miércoles, octubre 17, 2007

Automoviles y contaminación - Un "ogro" llamado carro...

Rugen como fieras. Emponzoñan el aire. Envenenan el suelo. De un letal zarpazo pueden arrancar más de una vida. A su paso huye la gente y todo queda envuelto en humo. Arboledas y huertas perfumadas han sido arrasadas para abrirle camino.

Veloces. Voraces. Devoran combustible y distancias. Sus ojos brillan de noche y desde lejos parecen estrellas. Descaradamente antidemocráticos, marginan sin reparos de su manejo a la niñez, a las personas de avanzada edad y a hombres y mujeres con incapacidad física. La ciudad es su imperio y las personas sus esclavas. Son los... ¡automóviles!, Dueños y señores de los caminos. Seductoras moles de lata convertidas en verdadero símbolo de nuestro siglo y que, pese a todo, son una gran victoria de la ingeniería. Maravillas de la tecnología que a fin de cuentas no son más que... ¡"ogros" de cuatro llantas!



LA PRIMERA VICTIMA

La biografía del señor H. H. Bliss no figura en las enciclopedias. De este personaje se sabe poco, casi nada. La verdad es que apenas se ha registrado sus últimos instantes en este mundo. Sabemos, sí, que el buen hombre vivió en los Estados Unidos, más concretamente en la ciudad de Nueva York, donde encontró trágico fin allá por el año de 1899. Conociendo las circunstancias que rodearon su muerte podemos concluir que era galante y caballeroso, atento con las señoras, pues el pobrecito ayudaba a una dama a bajar de un tranvía cuando... ¡paf! Fue arrollado por un automóvil. A saber se trataría de la primera víctima de un accidente de tránsito. A estas alturas los automóviles -y sus hermanos mayores, los omnibuses y camiones- han cobrado millones de víctimas en todos los caminos del planeta.

La seguridad ciudadana, la tranquilidad y la salud ambiental urbana están realmente amenazadas por los metálicos armatostes. Nadie niega, sin embargo, sus contribuciones con el desarrollo del comercio, la economía y la integración de los pueblos.

RODANDO Y CONTAMINANDO

Ojos llorosos. Escozor en la garganta. Tos. Corrosión de rejas y monumentos. Paredes teñidas de negro. La contaminación ambiental generada por los carros es harto conocida y diario padecimiento de la población urbana. Ciudad de México, Santiago de Chile, Los Angeles y la propia Lima son patético ejemplo de ella. A los desequilibrios ambientales hay que sumar el embotellamiento, los accidentes y los ruidos. Bocinas, rugir de motores, rechinar de frenos son también simple y llana "contaminación acústica" que genera neurosis. Diseñados para brindar transporte fácil, son hoy la más importante fuente de envenenamiento de la atmósfera citadina. Para 1994 habían en el Perú 760,807 vehículos motorizados. Como suele ocurrir en la mayoría de capitales del Tercer Mundo, Lima concentra la mayor parte del parque automotor. El... ¡80%! De las unidades tiene una antigüedad de más de... ¡veinte años! La senilidad profundiza los efectos contaminantes.

Los vetustos motores son ineficientes, más derrochadores de combustible y no cuentan con la tecnología avanzada que, de una u otra manera, contrarresta aunque sea mínimamente la emisión de contaminantes.

ENSUCIANDO EL AIRE

Son cinco las principales clases de contaminantes del aire que "escapan" de los autos: el monóxido de carbono; los óxidos de azufre; partículas entre las que figura el plomo (que se acumula en el organismo, causando males renales, hepáticos, baja producción de hemoglobina e interfiere con las funciones cerebrales y nerviosas); óxidos de nitrógeno e hidrocarburos gaseosos. Estos dos últimos, al reaccionar con la luz solar forman la base del "smog", es decir los peligrosismos oxidantes fotoquímicos como el irritante y rojizo gas dióxido de nitrógeno; El líquido explosivo conocido como nitrato de peroxiactil; aldehídos y otros líquidos venenosos. Muchas de estas sustancias son reconocidas cancerígenos.

En los carros más modernos, a través de catalizadores, se transforma el peligroso monóxido de carbono en dióxido de carbono (o anhídrido carbónico CO2). Este compuesto no afecta directamente a la salud mas se sabe que precipita el temido "efecto invernadero". Para el caso de la llamada "gasolina ecológica", poco utilizada por su alto precio, su única virtud es que no libera el temible plomo. Al "gas licuado" se lo reconoce hoy como un combustible mucho más limpio que la gasolina o el diesel. Lamentablemente está elaborado a partir de una fuente no renovable. Ecológicamente hablando el auto es una desgracia, así consuma poco combustible de fuente fósil. "Un automóvil que sólo consuma tres litros no es ninguna solución, sino una evolución absolutamente errónea que paralizaría toda fuerza innovadora", ha escrito el científico alemán Frederic Vester.

LA CIUDAD Y LOS FIERROS

Las ciudades han dejado de lado la estética, las áreas verdes y los espacios para el disfrute y la integración vecinal en el afán de serle "funcionales" a los autos. Las vecinas y vecinos no tienen lugares abiertos donde relacionarse. La niñez ve amenazados sus juegos callejeros por los carros. Parques, jardines y hasta antiguas construcciones han caído para "anchar la calle". Así y todo el caos vehicular es un problema que crece día a día. El carro destronó al tranvía, pero hoy el destronado es aclamado como una de las soluciones más viables e inteligentes para el transporte urbano. Metros, trenes, transporte masivo interconectado es lo que se requiere para que las personas reconquistemos el espacio urbano. Las ciudades son hoy de los fierros. Ir a un parque y pretender escuchar a las aves y el sonido del viento sobre las hojas, o bien tratar de entablar una conversación con un paseante es tarea prácticamente imposible. Los ruidos de los "ogros" no dejarán oír ni la propia voz. Los humos enrojecerán los ojos. El caos causará malestar y mal humor. ¡Vaya ciudad!


Lima me mata / bici