El gobierno necesita llegar a un entendimiento con los maestros para terminar con la huelga magisterial atascada por el tema de las evaluaciones.
No proponemos que el gobierno ceda, sino plantear un punto medio: evaluar a los profesores nuevos, a aquellos que recién empiezan su carrera; desarrollar capacitaciones y pruebas acordes a la realidad social, cultural y geográfica de nuestro país y, además, garantizar la excelencia de las universidades que imparten la carrera de docencia.
A estas alturas de la más larga y potente huelga magisterial de las últimas décadas no tiene sentido insistir en evaluar a todos los profesores, menos aún a los que llevan décadas enseñando y que están a las puertas de la jubilación. No resulta lógico, tampoco, usar una prueba estandarizada en un país tan diverso como el Perú porque no es lo mismo enseñar en un colegio de Villa El Salvador que en el caserío El Prado de Madre de Dios o de Usquil, en Otuzco, La Libertad.
Cada día sin resolver esta huelga, los sectores del comunismo extremo del SUTEP se fortalecen. El analista Santiago Pegraglio ha escrito: “Patria Roja, se ha debilitado y se han fortalecido liderazgos más radicales, que incluso serían cercanos al (o del) Movadef, así como líderes independientes o de viejas agrupaciones de izquierda como Puka Llacta…”, o sea otras caras de Sendero Luminoso.
Los maestros son los principales encargados de forjar a los niños y adolescentes y con ello a la sociedad del futuro. La educación de calidad es un derecho fundamental y ésta pasa por contar con personal altamente calificado y bien remunerado.
Reprimir a los profesores, golpearlos y lanzar agua con “rochabus” en este invierno tan frío, aleja la posibilidad de un entendimiento a largo plazo. Más allá de las evaluaciones punitivas deberían proponerse bonos de reconocimiento, recompensa antes que castigo.
Una buena señal sería proponer partidas especiales para los buenos maestros que enseñan en las escuelas más pobres, quienes inclusive usan sus propios bajos recursos para comprar panes y otros alimentos para ayudar a sus alumnos –muchos de ellos anémicos- a soportar la jornada escolar.
Al maestro hay que tratarlo con cariño, y a los elementos comprobadamente radicales y radicalizantes separarlos antes que después.
El firme respaldo a los maestros del Perú es la mejor manera de solucionar esta huelga. Hablarles mirándolos a los ojos, también. ¡De nada, señora ministra Martens!
Martha Meier M.Q.
Expreso, 26 de agosto de 2017