jueves, agosto 13, 2015

EL GARANTE INFIEL

Diario EXPRESO

Martha Meier M.Q.

DERECHO DE GUERRA
                
Sábado 13 de junio del 2015


El romance de Mario Vargas Llosa con la filipino-española Isabel Preysler sorprendió a todos, pero principal –y lamentablemente– a su propia familia. Hace dos semanas celebró medio siglo de matrimonio, pero apenas se conoció por ¡Hola! (España) el vínculo del escritor con la socialité, dijo estar separado hace “un par de meses”.

El lío lo ha dejado sin autoridad moral para señalar errores ajenos o ser garante de algo. Cosas de la vida se ha infatuado con una mujer de ojos orientales. ¿Recordará al verlos a su aborrecido Alberto Fujimori, el “chinito” que le ganó la presidencia en 1990?
 
A pocas semanas de la muerte de don Miguel Boyer, el último esposo de Preysler, Vargas Llosa elogió en su columna Piedra de Toque, las páginas del “Atlas”, el libro que Jorge Luis Borges escribiera en coautoría con María Kodama: “Nadie diría que quien las escribe es un octogenario invidente, porque ellas transpiran un entusiasmo febril y juvenil por todo aquello que toca y que pisa, y su autor se permite a veces los disfuerzos y gracejerías de un muchachito al que la chica del barrio, de quien estaba prendado, acaba de darle el sí […] el anciano escribidor goza, por primera vez en la vida sin duda, de un amor correspondido”.
 
Quizá el matrimonio y sus formas carcomían la creatividad del escribidor. Quizá Preysler, con su alegría y belleza, con ese look de joven pese a estar entrada en los 60, fuera una bocanada de aire irresistible. Nadie puede juzgar al escribidor por enamorarse, pero sí por mentir. Al fin y al cabo es un líder de opinión internacional.
 
A finales del año pasado también en su columna El País reseñó a “El Impostor”, un libro de Javier Cercas sobre Enric Marco. Este se reinventó, dijo ser sobreviviente de los campos de exterminio nazi, y llevó una vida de reconocimiento y de acceso a diversos ámbitos. Allí Vargas Llosa parece describirse: “¿Que Marco era, que es, un narciso codicioso de publicidad, un ávido mediópata, obsesionado por salir siempre en la foto? Sin la menor duda. Pero su enfermedad es una enfermedad de nuestro tiempo, la de una cultura en la que la verdad es menos importante que la apariencia, en la que representar es la mejor (acaso la única) manera de ser y de vivir”. Si pues, así como aparentó celebrar feliz sus cincuenta años de casado.
 
P.S. Mi solidaridad va para la señora Patricia, sus hijos y nietos.

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