jueves, agosto 13, 2015

LA GRAN REVOLUCIÓN CATÓLICA

Diario EXPRESO


Martha Meier M.Q.

DERECHO DE GUERRA
               
Sábado 18 de julio del 2015
 
 
El Papa Francisco no es rojo, socialistón, comunista ni caviar, como hacen creer los enemigos de la Iglesia; esa horda compuesta por los sectores más avezados del “libremercachiflismo” y por quienes abrazaron a Marx como profeta. Ambos bandos pretenden instaurar su posmoderno pensamiento único de la corrección política que incluye: promover el aborto, la legalización de las drogas, una sociedad atea, donde impere el relativismo moral, y así.
 
Los representantes de la derecha mercantilista (si acaso eso es derecha) dicen que la Encíclica “Laudato sí” (Alabado seas) revela la entraña roja de la Iglesia, cuando solo buscan dejar sin norte espiritual a millones para convertirlos en consumidores-derrochadores, incapaces de reflexionar sobre los rapiñadores de la naturaleza. En la otra orilla, la zurda pretende lo mismo solo que tumbándose el libre mercado. Sostienen que así lo escribe Francisco. Falso, pero soberbios sigan alucinando que yo gustosa les pincharé su lisérgico globo psicodélico.
 
Con Laudato si’ el Papa le ha arrancado la bandera “verde” a los rojos y esta nos pertenece hoy a 1,200 millones de católicos y, también, a quienes apuestan por el bien común. Francisco no está dispuesto a que la izquierda internacional siga captando a jóvenes con un acomodado discurso a favor de la Madre Tierra, cuando el marxismo jamás tomó en cuenta los límites de la naturaleza (lo mismo que hacen hoy los cuenta-cuentos del “Capitalismo Salvaje”, diciendo que es sinónimo de libertad económica).
 
El planeta requiere un nuevo pacto socio-económico-ambiental “para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios”. ¿Es eso comunismo? No. ¿Va contra el libre mercado? Tampoco. Francisco escribe: “La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común”.
 
Laudato Si’ es un texto profundamente espiritual, un recordatorio de que millones sufren por la contaminación de sus tierras y fuentes de agua, y de sus propios cuerpos por las actividades de empresas convertidas en poderes fácticos, en un sinnúmero de países. Empresas que arrasan, corrompen autoridades, contaminan y generan conflictos. Recordemos al Cristo enfurecido con los mercaderes “¿No está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones’? Pero ustedes la han hecho cueva de ladrones”. Laudato Si’ está escrita con esa misma indignación, recordándonos que existen “mercaderes” capaces de destruir nuestra “casa común” por ambición, apoyándose en nuestro consumismo y derroche. No seamos sus cómplices.

 

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