La notable bióloga norteamericana Lynn Margulis (1938-2011) tiró por los suelos la teoría de la evolución de Charles Darwin (1809-1882) basada en la “competencia”; a contra mano de ese científico inglés, Margulis demostró que la evolución estaba más bien fuertemente ligada a la simbiosis, es decir a la cooperación, interacción y dependencia mutua entre los organismos. En 1986 junto a su esposo Carl Sagan sacudió a la élite científica afirmando: “la vida no conquistó el planeta combatiendo, sino por trabajar unidos”.
Recordar algo de biología le vendría bien a nuestra clase política aparentemente convencida de que gobernar pasa por confrontar y leer “El Arte de la Guerra”, una obra de tiempos precristianos cuyo autor es el chino Sun Tzu y da consejos para ganar toda guerra. La pregunta es ¿a quién y qué quieren ganar? ¿Acaso, solo las próximas elecciones? ¿Y nosotros, la gente de a pie, bien gracias?
Tras hacerse del poder, con maña o limpiamente, lo que toca es gobernar y eso no pasa porque las fuerzas políticas gasten músculo midiéndose entre sí; se trata de adaptarse, interactuar y cooperar para asegurar la supervivencia del sistema democrático en beneficio de la sociedad. En ese andar unos querrán mostrar dientes, otros garras y algunos otros velocidad; y eso está bien, pero si impide que sirvan al pueblo que los eligió se desatará el conflicto, la pérdida de legitimidad y el desorden.
Simbiosis es un término usado en biología para referirse a la “asociación de individuos animales o vegetales de distintas especies que sacan provecho de la vida en común”, en general simbiosis define todo tipo de asociación en la que los integrantes se benefician los unos de los otros. Cuando solo una de las partes se beneficia estamos ante una relación parasitaria.
En la sociedad se dan relaciones simbióticas que existen desde siempre y otras que se han ido estableciendo porque contribuyen con la supervivencia de la especie: entre esposo y esposa, entre empleador y empleados y muchas más: como las de la clase política y la población, que serán positivas y armoniosas solo si la colectividad es beneficiada.
La política parasitaria es perversa, enferma a la sociedad y socava la legitimidad del sistema democrático. ¿Y esto a qué iba…? A la tamaña estupidez perpetrada por el Ejecutivo y el Congreso el jueves último. Arreglen su zafarrancho de una vez. ¡Gracias!
Martha Meier M.Q.Expreso, 16 de setiembre de 2017