En Lima hay un circo llamado Congreso. En ese lugar, desprestigiado por sus propios payasos, hay ciertas personalidades que merecen un espacio aparte para realizar su labor parlamentaria, lejos de monos amaestrados, ilusionistas y vistosos caballos adornados con plumas tan solo para la fotografía. Y es que hay, por supuesto que los hay, legisladores que resaltan por su dedicación y la coherencia de su conducta. Tal es el caso del ingeniero Mesías Guevara Amasifuén, de Acción Popular. Este caballero ayer sentó un alentador precedente al votar contra el polémico y cuestionado aumento del bono de representación congresal, en dupla con su correligionario Manuel Merino de Lama. Pero Guevara Amasifuén ha sorprendido gratamente con otro asunto: una ley que declara de interés nacional la promoción de la ciencia, la innovación y la tecnología, a través de asociaciones público-privadas. Solo falta la firma del presidente Ollanta Humala para que el asunto entre en vigor, y vaya si necesitamos esto de cara al bicentenario. Basta un vistazo a la historia científica peruana para corroborar que no hemos producido ningún Premio Nobel en ciencias. Así es: ningún Nobel en ciencias. Nada para enorgullecernos.
Sabemos que las riquezas naturales del Perú son proverbiales y que el territorio nacional alberga una inmensa diversidad biológica, climática, de recursos mineros y energéticos. No contamos, sin embargo, con ciencia y tecnología locales acordes a nuestras necesidades y realidad ecológica. Y es únicamente con esas herramientas que lograremos el verdadero desarrollo y no solo el crecimiento económico basado en la exportación de materias primas. Pero de hecho es justamente el sostenido crecimiento económico de los últimos lo que nos permite, ahora, incorporar en la agenda política, la promoción de la ciencia, la tecnología y la innovación. De esos tres pilares depende la modernización de los sistemas productivos, la generación de empleo, alimentos y salud para una población en constante crecimiento, la competitividad, el valor agregado a nuestros recursos y la inclusión social.
En cualquier país que se precie, la investigación científica y el desarrollo tecnológico son asunto estratégico y una política de Estado. Aquí hasta ahora ha sido la papa caliente que nadie quiere y la última rueda del coche a la hora de invertir. Quedarnos rezagados no es una opción, es la perdición. "El cerebro humano -escribió Isaac Asimov- es la más estupenda masa de materia organizada del Universo conocido, y su capacidad de recibir, organizar y almacenar datos supera ampliamente los requerimientos ordinarios de la vida". Cerebros peruanos, a trabajar y determinar qué requerimos para llegar al 2021 como una nación desarrollada. ¡Hay que apurarse, faltan apenas 8 años para el bicentenario!
Martha Meier M. Q.
Editora De Fin De Semana y Suplementos
El Comercio, 05 de enero de 2013
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