A principios del siglo XX, un jovencísimo Óscar Miró Quesada de la Guerra ('Racso') llegó a la convicción de que el pensamiento y la creación humana eran uno solo e integral. Convencido de que las letras y las humanidades no estaban reñidas con la ciencia, decidió erradicar la barrera impuesta en la Universidad San Marcos entre estas: una reja que separaba los patios de ambas especialidades y, literalmente, se la trajo abajo.
Su mensaje era clarísimo: el saber humano es y debe ser integral. No hay razón para que la poesía y la astrofísica, digamos, estén separadas, o para que el médico no se nutra del filósofo. 'Racso' creía en una cultura humanista, integral e integrada, de diálogo abierto, cuyas metas eran el avance y el perfeccionamiento de los seres humanos y las sociedades.
En 1959, el científico y novelista C.P. Snow, en una conferencia en Cambridge, disertó sobre "Las dos culturas". Aunque este intelectual no conoció los sucesos del patio de San Marcos, su tesis coincidía con la que llevó a 'Racso' a lanzarse contra la reja divisoria. Según Snow, la ruptura de comunicación entre las ciencias y las humanidades, fundamentalmente con la literatura, era uno de los principales inconvenientes para solucionar los principales problemas mundiales.
En 1965, John Brockman, un artista vanguardista, se acercó a la ciencia gracias al magistral músico John Cage. "Los artistas, a diferencia de sus homólogos literarios --escribió Brockman--, sentían un ávido interés por los científicos y les leían. Empecé a leer a los físicos Jeans, Eddington, Einstein y poetas como Wallace Stevens, que manifestaban una profunda comprensión de las ideas científicas. Recibí una invitación para conocer a Marshall McLuhan (...) hablamos mucho sobre (...) que el arte puede servir como faro: un distante y temprano sistema de aviso que puede decir a la vieja cultura lo que está empezando a ocurrir".
Brockman es actualmente un influyente empresario cultural y editor científico. Está convencido de que la ciencia es la única noticia que puede considerarse como tal, pues todo lo demás es efímero, pasajero, coyuntural. La ciencia es optimista porque da soluciones concretas a los males y problemas que aquejan a los seres humanos, y nos acerca al entendimiento de qué y quiénes somos. En Edge, sitio de Internet, se promueven los debates entre científicos y pensadores empíricos. "Está naciendo de la tercera cultura (...) una nueva serie de metáforas para describirnos, a nuestra mente, al universo y a todas las cosas que conocemos, y son los intelectuales con estas nuevas ideas e imágenes los que impulsan nuestros tiempos".
El último 19 de noviembre se presentó, en España, la Plataforma Tercera Cultura para fomentar el acercamiento entre ciencia y humanidades mediante la divulgación científica. Entre sus promotores están los periodistas Arcadi Espada, José Pardina y el filósofo Fernando Savater.
Nos toca pues a los periodistas romper ese muro entre las ciencias exactas y las ciencias de la comunicación e impulsar la tercera cultura.
Su mensaje era clarísimo: el saber humano es y debe ser integral. No hay razón para que la poesía y la astrofísica, digamos, estén separadas, o para que el médico no se nutra del filósofo. 'Racso' creía en una cultura humanista, integral e integrada, de diálogo abierto, cuyas metas eran el avance y el perfeccionamiento de los seres humanos y las sociedades.
En 1959, el científico y novelista C.P. Snow, en una conferencia en Cambridge, disertó sobre "Las dos culturas". Aunque este intelectual no conoció los sucesos del patio de San Marcos, su tesis coincidía con la que llevó a 'Racso' a lanzarse contra la reja divisoria. Según Snow, la ruptura de comunicación entre las ciencias y las humanidades, fundamentalmente con la literatura, era uno de los principales inconvenientes para solucionar los principales problemas mundiales.
En 1965, John Brockman, un artista vanguardista, se acercó a la ciencia gracias al magistral músico John Cage. "Los artistas, a diferencia de sus homólogos literarios --escribió Brockman--, sentían un ávido interés por los científicos y les leían. Empecé a leer a los físicos Jeans, Eddington, Einstein y poetas como Wallace Stevens, que manifestaban una profunda comprensión de las ideas científicas. Recibí una invitación para conocer a Marshall McLuhan (...) hablamos mucho sobre (...) que el arte puede servir como faro: un distante y temprano sistema de aviso que puede decir a la vieja cultura lo que está empezando a ocurrir".
Brockman es actualmente un influyente empresario cultural y editor científico. Está convencido de que la ciencia es la única noticia que puede considerarse como tal, pues todo lo demás es efímero, pasajero, coyuntural. La ciencia es optimista porque da soluciones concretas a los males y problemas que aquejan a los seres humanos, y nos acerca al entendimiento de qué y quiénes somos. En Edge, sitio de Internet, se promueven los debates entre científicos y pensadores empíricos. "Está naciendo de la tercera cultura (...) una nueva serie de metáforas para describirnos, a nuestra mente, al universo y a todas las cosas que conocemos, y son los intelectuales con estas nuevas ideas e imágenes los que impulsan nuestros tiempos".
El último 19 de noviembre se presentó, en España, la Plataforma Tercera Cultura para fomentar el acercamiento entre ciencia y humanidades mediante la divulgación científica. Entre sus promotores están los periodistas Arcadi Espada, José Pardina y el filósofo Fernando Savater.
Nos toca pues a los periodistas romper ese muro entre las ciencias exactas y las ciencias de la comunicación e impulsar la tercera cultura.
El Comercio 29/11/2008