El Perú podría convertirse en la gran despensa mundial de productos orgánicos. Estamos hablando de uno de los sectores económicos con mayor dinamismo y crecimiento acelerado. Según la consultora británica “Organic Monitor”, en el 2001 el mercado orgánico movió la friolera de 26 mil millones de dólares. Para el 2008, apenas siete años después, la cifra bordeaba los 80 mil millones y hoy supera los 100 mil millones. Nada despreciable.
Alrededor del globo las cadenas de supermercados facturan hasta 10% anual, por estos alimentos orgánicos o “ecológicos”. En Alemania, los países escandinavos y Estados Unidos proliferan los biosupermercados donde los consumidores encuentran alimentos de la mayor pureza.
Nuestro país, con su diversidad de climas y suelos, con su insuperable biodiversidad y variedad de frutos, granos, tubérculos, plantas comestibles y su proverbial gastronomía, tiene en lo orgánico una veta por aprovechar. Ya lo ha repetido incansablemente el ministro del Ambiente Antonio Brack: “El gran futuro de la agricultura en el Perú es la producción de alimentos orgánicos”.
Alrededor del globo las cadenas de supermercados facturan hasta 10% anual, por estos alimentos orgánicos o “ecológicos”. En Alemania, los países escandinavos y Estados Unidos proliferan los biosupermercados donde los consumidores encuentran alimentos de la mayor pureza.
Nuestro país, con su diversidad de climas y suelos, con su insuperable biodiversidad y variedad de frutos, granos, tubérculos, plantas comestibles y su proverbial gastronomía, tiene en lo orgánico una veta por aprovechar. Ya lo ha repetido incansablemente el ministro del Ambiente Antonio Brack: “El gran futuro de la agricultura en el Perú es la producción de alimentos orgánicos”.
Prom-Perú revela que este año exportaremos más de 100 millones de dólares solo en productos nativos, como sacha inchi, yacón, maca, camu-camu y otras propias de nuestras tierras. Todos estos alimentos tienen algo en común: por su procedencia y forma de cultivo pueden llegar a calificarse como “orgánicos” (libres de pesticidas, herbicidas, fertilizantes sintéticos) y, también de cualquier manipulación biotecnológica que le haya introducido genes de otras especies (por ejemplo, genes de pescado del ártico a una fresa para que resista cultivo bajo nieve).
Los exportadores de mangos, paltas, mandarinas, cacao, café y otras especies han tenido que adoptar prácticas “orgánicas” por las exigencias de los mercados. El 16 de julio del 2007, el especialista Fernando Cillóniz, de Inform@cción, explicaba: “La agricultura de exportación está tendiendo a lo orgánico. ¿Por qué? Porque uno vende espárragos frescos, uvas de mesa, mangos, bananos, etc., y cada vez el mercado es más exigente”. Así se lo dijo a Manuela Núñez, en Palestra, portal de asuntos públicos de la PUCP. Y no le faltó en aquel entonces visión ni razón pues las tendencias y las preferencias de los consumidores son hacia lo “verde”. ¿Después de todo alguien en su sano juicio escogería una naranja “bañada” con varias dosis de venenos químicos, en vez de una que solo recibió agua, sol, abonos naturales y cuyas plagas fueron controladas con insectos benéficos? Demostrado está que los consumidores optan por la segunda opción y que están dispuestos a pagar un poco más por lo natural. Desde hace ya buen tiempo, los restaurantes más exclusivos del mundo han optado por esta vertiente y conocidos chefs y figuras de la farándula le han dado el espaldarazo a esta sana y rentable alternativa.
Si alguna revolución presenciará nuestra generación será la de los orgánicos, un movimiento en proceso de masificación y con alta rentabilidad. El empresario estadounidense Gary Hirshberg, director ejecutivo de Stonyfiel Farms, dijo en una feria especializada: “Lo nuestro nunca solo fue un negocio. Estamos aquí para cambiar el mundo”. Pues bien, el Perú tiene hoy la gran oportunidad de mejorar el mundo haciendo excelentes negocios.
El Comercio, 10 de abril de 2010