sábado, julio 23, 2016

Los irreconciliables

Martha Meier M.Q.

DERECHO DE GUERRA
Diario "Expreso"
SÁBADO 23 DE JUlIO DEL 2016

Los irreconciliables

Hay que tener muy pocos escrúpulos o demasiados intereses para usar a Indira Huilca Flores como mensajera de patrañas contra el fujimorismo. La mayor de ellas y la más perversa es permitirle sostener que su padre, el recordado líder sindical Pedro Huilca, fue asesinado por la “dictadura fujimorista”.
Los rojos que la acogen hoy saben que Pedro Huilca fue asesinado por Sendero Luminoso; lo saben porque está escrito en su “biblia”, o sea en las conclusiones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR. Y lo que dice la CVR es que en la edición N° 625 de El Diario, vocero de Sendero, ese grupo terrorista se atribuyó el crimen en portada. El informe de la CVR transcribe, además, parte de la nota en página interior: “La ejecución del vendeobreros Huilca -realizado por un contingente del Ejército Popular de Liberación del Partido Comunista del Perú, que jefatura el querido y respetado Presidente Gonzalo- cumplió las exigencias y demandas de la clase obrera, en especial de las bases de Construcción Civil, quienes han sufrido en carne propia las traiciones de este verdugo revisionista”.
A la izquierda no le interesa que la hoy congresista Huilca acepte la verdad porque necesita seguir fomentando la división entre peruanos y reforzar las mentiras antifujimoristas. Los rojos representan la contracultura del rencor y el odio, impiden el debate de las ideas para implantar el pensamiento único del político-correctismo: sí al aborto, no a las religiones, no a las Fuerzas Armadas, sí a las drogas, no al cuestionamiento de su dicho y etc…
Con la juramentación ayer de los 130 congresistas electos en primera vuelta, se oficializó la apabullante mayoría (73) de Fuerza Popular (K), el partido liderado por Keiko Fujimori. Mientras los naranjas invocaron a dejar de lado los odios, y juraron por Dios, la patria y un país unido y reconciliado; varios rojos -aliados de PPK en segunda vuelta- dejaron claro que la reconciliación no los desvela. Juraron de pie, con el puño en alto -recordándonos al carnicero senderista Abimael Guzmán- y con sus palabras echaron fuego a la chamuscada pradera de la verdad.
Están con sangre en el ojo porque son minoría, buscarán revancha y cacarearán sobre el Bien Común, pero saben que su proyecto político solo es viable si logran profundizar más la desconfianza en las instituciones, la democracia y la economía social de mercado.
Y no, de hecho los intolerantes no somos nosotros.