El pulpo Paul es la sensación de los seguidores del Mundial de Sudáfrica 2010. El ahora famosísimo octópodo vive en el acuario Seelife, de Oberhausen, Alemania. Cuenta con su propia página web, polos y gorras con su imagen, una legión de 65.000 seguidores en Facebook, figura entre los diez temas más populares de la red social Twitter, ha generado un circuito de apuestas y sus pronósticos son transmitidos en vivo como noticia de último minuto por la televisión europea. Durante la Eurocopa del 2008 acertó en el 70% de los casos. Durante el Mundial no ha fallado en ninguno. Paul vaticinó que Alemania vencería a Argentina y así fue. En el país perdedor tal deshonor llevó a que, aquel fatídico día, muchos se comieran un pulpo a la parrilla en vez del tradicional bife.
La cosa con Paul funciona más o menos así: se colocan dos cajas transparentes frente a él con un choro dentro de ambas. Cada caja exhibe la bandera de los países que se enfrentarán y supuestamente ganará el equipo de cuya caja extraiga el choro. Cuando predijo el triunfo español —inesperado frente a Alemania— los chapetones ya se lo querían llevar a su tierra y bautizarlo con el nombre de Pablito. La alegría fue tal que varios restaurantes retiraron los platos con pulpo de sus cartas y Elena Espinosa, ministra de Pesca y Medio Ambiente de España, sugirió que propondría una veda para la pesca de la especie.
Según el curioso oráculo de los ocho tentáculos, España se coronará campeón mundial, Holanda quedará segundo y Alemania en tercer lugar. Es decir que hoy Uruguay perderá. Veremos. El escritor uruguayo Eduardo Galeano —un impenitente aficionado— bromeando ha descalificado a Paul “por corrupto” y en su país se ha desatado una campaña contra el pobre animal bajo el lema “Todos contra el pulpo”.
Mientras tanto Paul recibe —en el reducido espacio en el que se lo tiene confinado— amenazas de los hinchas cuyos equipos han perdido. Las amenazas, claro, llegan bajo la forma de recetas de cocina. Al paso que va la cosa, el acuario de Oberhausen podrá publicar un libro de las mil y un maneras para preparar un pulpo. Grupos de defensa de los animales —con justificada razón— ya están protestando por el uso del animal, aunque más habría que protestar por el hecho de que el pobre Paul nació cautivo y así morirá, encerrado sin haber cometido ningún crimen.
Los octópodos son un orden de moluscos —como las ostras, los caracoles, almejas, entre otros— que carecen de concha. En otras palabras son conchas sin concha exterior y como todo molusco carecen de esqueleto. Tienen ocho tentáculos (aunque algunos dicen que son seis patas y dos manos). Pertenecen a la clase de los cefalópodos, palabra que nace del griego y más o menos significa “pies en la cabeza” (por razones obvias). Los científicos descubrieron hace relativamente poco, en diciembre del 2009, que son capaces de usar herramientas, lo que demuestra su inteligencia. Un equipo científico observó en Indonesia a uno utilizar medio coco a modo de caparazón para protegerse del peligro y a otro encajar dos medios cocos —a modo de concha— escondiéndose dentro para descansar. Maravillosa criatura a la que la gran mayoría aprecia solo por su sabor. Y, por estos días, por su supuesto don adivinador. ¿Será?
El Comercio, 10 de julio de 2010