El gobierno pepekausa propició la salida de Julia Príncipe, hoy ex presidenta del Consejo de Defensa Jurídica del Estado (CDJE), tras que se destituyera a Katherine Ampuero, procuradora ad hoc del Caso Odebrecht. Ampuero pidió investigar al presidente Pedro Pablo Kuczynski y logró congelar los activos de Odebrecht para evitar que vendan, se vayan y nos paguen un sencillito como indemnización, esto mientras nada se decide.
El jueves PPK justificó el alejamiento de Ampuero: [ella] “pensó que su papel era ser un fiscal [cuando] es defender los intereses del Estado. Eso quiere decir evitar la corrupción. En mi caso me denunció en base a un testimonio de alguien en Nueva York, en Queens”, dijo a Caretas. A ver: lo de Queens no es un testimonio son transferencias bancarias que vincularían a PPK con Odebrecht; algo que debiera al menos aclararse.
Como ministro del Alejandro Toledo, PPK le reabrió las puertas a Odebrecht para contratar con el Estado y firmó la Ley N° 28670 (2006) que le permitió adjudicarse tres obras entre ellas las IIRSA Sur y Norte que nueve años después le valió al Estado sobrecostos cercanos a los dos mil quinientos millones de dólares. La comisión Lava Jato (1), del Congreso 2011-2016 evacuó en minoría el “informe Pari”; este sostiene que a ambas obras “se les dio una aparente legalidad, creándose una ‘normatividad’ ad hoc”.
El actual gobierno emitió el Decreto de Urgencia (DU) 003-17 que, en la práctica, favorece a Odebrecht y a sus socios locales. Curioso que en su primera actuación pública, el reemplazo de Ampuero, Jorge Miguel Ramírez, solicitase dejar sin efecto la resolución que prohíbe a la brasileña vender sus acciones en Olmos; y lo hizo el mismo día que PPK afirmó: “Rutas de Lima lo ha tomado Brookfield, un fondo de inversión [..]. Olmos lo va a tomar el mismo grupo. Esos son cuatro contratotes”. Esto como si el daño moral no contase y los implicados estuviesen presos, seriamente investigados o hubiesen pagado una reparación proporcional al saqueo.
Decía la filósofa Ayn Rand (1905-1982) “Cuando el dinero fluye hacia quienes trafican favores; cuando muchos se hacen ricos por el soborno y las leyes no lo protegen a usted sino a ellos; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez un autosacrificio, podrá afirmar sin equivocarse que su sociedad está condenada”.
Condenados estamos, y avisados también.
Martha Meier M.Q.
Expreso, 12 de agosto de 2017