sábado, abril 08, 2017

Decencia y verdad

Las constructoras brasileras instalaron un estructurado modelo de corrupción corporativa que facilitó a ciertos políticos, ministros, ex presidentes y empresarios locales, saquear a nuestro país con la coartada de construir infraestructura. Con bastante ingenuidad algunos creen que la justicia alcanzará a los responsables. No pasará; aquí a las autoridades les tiembla la mano para jalar de la corbata a los grandotes, temor que esos grandotes saben luego "agradecer".  

El periodista Gustavo Gorriti fue el primero en olfatear esa corruptela. En 2011 publicó “Las cuentas con levadura de Odebrecht”, que fue -como lo explica- “la primera de varias investigaciones previas a Lava Jato centradas en analizar los gigantescos sobrecostos de Odebrecht y establecer las razones de la diligente complacencia con que el Estado peruano los aceptaba sin discusión” (y sin despertar el interés de los medios, le faltó decir).

Para el periodista español Iñaki Gabilondo, “las relaciones del periodismo y la política han llegado a la patología. Se han perdido las cautelas de las distancias. En algunos casos se han llegado a producir juegos de aproximación que han llevado a la sociedad a creerles parte de una misma cosa, algo contra nosotros”. Gabilondo dice que confunden su papel y, lejos de ser los “enviados especiales de la sociedad frente al poder, han actuado como enviados del poder frente a la sociedad”. (http://www.catalunyavanguardista.com/catvan/la-decencia-y-el-tiempo-del-periodista/)

En el Perú, Gorriti nos dice que en el periodismo “la claridad en cuanto a conflictos de interés no es opcional sino imperativa. El periodismo demanda mayor coherencia ética y rigor del que se exige a otras profesiones, por la naturaleza de su trabajo y por el poder que maneja”. Ciertísimo.


La confusión del papel de los medios y de los periodistas frente a los poderes políticos y económicos es peligrosa pues en este yerro de roles los medios se llevan lo peor: la pérdida de credibilidad y con ello de sus audiencias. Un medio se desahucia cuando olvida que su función es velar por la verdad y decirla; y es cadáver cuando reniega de su compromiso con la población y el adecentamiento del sistema democrático.

Hace poco Gorriti debió referirse al Instituto Prensa y Sociedad, Ipys, por recibir “auspicio” de Odebrecht. El estaba ya alejado de Ipys por discrepancias éticas con Ricardo Uceda, su actual presidente. Sin restarle méritos a Ipys dijo: “es necesario no solo un profundo examen de la violación de principios fundamentales de la profesión que se cometió con el affaire Odebrecht, sino sobre las razones y las personas que llevaron a ello, para corregir, separar, reformar y, al final, preservar esta importante institución”.

Una recomendación que más de un medio debería hacer suya.

Martha Meier M.Q.

Expreso, 08 de abril de 2017