miércoles, mayo 22, 2013

¿Dieta sana o cómo anemizar a los medios?

El Congreso de la República acaba de regalarnos una de las leyes más extravagantes de los últimos tiempos. Una aberración emanada del "progresismo" (retrocedismo, más bien debería llamarse). Bonito nombre le han puesto: Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes, y eso no es más que una forma sutil de intervenir en los medios televisivos y radiales.
Es típico de la izquierda disfrazar al lobo feroz con el camisón de la abuelita de Caperucita. Y esta ley -aprobada por el pleno- es el lobo: atenta contra la libertad de información y de expresión. Anemizará los ingresos de la radio y televisión al impedirles difundir unos 22 minutos diarios de publicidad de ese tipo (léase: gaseosas, golosinas, hamburguesas, entre otros). Un claro atentado contra la libre empresa, pues la comercialización de los espacios publicitarios es la única fuente de ingresos de los medios. Es también un atropello contra el derecho a la información de los consumidores. Pero lo peor es una patética muestra del desconocimiento de nuestros congresistas de los hábitos de los niños y adolescentes, que pasan la mayoría de su tiempo libre en línea. Por allí les llegarán los comerciales prohibidos de comida chatarra. Esto permite constatar que aquí no hay preocupación por la salud de nadie y sí muchas ganas de frenar el crecimiento de la industria audiovisual peruana.
Vivimos en el país de la incoherencia, donde varios congresistas hacen lobby a favor de los alimentos transgénicos (eso sí que es poco saludable) y otros tantos se la pasan loando a la gastronomía peruana, cuando esta produce más comida chatarra que cualquier cadena de hamburguesas. Seamos sinceros, fuera del cebiche y la causa (sin mayonesa, por favor), cuál plato peruano no es "chatarra". ¿Los chicharrones, grasosos, altamente calóricos y saturados de almíbar? ¿El adobo de chancho, una patada al hígado macerada en chicha de jora? ¿El plato insignia del colesterol y las enfermedades coronarias llamado pollo a la brasa, que hasta tiene un día para conmemorarlo? ¿El ají de gallina, un espesado de pollo deshilachado mezclado con pan remojado en leche, más arroz, más papa?
Nuestra comida gotea grasa, abusa de condimentos que generan acidez y reflujo gástrico, sacraliza los mariscos pese a su poder para llevar los niveles de colesterol al cielo, la sal se esparce como si no afectara la presión arterial.
Suponemos que nuestros congresistas son vegetarianos y orgánicos, y quieren que todos lo sean, desde la más tierna edad. ¿No es eso decisión de los padres?
Nadie está en contra de promover un estilo de vida saludable. Lo que aquí se discute es que se nos quiera pasar gato por liebre. Que no nos vengan con cuentos sobre la salud. Esto es un abierto intento de entrometerse con la libertad de expresión e información.

Martha Meier M. Q.

EDITORA DE FIN DE SEMANA Y SUPLEMENTOS

El Comercio, 04 de mayo de 2013





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