viernes, junio 05, 2015

El guardián de la selva


El dirigente Edwin Chota fue brutalmente asesinado. Fue un luchador infatigable por los derechos de los asháninkas y ferviente defensor de nuestra Amazonía. Denunciar la destrucción ocasionada por los madereros ilegales y narcotraficantes le costó la vida.

Edwin Chota (53), un grande del Perú, ha sido asesinado y descuartizado bajo la verde bóveda de la selva olvidada que tanto defendió. Como todos los grandes de esta patria ingrata que son hijos del bosque, era un total desconocido fuera de los círculos conservacionistas. En ellos, más bien, era querido y admirado por su valentía para defender su territorio comunal y enfrentar a las grandes mafias de madereros ilegales, al narcotráfico, y denunciar la inacción (¿contubernio?) del gobierno ante ellas.
El nombre de Edwin Chota, un reconocido líder asháninka, ha dado la vuelta al mundo y su lucha frontal y solitaria ha sido destacada en la prensa internacional. Ya desde el 2003 los medios extranjeros prestaron atención a este líder y su batalla.



NOS VAN A MATAR
Lo ocurrido se veía venir, el propio Edwin lo predijo en abril del año pasado: "Es un riesgo de vida para nosotros mismos", manifestó en un video difundido por You Tube. Edwin Chota es uno de los cuatro asháninkas asesinados el pasado 1 de setiembre por madereros ilegales. Su cuerpo y los de sus compañeros Leoncio Quincima, Francisco Pinedo y Jorge Ríos fueron descuartizados. Algunos creen que para esconder el crimen, otros para dar un potente mensaje: "No se metan con nosotros". Y es que esas mafias están acostumbradas a hacer de las suyas ante gobiernos que les son cada vez más dóciles y un Estado ausente; tan ausente que nuestro país se enteró de la masacre por la Fundación Nacional del Indio de Brasil (Funai). Los crímenes se confirmaron recién una semana más tarde por la viceministra de Interculturalidad Patricia Balbuena.

PARÁLISIS ESTATAL
La barbarie ocurrió cerca de la frontera con Brasil, en la comunidad nativa del Alto Tamaya-Saweto, cabecera del río Tamaya, distrito de Masisea, región Ucayali.
Era cuestión de tiempo para que esto ocurriera. ¿Por qué no se hizo nada para impedirlo? En primer lugar porque las mafias de la "narco-madera" tienen -como la minería ilegal- tentáculos que llegan a los más altos estamentos del poder, público y privado. Y en segundo lugar porque el viceministerio de interculturalidad está, aún, bajo la cartera de Cultura, a cargo de la ministra Diana Álvarez Calderón -ficha del garante Mario Vargas Llosa-, cuya limeñísima mirada le impide ver el bosque.
En abril del año pasado Chota invocó al gobierno a brindar protección a su zona en la que "no hay una política de frontera. No hay presupuesto para la Policía, la Marina, el Ejército", y donde la destrucción del bosque avanza por las mafias. Y en una entrevista a un diario norteamericano sacó a la luz las amenazas que recibía contra su vida, y cómo debía buscar refugio por días en las comunidades asháninkas al otro lado de la frontera, en Brasil.

Indignación
La Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) ha publicado un comunicado en el que rechaza y exige al Estado Peruano y al Poder Judicial, "hallar a los responsables y sancionarlos con todo el peso de la ley".
Aidesep recuerda las "constantes amenazas a la integridad física y vida de nuestros hermanos indígenas, quienes lamentablemente pasan a formar parte de la larga lista mártires caídos en defensa de sus territorios ancestrales; verdaderos guardianes de la Amazonía".
El presidente Ollanta Humala ha dicho que estos crímenes no quedarán impunes, pero mientras no enfrente y desarticule a las mafias narco-madereras, los crímenes contra los defensores de la selva y de los derechos indígenas continuarán.
Narco-madera
El gobierno no puede seguir con su política de mirar hacia otro lado en el caso de la tala ilegal y el contrabando de nuestras maderas amazónicas: 80% de las exportaciones son ilegales y generan pérdidas de más de 250 millones de dólares anuales en impuestos a las ganancias, tasas no pagadas y degradación ambiental, como lo señala un informe de la Agencia Estadounidense de Investigación Ambiental (EIA), especializada en delitos ambientales. El asunto, además, está íntimamente vinculado con el narcotráfico. Billy Hammer, extitular de la Asociación de Leñadores del Amazonas Central, indica que "usan la madera para traficar cocaína, lavan dinero a través de la industria maderera".
A esa gran mafia se enfrentó con valentía Edwin Chota. Él ha muerto, pero ha nacido una leyenda.


Martha Meier MQ.
Editora Central 

El Dominical, 14 de setiembre de 2014 


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