El 31 de mayo de 1989 ocurrieron dos hechos que demuestran el odio y desprecio que Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) sentían por el Perú, los peruanos, las minorías y por todo aquel que con su esfuerzo y trabajo construían un país mejor. La tarde de aquel miércoles en un remoto paraje de Huancavelica SL asesinó, a pedradas, a la notable ecologista y defensora de nuestro patrimonio natural Bárbara d’Achille, jefa de la página de Ecología de este diario. Junto con ella fue muerto de dos balazos en la cabeza el ingeniero Esteban Bohórquez Rondón, especialista en camélidos sudamericanos de la Corporación de Desarrollo de Huancavelica (Corde-Huancavelica). ¿Su pecado? Contribuir al uso sostenible de los recursos naturales en beneficio de las comunidades más pobres. El asesino a cargo, un tal “Camarada Rogelio” dijo fríamente a los testigos que lograron huir: “Estamos en una guerra civil, hasta los inocentes mueren”. Esto ocurrió en un rincón altoandino.
Ese mismo miércoles al caer la noche en otra parte de nuestro país, seis integrantes del MRTA perpetraron un atroz crimen de odio e intolerancia. Los terroristas ingresaron a Las Gardenias un conocido bar gay en el pueblo joven Nueve de Abril de la selvática ciudad de Tarapoto y dejaron bien en claro que en su visión de país (es decir, la de su líder Víctor Polay) las minorías sexuales serían exterminadas. Estos delincuentes armados sacaron a empellones a ocho personas, algunas de ellas travestis, acusándolas de “delincuencia” y colaboración con las fuerzas del orden.
Debemos entender que para los terroristas quienes no estaban con ellos necesariamente eran enemigos y, por tanto, “colaboradores” de las Fuerzas Armadas y Policiales que los enfrentaban. El informe de la Comisión de la Verdad (CVR) indica: “A los pocos días, el semanario “Cambio”, órgano oficioso del MRTA, reivindicó la acción como una decisión del grupo subversivo debido a que las fuerzas del orden supuestamente amparaban “estas lacras sociales (...) para corromper a la juventud””. Los emerretistas transmitieron similares mensajes radiales en esa zona. La CVR menciona además que en el ese mismo artículo de “Cambio” se hace referencia a otro crimen de odio cuya víctima fue: “un joven “homo” muy conocido en Tarapoto”. El cuerpo fue abandonado con un cartel en el que se leía “Así mueren los maricones”.
“Cambio” fue un semanario ligado a algunos personajes de la izquierda legal y columnistas de opinión que ahora pretenden dictar cátedra sobre democracia.
Cifras del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) sostienen que al menos 500 gays y travestis fueron asesinados por Sendero Luminoso y el MRTA. El machismo, como se reconoce hoy en día, es una cizaña social, excluyente, intolerante, prepotente y llena de prejuicios. Esa visión machista tiene en la práctica su expresión más brutal en la violencia y desprecio contra las mujeres, en las violaciones y crímenes contra ellas o lo que de alguna manera se supone representa lo femenino (para el caso un gay o un travesti). No cabe duda de que SL, el MRTA —y quienes no deslindaron en su momento de su violencia criminal— perpetraron el más feroz y sanguinario de los machismos en nuestro país.
Ese mismo miércoles al caer la noche en otra parte de nuestro país, seis integrantes del MRTA perpetraron un atroz crimen de odio e intolerancia. Los terroristas ingresaron a Las Gardenias un conocido bar gay en el pueblo joven Nueve de Abril de la selvática ciudad de Tarapoto y dejaron bien en claro que en su visión de país (es decir, la de su líder Víctor Polay) las minorías sexuales serían exterminadas. Estos delincuentes armados sacaron a empellones a ocho personas, algunas de ellas travestis, acusándolas de “delincuencia” y colaboración con las fuerzas del orden.
Debemos entender que para los terroristas quienes no estaban con ellos necesariamente eran enemigos y, por tanto, “colaboradores” de las Fuerzas Armadas y Policiales que los enfrentaban. El informe de la Comisión de la Verdad (CVR) indica: “A los pocos días, el semanario “Cambio”, órgano oficioso del MRTA, reivindicó la acción como una decisión del grupo subversivo debido a que las fuerzas del orden supuestamente amparaban “estas lacras sociales (...) para corromper a la juventud””. Los emerretistas transmitieron similares mensajes radiales en esa zona. La CVR menciona además que en el ese mismo artículo de “Cambio” se hace referencia a otro crimen de odio cuya víctima fue: “un joven “homo” muy conocido en Tarapoto”. El cuerpo fue abandonado con un cartel en el que se leía “Así mueren los maricones”.
“Cambio” fue un semanario ligado a algunos personajes de la izquierda legal y columnistas de opinión que ahora pretenden dictar cátedra sobre democracia.
Cifras del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) sostienen que al menos 500 gays y travestis fueron asesinados por Sendero Luminoso y el MRTA. El machismo, como se reconoce hoy en día, es una cizaña social, excluyente, intolerante, prepotente y llena de prejuicios. Esa visión machista tiene en la práctica su expresión más brutal en la violencia y desprecio contra las mujeres, en las violaciones y crímenes contra ellas o lo que de alguna manera se supone representa lo femenino (para el caso un gay o un travesti). No cabe duda de que SL, el MRTA —y quienes no deslindaron en su momento de su violencia criminal— perpetraron el más feroz y sanguinario de los machismos en nuestro país.
El Comercio, 21/03/2009