La corrupción brasilera exportada a la región es una estrategia geopolítica del comunista Foro de Sao Paulo. La corrupción brasilera intenta invadirnos política, moral e ideológicamente. La corrupción brasilera ha generado una crisis de gobernabilidad y desconfianza en las instituciones democráticas, empresas, medios de comunicación y la economía de mercado.
Las constructoras brasileras digitadas por el comunista Foro de Sao Paulo, FSP, son los bandeirantes del siglo XXI. Intentaron –y lo seguirán haciendo- expandirse e invadir a las empresas privadas de la región con su mala praxis. Repiten la historia del siglo XVI cuando los hombres partían de Sao Paulo de Piratininga (Sao Paulo) adentrándose en los indómitos territorios sudamericanos para ampliar las fronteras del reino de Portugal mucho más allá de lo establecido en el Tratado de Torsedillas; hoy pisotearon toda ley coludidos con malos empresarios.
En 1990 el tiranosaurio-‘red’ Fidel Castro y Luiz Inacio ‘Lula’ da Silva, entonces líder sindical, trotskista del Partido de los Trabajadores y fallido candidato presidencial en 1989, crearon el FSP: “para reunir esfuerzos de [la] izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en [la región]”. En resumen: tirarse abajo a la democracia, al sistema de partidos y a la economía de libre mercado.
El FSP reúne a la vieja y zorra izquierda disfrazada de demócrata e intenta imponernos su agenda globalizante: ataca a la familia (base del Estado-nación), propicia anti-comunidades (para categorizar y polarizar a los ciudadanos), pone y saca presidentes e imponer la corrupción para deslegitimar al sector privado. Lula y la inteligencia cubana maquinaron esto, para expandir su proyecto geopolítico. Según cálculos para ganar 10 dólares los empresarios -locales con los brasileros- sobornaban a alguna autoridad con 1 dólar, en una "carrousel" interminable.
La gran desgracia del Perú es que la ley trata con guante blanco al empresario corrupto, y salva de toda responsabilidad a los auditores externos. Otra sería la historia si algún Auditor Externo va preso por no evaluar la potencial corruptela en la empresa que los contrata.
Los sobornos de las empresas brasileras tuvieron la intención de inocularnos el proyecto castro-chavista, es decir el marxismo-leninismo, el comunismo. El destape de la corrupción generó crisis de gobernabilidad, tambaleo del país, desconfianza generalizada ante las instituciones democráticas y las propias empresas. ¿No es eso el sueño de todo comunista?
Martha Meier M.Q.
Expreso, 06 de mayo de 2017