La sabiduría popular enseña que “en boca cerrada no entran moscas”, y un antiguo proverbio árabe reza: “Si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio, calla”. A Lourdes Flores Nano le vendría bien recordar estos dichos, más aun cuando se ofusca. Y de paso a usted, a su familia y amigos, cualquiera puede ser la próxima víctima. Está claro que las mafias del ‘chuponeo’ siguen vivitas y coleando como una venenosa cobra.
Lamentablemente cada palabra que soltamos toma vida propia. No faltan quienes interpretan a su aire –por mala fe o jalando agua para su molino– lo dicho o escrito por otros, no para entender sino todo lo contrario, para crear dudas y echar sombras. Es cierto que la doctora Flores –ilegalmente intervenida telefónicamente– tuvo frases desafortunadas sobre su candidatura. Si queremos entender qué pasó, hay que poner todo en contexto. Lo primero es que la candidata estaba descargando su frustración en privado con un amigo –pésima junta, por cierto–, quien le comentó que su principal contrincante había crecido rápidamente en las últimas encuestas de Ipsos Apoyo. Vale recordar aquí que Flores ya tenía cierta desconfianza con esta encuestadora. En la segunda vuelta de las presidenciales del 2006 le ocurrió algo similar: se estancó, empezó a bajar y Alan García a subir (de allí eso de “ya está escrita esta historia”). El apretadísimo final la llevó a conjeturar que le hicieron la camita para robarle el triunfo en mesa. Y esa idea, sin duda, la ayudó a pasar mejor el amargo trago de la derrota. Ocurrió que ni bien llegado a Palacio, el doctor García Pérez nombró como embajador en Estados Unidos al brillante economista Felipe Ortiz de Zevallos, FOZ, ni más ni menos que presidente del grupo al que pertenece la encuestadora de las pesadillas de Flores. Ese nombramiento debe haber tenido una lectura muy distinta para ella que para el resto de ciudadanos. En ese contexto de desconfianza (de allí el “no me la vuelven a hacer”) se da ahora, por esas cosas de la vida, un vertiginoso crecimiento de Susana Villarán, tras la reciente incorporación a su equipo del arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos, (vinculado con Apoyo). Cabe mencionar que en una entrevista a Federico de Cárdenas el arquitecto comentó: “Creo que los alcaldes son casi irrelevantes”.
Es obvio, sin embargo, que el arquitecto Ortiz de Zevallos sí cree en la relevancia de los alcaldes, si no no acompañaría en su aventura electoral a Villarán. De la misma manera, es un hecho que la doctora Flores aspira a ser alcaldesa, por más que en su indignación haya dicho en privado unas frases que ya pasaron a ser parte del folclor urbano (si don Ricardo Palma estuviera entre nosotros, tendríamos una jocosa tradición). Es de locos pensar que quien no aspira a gobernar Lima soporte estoicamente la campaña de trituración que se ha emprendido contra ella. Ha sido lamentable que se saquen de contexto los pasajes de su conversación. Eso es manipulación pura y dura, es tratar de que diga lo que otro está queriendo que haya dicho. ¿Esto es dable en una democracia? Más bien es una desgracia.
mmeier@comercio.com.pe
Lamentablemente cada palabra que soltamos toma vida propia. No faltan quienes interpretan a su aire –por mala fe o jalando agua para su molino– lo dicho o escrito por otros, no para entender sino todo lo contrario, para crear dudas y echar sombras. Es cierto que la doctora Flores –ilegalmente intervenida telefónicamente– tuvo frases desafortunadas sobre su candidatura. Si queremos entender qué pasó, hay que poner todo en contexto. Lo primero es que la candidata estaba descargando su frustración en privado con un amigo –pésima junta, por cierto–, quien le comentó que su principal contrincante había crecido rápidamente en las últimas encuestas de Ipsos Apoyo. Vale recordar aquí que Flores ya tenía cierta desconfianza con esta encuestadora. En la segunda vuelta de las presidenciales del 2006 le ocurrió algo similar: se estancó, empezó a bajar y Alan García a subir (de allí eso de “ya está escrita esta historia”). El apretadísimo final la llevó a conjeturar que le hicieron la camita para robarle el triunfo en mesa. Y esa idea, sin duda, la ayudó a pasar mejor el amargo trago de la derrota. Ocurrió que ni bien llegado a Palacio, el doctor García Pérez nombró como embajador en Estados Unidos al brillante economista Felipe Ortiz de Zevallos, FOZ, ni más ni menos que presidente del grupo al que pertenece la encuestadora de las pesadillas de Flores. Ese nombramiento debe haber tenido una lectura muy distinta para ella que para el resto de ciudadanos. En ese contexto de desconfianza (de allí el “no me la vuelven a hacer”) se da ahora, por esas cosas de la vida, un vertiginoso crecimiento de Susana Villarán, tras la reciente incorporación a su equipo del arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos, (vinculado con Apoyo). Cabe mencionar que en una entrevista a Federico de Cárdenas el arquitecto comentó: “Creo que los alcaldes son casi irrelevantes”.
Es obvio, sin embargo, que el arquitecto Ortiz de Zevallos sí cree en la relevancia de los alcaldes, si no no acompañaría en su aventura electoral a Villarán. De la misma manera, es un hecho que la doctora Flores aspira a ser alcaldesa, por más que en su indignación haya dicho en privado unas frases que ya pasaron a ser parte del folclor urbano (si don Ricardo Palma estuviera entre nosotros, tendríamos una jocosa tradición). Es de locos pensar que quien no aspira a gobernar Lima soporte estoicamente la campaña de trituración que se ha emprendido contra ella. Ha sido lamentable que se saquen de contexto los pasajes de su conversación. Eso es manipulación pura y dura, es tratar de que diga lo que otro está queriendo que haya dicho. ¿Esto es dable en una democracia? Más bien es una desgracia.
mmeier@comercio.com.pe
El Comercio, 18 de setiembre de 2010