Llegado al poder, el presidente Humala impulsó una moratoria de 10 años
contra los cultivos transgénicos. La ley fue aprobada, pero hoy comemos transgénicos
sin saberlo.
Sigue saliendo a la luz la evidencia del impacto negativo sobre la
biodiversidad de los cultivos transgénicos, llamados también organismos
genéticamente modificados (OGM). En nuestro país, este tipo de semillas está
prohibido hasta el 2021 gracias a la moratoria impulsada por el presidente
Ollanta Humala. La norma se basa en el principio del derecho internacional de
la precaución. El tiempo está demostrando que Humala tuvo razón al impedir la
entrada de esas semillas, genéticamente alteradas, creadas en laboratorios
donde hasta se les introducen potentes pesticidas como el Roundup (que
comprobadamente genera tumores, fallas hepáticas y renales, entre otros).
Cada vez son más los países que reportan contaminación cruzada (es
decir, genes de OGM que terminan alterando otros cultivos), daños a los
ecosistemas y a las economías locales. En Europa se van sumando países a la
prohibición de ese tipo de cultivos. El maíz transgénico desarrollado por el
conglomerado químico farmacéutico Monsanto o las papas de la alemana Basf han
sido prohibidos por precaución sanitaria en varios países europeos. En nuestro
país, sin embargo, los lobbistas quieren reabrir un debate que está cerrado,
pese a la evidencia de sus impactos negativos.
La oposición a los alimentos y cultivos transgénicos se ha incrementado
hasta el 61%, mientras el mercado para los productos orgánicos sigue creciendo
de manera vertiginosa: 504% en México, generando 600 millones de dólares
anuales; en Paraguay en un solo año las ventas de azúcar orgánica y de
"comercio justo" (fairtrade) crecieron 28%; en China -el mayor
mercado planetario-, 80% de la población urbana está dispuesta a pagar más por
alimentos orgánicos. La agroindustria peruana está siguiendo esta tendencia
para que no se le cierren las puertas.
Un reciente informe demuestra que los países latinoamericanos que
apostaron por los transgénicos adoptan medidas para mitigar su impacto sobre la
agricultura, la población y los ecosistemas. En Argentina, la data científica
mostró el daño a la salud causado por el glifosfato, un herbicida utilizado en
los campos transgénicos; en Uruguay las provincias se declaran libres de OGM;
61% del territorio costarricense les dice no; y Brasil impulsa un gran proyecto
de soya orgánica.
El biólogo molecular francés Gilles-Eric Séralini, catedrático de la
Universidad de Caen, sostiene: "Los transgénicos son tóxicos para la salud
humana" y menciona que ratas alimentadas con maíz transgénico de Monsanto
desarrollaron tumores (las hembras murieron a los ocho meses y los machos al
año).
Si bien en el Perú no se cultivan estos OMG, muchos productos importados
los cuentan entre sus ingredientes. Y eso no está en las etiquetas.
TENDENCIA
A favor de lo orgánico
Desde el 2010 el destacado chef Gastón Acurio ha sido la cara más
visible de la defensa de lo orgánico contra el ingreso de los transgénicos.
Acurio ha declarado innumerables veces la ventaja de los orgánicos, a los que
ha considerado "una vitrina para nuestros productores". También ha
promovido que nuestro país desarrolle una política de agricultura orgánica por
la oportunidad económica y ventajas comparativas para competir en el mundo.
En un reciente artículo de opinión, publicado en nuestro Diario, el
presidente de la Sociedad Peruana de Gastronomía (Apega), Bernardo Roca Rey
M.Q., fue enfático al decir: "No permitamos que intereses foráneos socaven
nuestra biodiversidad y quiten lustre y sabor a nuestra gastronomía [...] 'Come
rico, come sano, come peruano' es el lema que nos debe animar a Apega, al
Estado y a todos los peruanos a hacer de Mistura 2015 la feria más deslumbrante
de todo el universo". Esto en clara alusión a quienes quieren contaminar
nuestros alimentos con transgénicos.
Martha Meier MQ
Editora Central
El Comercio, 30 de setiembre de 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario