El barón Alexander von Humboldt (1769-1859) volvió a Europa de su viaje al
Nuevo Mundo, el 3 de agosto de 1804. Durante cuatro años recorrió los más
diversos parajes de un territorio cuyos mapas estaban inconclusos. Para entonces
ya era reconocido como el "descubridor científico de América", pero pasó buen
tiempo para que su huella en el arte, especialmente en la pintura, fuera
aceptada. Humboldt fue ciertamente creador del "arte científico", pero hizo algo
mucho mayor: sentó las bases del "paisajismo" un nuevo género pictórico. En
"Cosmos" escribe: "¿Por qué no ha de ser fundada nuestra esperanza de que
florezca la pintura paisajística, con un esplendor hasta ahora jamás visto?".
Emprendió su viaje por América en 1799 y hasta 1804 atravesó exuberantes
bosques, extensos desiertos, remontó las heladas alturas de los Andes, sorteó
precipicios y navegó ríos tumultuosos. Descubrió nuevas especies de flora y de
fauna. Admiró por primera vez -desde las estribaciones andinas peruanas- el mar
del sur, el Océano Pacífico, que desde muy niño quiso conocer. Midió la
temperatura de esas aguas y determinó la existencia de la corriente fría que
lleva su nombre. Siempre maravillado, siempre acompañado por su gran amigo, el
botánico francés Bonpland.
Leer sus descripciones científicas es comprender su sensibilidad, es
descubrir su capacidad para convertir las palabras en imágenes tan potentes que
logran recrear mundos ante nuestros ojos. Pocos como él supieron convertir en
poesía las frías anotaciones científicas: "Altas palmas que balancean sus hojas
en forma de plumas poderosas, onduladas sobre un matorral de heliconias y
bananeros, [...] qué objetos más pictóricos para el pincel de un artista
sensible", escribe.
El viaje a América lo marcó, de hecho toda su obra posterior fue dedicada a
divulgar las riquezas del nuevo continente. Quería que sus lectores literalmente
"vieran" América, así que buscó a pintores e ilustradores para que sus palabras
estuvieran acompañadas por imágenes. En su estudio del paisaje "Vista de las
cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América" (1810), propone un
nuevo modelo que es seguido por los artistas. Por Humboldt el paisaje dejó de
ser el telón de fondo de las expresiones religiosas, de las estampas
costumbristas y de las batallas; no fue más escenario y trasfondo sino elemento
central. Y no dudó en dar instrucciones y apoyar a los pintores viajeros
(Bellermann, Rugendas y Hildebrandt). Su magnífica obra científica inspiró,
además, a diversos artistas europeos a cruzar el Atlántico para contemplar la
tierra nueva y encontrar en ella inspiración .
Es innegable que el cine tiene también una deuda con la visión humboldtiana
que hermanó arte y ciencia, que enseñó a mirar la vida natural en su conjunto:
en esa visión está el espíritu fundacional del género documental sobre la
naturaleza.
El Comercio, 03 de agosto de 2013
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