jueves, octubre 25, 2007

Palo santo...El místico aroma de una madera...


Cae la tarde sobre la cabeza gacha de una mujer sentada sobre los viejos escalones de piedra que llevan al portón de la iglesia. Junto a ella hay una caja abierta. Velas, estampas de diversos santos, crucifijos, escapularios, rosarios y, como si fuera niebla, fluye el sahumerio. Su profundo perfume lo envuelve todo, se pasea por las veredas, cruza las calles, se cuela por las ventanas. Es un aroma conocido, de templo, de fe, de procesión. Inconfundible fragancia de un pequeñito trozo de la madera clara del palo santo, un árbol que tanto acompaña nuestra religiosidad y del que poco, o casi nada, sabemos. Su místico olor estará junto a nuestras reflexiones. Madera costera que a lo largo y ancho de nuestro país será encendida para estos sagrados días de octubre...

Procesiones, reflexiones y sahumerios. El aroma profundo del palo santo está impregnado ya en la memoria, sus humos son parte de las celebraciones de éstas y otras fechas sagradas que, año tras año, se recuerdan en nuestro país. Pero... ¿qué es el palo santo? La primera imagen que viene a la mente es la de una bolsita de plástico transparente, vendida por unos poquitos soles, que contiene algunos fragmentos de una madera clara. De primera impresión parecieran los pedacitos de un árbol cualquiera. Basta, sin embargo, que el fuego los posea y entonces como magia, como hechizo, se libera el humo de mística fragancia...

EL GRAN OLVIDADO

El destacado botánico, doctor Ramón Ferreyra Huerta, quien durante décadas fuera investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, consideraba "un gran olvidado" al Palo Santo, representativo árbol de la flora nativa costera. "Casi no se conocen estudios sobre esta especie, típica de la costa norte, del llamado Bosque Seco", dijo.

La costa de Tumbes, Piura y La Libertad es ámbito de esta especie de la familia de las Burseráceas.

"Un árbol de zona seca -indicaba Ferreyra Huerta-, allí es alimentado por las lluvias que usualmente caen durante los veranos, es decir entre diciembre y marzo".

No se tiene referencias sobre escritos de los cronistas españoles sobre tan utilísima especie. Olvidada, pues, desde el propio inicio de la historia hispana de nuestro país.

Narran por allí, que el cronista español Bernabé Cobo describió a una planta de nombre similar como un: "árbol hediondo", es decir apestoso, de la selva amazónica que crece desde los 200 hasta los 1 200 metros sobre el nivel del mar, y que alcanza una altura de tres metros.

Cobo indicaba también que era "hueco, desde el tronco hasta sus ramas y lleno de hormigas, y que debajo de él no crecía hierba alguna, que todos huían al acercársele, que su madera amarilla olía tan mal que al quemarse como incienso causaba dolor de cabeza".

A menos que los conquistadores tuvieran gustos tan distintos a los nuestros en cuanto a aromas, no cabe duda de que Cobo se habría estado refiriendo a otra especie de la flora ¿no?.

VIDA ENTRE LAS ARENAS

El Palo Santo, conocido científicamente con el nombre latino de Bursera graveolens, crece robusto hasta alturas que sobrepasan los ocho metros, pudiendo alcanzar los quince.
Se desarrolla cercano a los algarrobos, especie que ha visto ampliada su extensión alimentada por las lluvias resultantes del fenómeno de El Niño.
Después del norteño algarrobo y el sureño huarango, se podría decir que el aromático palo santo es quizá uno de los más importantes árboles que se dan en los bosques secos del desierto peruano.

FRAGANTE ALBERGUE Y ALIMENTO

Robusto y frondoso es el Palo Santo. La gran cantidad de follaje que produce sirve como alimento para el ganado. Comentaba el especialista Ramón Ferreyra "alguna vez, viajando por el alto Piura, me topé con una señora que andaba junto a su jumento. El animal iba cargado de Palo Santo. Le pregunté por qué llevaba tal cantidad de ramas y simplemente me respondió que era para dar de comer a sus animalitos. Esto corrobora que en la zona algunas personas utilizan esta especie de flora inclusive para alimentar a sus animales".

Utilísima y fragante especie que, lamentablemente, viene retrocediendo. No faltan quienes, en afán de hacer negocios a corto plazo, cortan del todo el árbol impidiendo que éste vuelva a regenerarse. Aromas de religiosidad que en humo se van...