Máxima Acuña de Chaupe ha sido reconocida con el Premio Goldman al Medio Ambiente, considerado el Nobel de la Ecología. Mientras el mundo aplaude su batalla contra la prepotencia de un sector de la gran minería, en nuestro país algunos colegas periodistas han desatado una campaña de desprestigio contra tan valiente mujer, sin considerar siquiera el riesgo permanente en el que viven los líderes ambientales. El Perú es el cuarto país más peligroso para los defensores del ambiente: entre 2002 y 2014 se registraron 57 asesinatos de activistas verdes, tal como lo demuestra una investigación de Global Witness (Londres).
Se dice que su caso es un montaje de la oenegé Grufides, del dirigente de Tierra y Libertad, Marco Arana. ¡Falso! Arana apoyó a la campesina cajamarquina luego de que esta fuera víctima de la prepotencia de la dupla minera Newmont-Yanacocha, y por la masiva oposición de la población contra esa explotación que destruirá varias lagunas. Lo que no cuentan es que Máxima y su familia fueron, comprobadamente, víctimas de golpizas, robo de sus ovejas, hostigamiento y destrucción de su propiedad a manos de la Policía Nacional del Perú, sí, esa policía que pagamos con nuestros impuestos. Y esto por la posibilidad de que las mineras firmen convenios con el Ministerio del Interior, Mininter, para apoyo policial. Aunque ese tema llegó en marzo de 2013 a la Comisión Internacional de Derechos Humanos, CIDH, y el entonces ministro Pedraza resolvió tales convenios, en la práctica la alianza continúa.
El relato de los destructores de la causa de Máxima es que los comunistas antimineros cajamarquinos la usan. Disculpen que les pinche su globito, pero en Cajamarca existe actividad minera moderna sin mayor oposición simplemente porque esas empresas responden por sus efectos sobre el ambiente, tienen reflejos rápidos y dialogan (a diferencia de Yanacocha). Tal es el caso de Gold Fields cuyo lema lo dice todo “si no podemos operar de manera segura, no operamos”.
Destruida la farsa de que en Cajamarca no hay minería por culpa de Arana, Grufides y demás hierbas, se ataca a Máxima y a su familia por tener otros terrenos. “¡Cosa más grande la vida chico!”, la derecha libertaria queriendo limitar la propiedad. Ya no ya.
A Máxima le digo gracias señora de la laguna por representar a quienes creemos en una minería responsable, respetuosa con el ambiente y los derechos de las comunidades; gracias por su valentía y su canto triste.