No hay duda, tenemos un Papa ecologista. ¿Lo acusarán también de rojo y comunista? Benedicto XVI ha inaugurado el 2010 reforzando su posición sobre la conservación ambiental. No en vano se le conoce ya como el Papa “verde”. Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, para el primer rezo del Ángelus del nuevo año dijo: “Todos somos responsables de la protección y el cuidado de lo creado”.
El sacerdote Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, ha reconocido en diferentes medios de prensa la sincera preocupación del Sumo Pontífice por la cuestión ecológica. “Sus pronunciamientos sobre la protección del medio ambiente, y la salvaguarda de la creación, son frecuentes, y podemos decir casi continuos”, comenta Lombardi. Y esto es muy cierto. Pero mucho más cierto es que el papa Ratzinger, como buen alemán, no es hombre de quedarse en el discurso, sus palabras se transforman en acciones y en ejemplo.
Thomas J. Reese, S.J., académico del Centro Teológico de la Universidad de Georgetown y columnista del “Washington Post”, informó cómo el Papa hizo instalar paneles solares de alta tecnología en los techos del Vaticano para generar electricidad. “También ha hecho del Vaticano el primer estado neutral en emisiones de CO2, a través de la reforestación de bosques que compensan sus emisiones”, informa Reese. Mientras Mark Hopkins, director de política energética de la Fundación de las Naciones Unidas, sostiene: “Están haciendo lo que algunos solo dicen que hay que hacer y lo están haciendo de manera importante”.
Recordemos que ya en su encíclica “Caritas in veritate” (Caridad en la verdad) el Papa se refiere a la explotación de los recursos no renovables y la justicia hacia los pueblos más pobres, al consumo de la energía y la búsqueda de fuentes alternativas, así como la relación entre ecología y respeto a la vida. En la víspera de la inauguración de la cumbre sobre cambio climático en Copenhague, COP-15, pidió una conducta responsable con el medio ambiente y favorable para “un desarrollo solidario, fundado en la dignidad de la persona humana y orientado hacia el bien de todos”.
Ahora en el primer día del año nos ha recordado que “el mundo es nuestra casa común y debemos respetarla”. El Papa “verde” insistió en que la justicia y la sabiduría sustenten el uso los recursos naturales. Enfatizó el rol que le toca a la sociedad en el cuidado del ambiente asumiendo un nuevo estilo de vida, más austero y solidario. Dijo que la armonía y la paz deben imperar en el mundo. “Si debemos cuidar a las criaturas que nos rodean —señaló—, ¡cuán mayor consideración debemos tener por las personas, nuestros hermanos y nuestras hermanas y la vida humana!”. Pidió a los grupos armados de cualquier tipo: “parad, reflexionad y ¡abandonad la vía de la violencia!”.
Ojalá que el discurso y la acción de nuestro Papa “verde” cale en los líderes del planeta e influya en las decisiones de quienes dirigen —a veces tan mal— los destinos de nuestra patria.
El sacerdote Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, ha reconocido en diferentes medios de prensa la sincera preocupación del Sumo Pontífice por la cuestión ecológica. “Sus pronunciamientos sobre la protección del medio ambiente, y la salvaguarda de la creación, son frecuentes, y podemos decir casi continuos”, comenta Lombardi. Y esto es muy cierto. Pero mucho más cierto es que el papa Ratzinger, como buen alemán, no es hombre de quedarse en el discurso, sus palabras se transforman en acciones y en ejemplo.
Thomas J. Reese, S.J., académico del Centro Teológico de la Universidad de Georgetown y columnista del “Washington Post”, informó cómo el Papa hizo instalar paneles solares de alta tecnología en los techos del Vaticano para generar electricidad. “También ha hecho del Vaticano el primer estado neutral en emisiones de CO2, a través de la reforestación de bosques que compensan sus emisiones”, informa Reese. Mientras Mark Hopkins, director de política energética de la Fundación de las Naciones Unidas, sostiene: “Están haciendo lo que algunos solo dicen que hay que hacer y lo están haciendo de manera importante”.
Recordemos que ya en su encíclica “Caritas in veritate” (Caridad en la verdad) el Papa se refiere a la explotación de los recursos no renovables y la justicia hacia los pueblos más pobres, al consumo de la energía y la búsqueda de fuentes alternativas, así como la relación entre ecología y respeto a la vida. En la víspera de la inauguración de la cumbre sobre cambio climático en Copenhague, COP-15, pidió una conducta responsable con el medio ambiente y favorable para “un desarrollo solidario, fundado en la dignidad de la persona humana y orientado hacia el bien de todos”.
Ahora en el primer día del año nos ha recordado que “el mundo es nuestra casa común y debemos respetarla”. El Papa “verde” insistió en que la justicia y la sabiduría sustenten el uso los recursos naturales. Enfatizó el rol que le toca a la sociedad en el cuidado del ambiente asumiendo un nuevo estilo de vida, más austero y solidario. Dijo que la armonía y la paz deben imperar en el mundo. “Si debemos cuidar a las criaturas que nos rodean —señaló—, ¡cuán mayor consideración debemos tener por las personas, nuestros hermanos y nuestras hermanas y la vida humana!”. Pidió a los grupos armados de cualquier tipo: “parad, reflexionad y ¡abandonad la vía de la violencia!”.
Ojalá que el discurso y la acción de nuestro Papa “verde” cale en los líderes del planeta e influya en las decisiones de quienes dirigen —a veces tan mal— los destinos de nuestra patria.
El Comercio, 02 de enero de 2010