En términos prácticos las distancias separan a los países.
En ese sentido Finlandia estaría a medio mundo del Perú, más o menos donde Papá Noel perdió su gorro rojiblanco o al último de sus renos. Y decimos “estaría”, así en condicional, porque las apariencias engañan.
El país de los 190.000 lagos y hermosos bosques boreales, el de las responsabilidades compartidas como base de los derechos, el líder en competitividad y ecoinnovación —donde la corrupción es prácticamente una mala palabra—, el del sistema educativo insuperable, está bastante más cerca del Perú de lo que señalan los mapas.
Hasta podríamos decir que —por empatía, intereses comunes y confianza— más cercano que a algunos de nuestros limítrofes.
Un abanico de proyectos conjuntos, su permanente colaboración y la cooperación diluyen, como por arte de magia, miles de kilómetros y hacen de Suomi (nombre en su propio idioma) un extraordinario y muy cercano “vecino”, socio estratégico fundamental en conservación ecológica.
Biodamaz, por ejemplo, es un exitoso proyecto de diversidad biológica en la región amazónica peruana. Manejado conjuntamente por las universidades de Turku y de la Amazonía, así como por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), ha aliviado la pobreza en la zona, conservando el bosque, reforzando capacidades descentralizadoras y regularizando la propiedad comunal.
En los próximos días arribará Paula Lehtomaki, ministra del Medio Ambiente finlandesa.
En el 2006, como ministra de Comercio Exterior y Desarrollo, visitó Iquitos para ver de cerca Biodamaz.
Lehtomaki es una profesional sinceramente preocupada por la cuestión ambiental y por que se cumpla lo consignado en la sección 20 de su Constitución: “La naturaleza y su biodiversidad, el medio ambiente y el patrimonio nacional son responsabilidad de todos. Las autoridades públicas deben agotar esfuerzos para garantizar a todos el derecho a un ambiente sano y la posibilidad de influir las decisiones concernientes al propio ambiente donde viven”.
En un discurso pasado, Lehtomaki recordó que “la historia de Finlandia está íntimamente relacionada con la naturaleza, la responsabilidad y uso sostenible del ambiente. El bienestar y la prosperidad de Finlandia se apoyan en el uso sostenible de los recursos naturales”.
A estas alturas está claro que tenemos mucho que aprender de esta nación del sol de medianoche en verano y de las interminables noches invernales.
Hace más de 100 años, su Parlamento fue el primero del mundo en reconocer el derecho de las mujeres a elegir y a ser elegidas. Ahora se proponen ser, para el 2025, una de las naciones más ecoeficientes y competitivas del globo.
Hoy por hoy el Índice de Prosperidad Legatum (LPI) considera a Finlandia en primer lugar por: fundamentos económicos, emprendedores, innovación, instituciones democráticas, educación, salud, protección, seguridad, gobernabilidad, libertad personal y capital social.
Este índice mide también la felicidad y calidad de vida. Otra medición pone a Helsinki, la ciudad capital, a la cabeza de las más habitables del planeta. ¿Podremos copiar todo esto? No estaría nada mal, ¿eh?
En ese sentido Finlandia estaría a medio mundo del Perú, más o menos donde Papá Noel perdió su gorro rojiblanco o al último de sus renos. Y decimos “estaría”, así en condicional, porque las apariencias engañan.
El país de los 190.000 lagos y hermosos bosques boreales, el de las responsabilidades compartidas como base de los derechos, el líder en competitividad y ecoinnovación —donde la corrupción es prácticamente una mala palabra—, el del sistema educativo insuperable, está bastante más cerca del Perú de lo que señalan los mapas.
Hasta podríamos decir que —por empatía, intereses comunes y confianza— más cercano que a algunos de nuestros limítrofes.
Un abanico de proyectos conjuntos, su permanente colaboración y la cooperación diluyen, como por arte de magia, miles de kilómetros y hacen de Suomi (nombre en su propio idioma) un extraordinario y muy cercano “vecino”, socio estratégico fundamental en conservación ecológica.
Biodamaz, por ejemplo, es un exitoso proyecto de diversidad biológica en la región amazónica peruana. Manejado conjuntamente por las universidades de Turku y de la Amazonía, así como por el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), ha aliviado la pobreza en la zona, conservando el bosque, reforzando capacidades descentralizadoras y regularizando la propiedad comunal.
En los próximos días arribará Paula Lehtomaki, ministra del Medio Ambiente finlandesa.
En el 2006, como ministra de Comercio Exterior y Desarrollo, visitó Iquitos para ver de cerca Biodamaz.
Lehtomaki es una profesional sinceramente preocupada por la cuestión ambiental y por que se cumpla lo consignado en la sección 20 de su Constitución: “La naturaleza y su biodiversidad, el medio ambiente y el patrimonio nacional son responsabilidad de todos. Las autoridades públicas deben agotar esfuerzos para garantizar a todos el derecho a un ambiente sano y la posibilidad de influir las decisiones concernientes al propio ambiente donde viven”.
En un discurso pasado, Lehtomaki recordó que “la historia de Finlandia está íntimamente relacionada con la naturaleza, la responsabilidad y uso sostenible del ambiente. El bienestar y la prosperidad de Finlandia se apoyan en el uso sostenible de los recursos naturales”.
A estas alturas está claro que tenemos mucho que aprender de esta nación del sol de medianoche en verano y de las interminables noches invernales.
Hace más de 100 años, su Parlamento fue el primero del mundo en reconocer el derecho de las mujeres a elegir y a ser elegidas. Ahora se proponen ser, para el 2025, una de las naciones más ecoeficientes y competitivas del globo.
Hoy por hoy el Índice de Prosperidad Legatum (LPI) considera a Finlandia en primer lugar por: fundamentos económicos, emprendedores, innovación, instituciones democráticas, educación, salud, protección, seguridad, gobernabilidad, libertad personal y capital social.
Este índice mide también la felicidad y calidad de vida. Otra medición pone a Helsinki, la ciudad capital, a la cabeza de las más habitables del planeta. ¿Podremos copiar todo esto? No estaría nada mal, ¿eh?
El Comercio, 07 de noviembre de 2009