Caricaturizar al adversario político y endiosar a los propios líderes es lo único que hacen bien los comunistas. Así, han logrado convencer a buena parte de Occidente que Ernesto “Che” Guevara fue un manso soñador de un mundo más justo. Y esto pese a que ese barbudo argentino fue un simple asesino serial, un criminal que usó como coartada al pueblo y gestó con Fidel Castro un asfixiante proyecto dictatorial marxistoide.
Como escribe María C. Werlau, directora del Proyecto Verdad y Memoria del Archivo Cuba, el “Che es la figura emblemática de la mitológica “elegancia revolucionaria” y el ícono por excelencia de la cultura de masas”. Para Werlau es irónico que “la mayoría de los devotos del culto Che” sepan poco o nada sobre lo que “representó e hizo, y de las consecuencias de su cruzada”.
La falsa imagen del Che es una muestra perfecta de la propaganda roja. Guevara -para que quede claro- asesinó con sus propias manos a decenas y ordenó el fusilamiento de miles de cubanos por no creer en la “revolución”. En carta a su esposa, por entonces la peruana Hilda Gadea, le cuenta que está “vivo y sediento de sangre”. Esa sed vampírica lo llevó a desconocer la Constitución Cubana de 1940 que prohibía expresamente la pena de muerte y a promulgar una nueva “Ley Fundamental”, legitimando la pena capital. Derramó la sangre de miles de inocentes, sin juicios, sin pruebas ni “métodos legales burgueses”
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En Perú quienes pontifican sobre “democracia”, “derechos humanos” y “debido proceso” son, justamente, los glorificadores del asesino Guevara. Aquellos que acusan de “dictador” a Alberto Fujimori son los mismitos que marchan con banderas rojas impresas con la cara del Che, el carnicero argentino que contribuyó a implantar la dictadura más larga que ha conocido América Latina.
Son muy buenos los rojos en esto de hacer del villano un santo y de denigrar a quien cree en las libertades políticas y económicas. Ellos son organizados, la derecha no; cuentan con periodistas que empeñan su pluma a esa causa y desvían el foco de atención (los periodistas de derecha quieren ser “independientes”). Nuestro país tiene una derecha anémica de pensadores y una élite económica frívola y timorata, tan cretina por la vida fácil que permiten a sus vástagos usar polos con la cara del Che Guevara. Esos chicos y chicas están intoxicados por el “correctismo político”, anticlerical, ateo y antisistema.
En fin, cada quien sabe cómo cría a sus hijos. Después no se quejen si les sale una Lori Berenson o un Peter Cárdenas.
Expreso, 01 de octubre de 2016