza el espíritu y es “marca” planta. Palmeras hawaianas (“Chrysalidocarpus lutescens”), dentro de la casa, tienen mucho de decorativo, pero bastante más de inteligente y saludable, pues nos permiten “cultivar” aire limpio.
Las plantas —unas más que otras— producen oxígeno fresco y liberan el ambiente doméstico de tóxicos e irritantes, protegiéndonos de alergias, malestares y enfermedades. Son buenas aliadas contra el síndrome del “edificio enfermo”. ¿Qué es eso?, simplemente el conjunto de factores que convierten a un determinado espacio en negativo para sus ocupantes. En 1984 la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que lo padecen hasta 30% de las construcciones, nuevas y remodeladas, por la pésima calidad del aire en su interior. ¿Las razones? Ventilación inapropiada, materiales sintéticos y contaminantes. ¿Síntomas en las personas? Dolores de cabeza, anemias, cánceres, cataratas, humor alterado, anorexia, irritaciones de piel y ojos, y más.
Kamal Meattle, científico de la India, ha detectado tres “estrellas verdes” que no deben faltar en el hogar, oficinas y escuelas terrícolas: la palmera hawaiana o palmera bambú (recomendada para las salas por su alta oxigenación), la “Sansevieria trifasciata” (semejante a espadas y útil en el dormitorio por su actividad oxigenadora nocturna) y la trepadora “Epipremnum aureum”, de hojas acorazonadas verdes con pinceladas de amarillo y blanco (atrapa compuestos tóxicos volátiles). Las tres han sido testeadas, por 15 años, en lo que el Gobierno de la India considera el “edificio más saludable de Nueva Delhi”: el Centro de Negocios Paharpur. Allí 1.200 plantas producen aire puro para 300 trabajadores.
¿Resultados? Crecimiento de la productividad y la creatividad, 1% más de oxigenación en la sangre al salir de trabajar, reducción de 52% de casos de irritación de ojos, 24% menos de dolores de cabeza y alergias respiratorias.
Ya en 1989, una investigación de la agencia espacial NASA dio luces sobre el papel de las plantas de interior, revelando que algunas no solo transforman en oxígeno el dióxido de carbono (uno de los gases promotores del calentamiento global) sino que remueven, hasta en 87%, tóxicos volátiles como el benceno, el formaldehído y el tricloroetileno. El benceno es un irritante y mutagénico (deforma a niños por nacer), liberado por las fibras sintéticas, pinturas, plásticos, solventes, detergentes, gasolina, entre otros. ¿Solución de la NASA? Crisantemo. El formaldehído, vinculado al cáncer de garganta, procede de los aglomerados de madera, toallas de papel, resinas, insumos de limpieza, gas, kerosene y humo de cigarrillo ¿Solución? Azalea y la Sansevieria (una de las tres plantas estrella).
El cancerígeno tricloroetileno, usado como solvente y desengrasante, tiene también en el crisantemo a su filtro.
El estudio de la NASA, encabezado por el doctor B.C. “Billy” Wolvertone (hoy consultor para soluciones fitoecológicas empresariales), recomendaba 17 plantas. Para 1996 Wolvertone brindó un nuevo dato: las plantas son aliadas del buen rendimiento y comportamiento escolar. Está visto que las plantas nos ayudan a estar mejor y a ser mejores. Por cierto, ¿qué esperamos parar correr a un vivero?
Las plantas —unas más que otras— producen oxígeno fresco y liberan el ambiente doméstico de tóxicos e irritantes, protegiéndonos de alergias, malestares y enfermedades. Son buenas aliadas contra el síndrome del “edificio enfermo”. ¿Qué es eso?, simplemente el conjunto de factores que convierten a un determinado espacio en negativo para sus ocupantes. En 1984 la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que lo padecen hasta 30% de las construcciones, nuevas y remodeladas, por la pésima calidad del aire en su interior. ¿Las razones? Ventilación inapropiada, materiales sintéticos y contaminantes. ¿Síntomas en las personas? Dolores de cabeza, anemias, cánceres, cataratas, humor alterado, anorexia, irritaciones de piel y ojos, y más.
Kamal Meattle, científico de la India, ha detectado tres “estrellas verdes” que no deben faltar en el hogar, oficinas y escuelas terrícolas: la palmera hawaiana o palmera bambú (recomendada para las salas por su alta oxigenación), la “Sansevieria trifasciata” (semejante a espadas y útil en el dormitorio por su actividad oxigenadora nocturna) y la trepadora “Epipremnum aureum”, de hojas acorazonadas verdes con pinceladas de amarillo y blanco (atrapa compuestos tóxicos volátiles). Las tres han sido testeadas, por 15 años, en lo que el Gobierno de la India considera el “edificio más saludable de Nueva Delhi”: el Centro de Negocios Paharpur. Allí 1.200 plantas producen aire puro para 300 trabajadores.
¿Resultados? Crecimiento de la productividad y la creatividad, 1% más de oxigenación en la sangre al salir de trabajar, reducción de 52% de casos de irritación de ojos, 24% menos de dolores de cabeza y alergias respiratorias.
Ya en 1989, una investigación de la agencia espacial NASA dio luces sobre el papel de las plantas de interior, revelando que algunas no solo transforman en oxígeno el dióxido de carbono (uno de los gases promotores del calentamiento global) sino que remueven, hasta en 87%, tóxicos volátiles como el benceno, el formaldehído y el tricloroetileno. El benceno es un irritante y mutagénico (deforma a niños por nacer), liberado por las fibras sintéticas, pinturas, plásticos, solventes, detergentes, gasolina, entre otros. ¿Solución de la NASA? Crisantemo. El formaldehído, vinculado al cáncer de garganta, procede de los aglomerados de madera, toallas de papel, resinas, insumos de limpieza, gas, kerosene y humo de cigarrillo ¿Solución? Azalea y la Sansevieria (una de las tres plantas estrella).
El cancerígeno tricloroetileno, usado como solvente y desengrasante, tiene también en el crisantemo a su filtro.
El estudio de la NASA, encabezado por el doctor B.C. “Billy” Wolvertone (hoy consultor para soluciones fitoecológicas empresariales), recomendaba 17 plantas. Para 1996 Wolvertone brindó un nuevo dato: las plantas son aliadas del buen rendimiento y comportamiento escolar. Está visto que las plantas nos ayudan a estar mejor y a ser mejores. Por cierto, ¿qué esperamos parar correr a un vivero?
El Comercio, 31 de octubre de 2009