jueves, agosto 13, 2015

TERRORISMO INTELECTUAL

Diario EXPRESO

Martha Meier M.Q.

DERECHO DE GUERRA
                
Sábado 23 de mayo del 2015
 
“La policía del pensamiento moderno es difícil de detectar pues a menudo se esconde bajo suaves palabras como democracia y derechos humanos”, escribió Tomislav Sunic, politólogo y diplomático croata-americano, a principios de este siglo XXI. Quizá sus palabras nos ayuden a comprender el estancamiento de las ideas en el Perú actual.

Los guachimanes del pensamiento estigmatizan a quienes se atreven a aportar al debate temas que derrumban la hipócrita y peligrosa “corrección política”, que es simple terrorismo intelectual. Son los creadores de mitos tipo: el terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA contra los peruanos fue una “guerra” y el Estado y las Fuerzas Armadas jugaron el rol de villanos.

Aplauden a los terroristas liberados como si fueran ejemplo de rehabilitación social y recuperación de la bondad. ¿Ejemplos? Lori Berenson -en su propio país habría recibido pena de muerte-, o Yehude Simon, quien en el panfleto emerretista “Cambio” celebraba el asesinato de gays hasta con portadas de cadáveres con cartelitos de “Así mueren los maricones”.

En este mismo diario Luis García Miró Elguera, calificó de “evangelio perverso y maniqueo” al político correctismo, alertando que se está difundiéndolo “como dogma en la vida social […] para suplantar los valores de la democracia y a destruir los principios del Estado de derecho que rigen en Occidente”. Lamentablemente esto parece haber calado también entre los sacha liberales y libertarios que arrinconan y demuelen, conjuntamente con sus pares rojos, a los líderes de los partidos organizados, atacan a las iglesias y a las Fuerzas Armadas.

Proliferan los colectivos “vigilantes” y derecho-humanistas conformados, mayoritariamente, por representantes de la clase media alta urbana, ong’s de izquierda y de libertarios académicos y periodistas sin lustre o con necesidad de dejar atrás su pasado político. Todos estos pretenden convencernos de que la “despenalización” (legalización) del aborto y de las drogas o el matrimonio gay son más importantes en el debate nacional que las carencias de las grandes mayorías: miseria, desnutrición, desempleo, insalubridad, entre otros

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