martes, enero 31, 2012

¿Es el Perú un país minero? Sí, también...

"Perú país minero". Este extraordinario eslogan acuñado por ese gremio es repetido a diestra y siniestra como verdad absoluta. Hipnotizados por las divisas que generan las exportaciones de minerales, los políticos, periodistas, lobbistas, empresarios y todo hijo de vecino repiten una frase que, la verdad, ya aburre. A estas alturas, lamentablemente, ha calado tan hondo que no queda espacio para la duda ni la reflexión. Quien se atreva a decir que somos algo mucho más grande que un depósito polimetálico es tildado, poco menos, que de terrorista. Sin espacio para la duda, a nadie se le ocurre contabilizar los pasivos ambientales de las operaciones mineras, la ruptura de la paz social ni de las tradiciones milenarias. ¿Nadie se pregunta ya si el Perú es solo un país minero? La respuesta es no, no somos eso, y el precio del oro o del cobre jamás será mayor que el de un país en paz, de compatriotas que confían en la palabra del otro y donde se respetan las diversas cotidianeidades.
¿Es el Perú un país minero? Por supuesto, nadie lo niega. Y lo somos no solo por la abundancia de recursos minerales sino porque los sucesivos gobernantes -especialmente desde los años noventa- tomaron esa ruta simple para captar divisas a corto plazo. Las leyes se dieron para moldear un Perú prioritariamente de exportación mineral. Se relegó todo lo demás. Veamos, somos una potencia en plantas medicinales y bien se pudo apostar por la industria químico-farmacéutica, atraer las inversiones de gigantes como Pfizer, creador de esa pildorita azul de nombre Viagra cuyo secreto -según se dice- es una planta peruana (el huanarpo macho utilizado desde tiempos precolombinos con los mismos fines). Nadie pagó un quinto por llevarse ese conocimiento milenario. Somos también una potencia forestal y podríamos haber desarrollado una gran industria maderera y del diseño de muebles, como Costa Rica o Finlandia. Prácticamente, todos los climas del planeta se dan aquí, así como los más diversos ecosistemas y suelos, lo que nos permitiría ser un emporio agroindustrial. La frase verdadera es que el Perú es un país minero, "también", aparte de: pesquero, turístico, entre otros. Por enterder esto pasa el poder generar un verdadero desarrollo, sostenible en el tiempo, con paz y confianza, para que pueda haber diálogo, sin que a ambos lados de la mesa haya dos personas que se recelan y temen.
Hay que tener algo de cuidado. En nombre de la generación de divisas estamos devaluando todos y cada uno de los símbolos de unidad en un país profundamente diverso culturalmente. Y uno de los principales símbolos de unidad es el paisaje, sus lagunas, sus cerros ceremoniales, sus ríos y selvas. Es justamente allí, donde los diversos respetan lo mismo, que empieza la patria.
A contramano de lo que ocurre en países desarrollados, aquí al vecino de una mina de oro no hay quien le cuente que se enriqueció, que su vida mejoró, que sus campos de cultivo y ganadería son más fértiles y sus fuentes de agua limpias. Frente a los conflictos socioambientales solo queda armonizar visiones y tratar, al menos tratar, de forjar una visión común.


El Comercio, 12 de noviembre de 2011

La mina gallega que se transformó en una zona de conservación ambiental

Los ciervos pacen tranquilos entre senderos poblados por abetos y otros árboles propios de la región. Las aves alzan repentino vuelo desde los pastizales, por donde corren las ardillas. A la distancia se distingue un extenso lago. Los expertos han detectado que en esta zona de La Coruña, Galicia, España, habitan al menos 180 especies de fauna; hasta especies en peligro de extinción como la nutria han encontrado un espacio para sobrevivir. El lugar alberga mayor biodiversidad que el parque natural de las Fragas do Eume o el área de humedales de A Frouxeira, también en Galicia. Esto no tendría nada de particular si no fuera porque estamos en As Pontes, lo que hasta hace cuatro años era una mina en proceso de jubilación, una mina a tajo abierto en vías de ser clausurada porque se agotó el recurso que ofrecía (el lignito, un tipo de carbón fosilizado) que abastecía a una cercana planta termoeléctrica, la más grande de España. Pudo haber quedado una herida abierta, una cicatriz en el paisaje, pero no. El funeral de la mina estuvo planificado, y hoy se ve la vida renacer en lo que fue el terreno estéril.

CUBRIR DE VERDE
El proceso de regeneración se inició en 1985 cubriendo los montes de escombros con material vegetal. Estas escombreras guardaban ya un patrón paisajístico -en taludes ondulantes- pensado para el momento del fin de las operaciones. Una vez que el suelo fue recuperado se sembraron diversas especies de árboles y poco a poco -bastante rápido por cierto- la naturaleza hizo lo suyo. Las semillas arrastradas por el viento hallaron fértil tierra y la repoblación con especies vegetales nativas empezó a darse también de modo natural. Especies animales que no se veían por décadas empezaron, también, a ubicarse espontáneamente en el bosque renacido. Para la empresa de energía Endesa, esto es un asunto de responsabilidad social corporativo, pero en realidad es un experiencia que podría servir de ejemplo en países como el nuestro, donde muchas veces el cierre de las minas sin mayor planificación genera diversos problemas ambientales.

EL GRAN LAGO
El cráter minero de As Pontes ha sido reconvertido en un inmenso lago cuyas aguas tienen un estándar de calidad mayor al de otros cuerpos naturales, y que son constantemente monitoreadas y tratadas para controlar su acidez. Su diseño se inició en 1995, bastante antes del cierre de la mina. Para llenar este profundo hueco de 206 metros y con un perímetro de 18 kilómetros, se ha aprovechado la escorrentía de las lluvias y el agua del río Eume. Una vez lleno cesará la captación del río Eume y rebosará al mismo, restituyéndose el sistema hidrológico original, y pasará a la administración de Agua de Galicia. Se han construido una pequeña playa cercana a la zona urbana y dos islotes dentro del lago para favorecer la regeneración de la flora y la fauna. Una de ellas de 55 hectáreas se convertirá en una reserva ornitológica. Hoy por hoy el área recuperada por Endesa es ya un interesante lugar para el avistamiento de variedad de aves. Se ha creado, así, un espacio de alto valor ecológico y paisajístico. Una mina transformada en sano espacio verde, para diversos usos sociales, ecoturísticos y de conservación de especies. Así da gusto.

OBJETIVOS
-Creación de una cubierta vegetal para controlar la erosión.
-Formación de un suelo productivo.
-Recuperación del paisaje alterado por la minería.
-Reintroducción de la flora y fauna propia de la zona.

EL DATO. La restauración se inició en 1985: 22 años antes del cierre de la mina. Se utilizaron más de 3 millones de m3 de tierra vegetal. Se usaron 40.000 m3 de abonos orgánicos, 120.000 kg de semillas, y se plantaron 600.000 árboles. Los distintos hábitats están en constante transformación.




El Comercio, 07 de noviembre de 2011

El Dominical - Raquel Jodorowsky

Raquel Jodorowsky (1927-2011) escribió sus primeras letras sobre la arena del desierto de Atacama, como anunciando que el mundo cabría en sus palabras. Desde entonces, la poesía se apoderó de esa niña y todo fue magia, poesía y color. Es prácticamente imposible separarla de su obra, los días de sus versos, los sueños de su vida, la soledad de su acto escritural. Nació y creció en el desierto chileno y siendo aún joven arribó al Cusco, luego sería a Lima para estudiar arqueología. Machu Picchu le reveló la naturaleza indomable -que era la suya propia-, el latido de las piedras, las montañas acariciando el cielo, y ese descubrimiento fue una de las constantes de su poesía. Viajó por la selva, vio mariposas y guacamayos, ríos como serpientes y aprendió otros modos de entender el cosmos. Y todo lo hizo poesía. "Lo importante es abarcar el mundo/de esta parte y de la otra/de la ira y del amor/y tragarse la verdad de sus mentiras/y las mentiras de su verdad./No la vida dividida/a la derecha y a la izquierda/sino la totalidad del sudor/la unidad del esfuerzo/Reunido". MMMQ


El Dominical, 06 de noviembre de 2011

Entre la miopía y la hipocresía

Esto ya nos pasó. Ha sido la constante en la historia del Perú. Crece la economía, hay inversiones, aumentan las fortunas y al mismo paso se extiende la desigualdad entre quienes compartimos el mismo suelo. Así fue con el caucho, el salitre, el guano y la anchoveta. Aquello fue miopía cuando no ceguera de las autoridades y empresarios. Hoy está ocurriendo con el oro y otros minerales, y también con el gas. El 'boom' exportador y el consecuente ingreso de divisas generan una falsa ilusión de riqueza. Y es que el modo en que llevamos nuestras cuentas no está del todo bien. El PBI tiene una característica hipócrita, es un indicador engañoso, como bien lo señaló en los años noventa el economista ecuatoriano Alberto Acosta y es que el daño que generamos no se contabiliza. "Paradójicamente, más de una actividad que disminuye nuestro patrimonio natural o que nos obliga a realizar gastos de reparación o protección se presenta como un elemento que incrementa el PBI", escribió Acosta.

Estamos marcados por la miopía ambiental de quienes creen que los recursos naturales no se agotan y que su extracción no genera problemas sociales, ecológicos y brechas -a veces insalvables- entre las personas, entre los hombres y las mujeres, entre los indígenas y los habitantes de la ciudad. Andamos tatuados por la hipocresía de una contabilidad que olvida los pasivos ambientales y sociales, que se enfoca en las monedas y no en el bienestar ni la felicidad de la gente. Crecer en cifras no es desarrollar, a veces es simplemente avanzar hacia el despeñadero. Disminuir la pobreza es importante, pero no debe tomarse como sinónimo de mejor calidad de vida.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha presentado recientemente su "Informe sobre Desarrollo Humano 2011" y el documento nos tumbó la fiesta, nos pinchó el globo y nos bajó de nuestra nube en una, al remarcar que lo bien que van nuestros números no significa que la gente esté mejor. El informe es un aporte verde al diálogo mundial y muestra lo importante que resulta la sostenibilidad para lograr la igualdad, la equidad, "entendida como justicia social y mayor acceso a una mejor calidad de vida", se explica. Para el PNUD, "el gran desafío del desarrollo del siglo XXI es proteger el derecho de las actuales y futuras generaciones a llevar una vida plena y saludable".

En los últimos años el crecimiento económico del Perú ha sido alto pese a la crisis económica global. En promedio se ha crecido 6% anualmente (excluyendo el 2009, cuando estalló la crisis). La pobreza cayó cerca de 17 puntos en siete años, un asunto positivo. Resulta, sin embargo, que pese a esto una mayoría de peruanas y peruanos - en pleno siglo XXI- no tiene acceso al agua potable, a la energía, a los servicios de salud, a una educación de calidad. Y si bien hemos avanzado en temas de prevención de salud, de presupuesto por resultados, de programas sociales focalizados, es un hecho que nos falta una mirada integral, que no se ha logrado quebrar los círculos viciosos de la desigualdad y el deterioro ambiental. Crecer no es desarrollar y no siempre desarrollar es avanzar. Entre la maleza de la miopía y los espinos de la hipocresía, se empieza abrir la trocha hacia un futuro esperado y esperanzador. Como reza el Eclesiastés: "Todas las cosas tienen su tiempo, todo lo que pasa debajo del sol tiene su hora...". Parece que la hora del cambio llegó. Al fin.

El Comercio, 05 de noviembre de 2011

El Dominical 30 de noviembre 2011