martes, octubre 20, 2009

Clima de avances y retrocesos

Los agricultores de café ya lo sienten. Sus cosechas padecen lo que otros discuten en foros internacionales. En la Sierra Nevada de Colombia, por ejemplo, los cafetos florecen anticipadamente y sus bayas son más pequeñas.
México, Kenia, el Perú y Nicaragua fueron escenario de una investigación, financiada por Alemania, que constató cómo los agricultores de montaña han de trepar sus cafetales, tres o cuatro metros anualmente, buscando temperaturas más bajas. Por cierto, el rendimiento cafetalero peruano cayó 30% este último año.
En distintos puntos del globo, las aves y mariposas cambian sus patrones migratorios. Esto podría estar afectando, ya, la polinización y con ello la reproducción y supervivencia de plantas y ecosistemas. No hay que irse a los polos para constatar el retroceso de los hielos. En Áncash el glaciar Pastoruri, hoy todo un “stripper” de sus nieves (40% se ha derretido), fue hasta hace poco destino para practicar esquí. En Arequipa las nieves del volcán Misti son un bonito recuerdo: lo que se ve hoy son unas mínimas pinceladas blancas.
Mientras tanto la reciente reunión de Bangkok, Tailandia, —penúltima ronda de negociaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático de cara a la Cumbre de Copenhague—, ha dejado sinsabores.
Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, comentó que no se lograron avances en asuntos claves: “Ya es hora de que el interés común prevalezca sobre el propio”, ha dicho. Representantes de 179 países discutieron durante dos semanas básicamente para nada. Las conversaciones continuarán del 2 al 6 de noviembre, en Barcelona, la última cita antes de Copenhague. Algunos países en desarrollo, liderados por China, acusan a Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Canadá de querer “matar” el Protocolo de Kioto (que vence el 2012) solo para negociar un nuevo acuerdo, más duro. Pero las cosas, mal que bien, están andando.
En los últimos días la administración Obama convocó a la India para consultas de alto nivel sobre el cambio climático. Se espera, además, que la próxima visita del presidente estadounidense a China sirva para llevar a buen puerto el diálogo bilateral con el presidente Hu Jintao. Como se sabe, China, Estados Unidos y la India son los principales emisores de gases invernadero, generadores del calentamiento global. En Bangkok, la delegación de Estados Unidos (país que nunca ratificó el Protocolo de Kioto) no tuvo empacho en adelantar que si su Congreso no aprueba, a tiempo, el proyecto de ley de cambio climático —actualmente en debate—, “será difícil presentar un compromiso en Copenhague”. Uno de los principales obstáculos para un acuerdo es la permanente evasión de las potencias industrializadas a tratar el tema sobre los fondos requeridos por los países en desarrollo para combatir el cambio climático.
Hay optimismo en la próxima ronda de Barcelona, donde se espera lograr un texto de posible acuerdo para la cita de Dinamarca, la más importante reunión del siglo XXI, en la que se juega el destino de la humanidad.
El Comercio, 17 de octubre de 2009

¿Minería contra minería?

¿Tiene algún empresario derecho a truncar el proyecto cuprífero más grande del país y eventualmente del mundo? No, definitivamente no. ¿Puede el aparato estatal mirar de reojo y dejar en el limbo una inversión extranjera de US$3.000 millones que, además, generará cinco mil nuevos puestos de trabajo? No debería. ¿Qué pensar de un Poder Ejecutivo estático frente a la contaminación que afecta la calidad del agua y con ello la salud de unas 900 mil personas de la región Junín?
El asunto no tiene ni pies ni cabeza. La minera Volcan, de capitales holandeses y peruanos, reiteradamente se niega a facilitar el tendido de 289 metros de tubería del proyecto de saneamiento ambiental de la minera Chinalco, de China, que explotará el yacimiento de Toromocho. Se requiere el derecho de paso en tierras del Estado que Volcan solo tiene en concesión. Apenas 300 metros lineales son necesarios para que la tubería capte las aguas ácidas de la bocatoma del túnel Kingsmill (único punto de contaminación en la zona) y las conduzca a una planta de tratamiento. Volcan no lo permite.
El túnel Kingsmill fue construido a principios de los años 30, por la Perú Copper Corporation para drenar el agua ácida de las minas de Morococha y aledaños. Desde hace 70 años esa agua, técnicamente conocida como “drenaje ácido de roca” (DAR), se descarga nada más y nada menos que en el río Yauli a un ritmo de 1.100 litros por segundo. El Yauli es afluente del Mantaro, llamado en quechua Hatun Mayo (es decir río grande). Según el destacado médico e investigador doctor Godofredo Arauzo, “el Mantaro es la cloaca o desagüe de las mineras”, y en primer lugar cita a Volcan. Arauzo alerta también sobre las consecuencias de las operaciones de Chinalco, evidentemente bajo las actuales condiciones, es decir con el túnel desaguando en el Yauli (otrora fuente de recursos alimenticios, agua limpia para consumo, riego y diversión).
La planta de tratamiento es apenas un paso para erradicar el pasivo ambiental que por décadas afecta a la zona. Es mucho lo necesario para descontaminar el Mantaro. Como bien anota el doctor Arauzo: “el lago de Junín, el río Mantaro, las subcuencas del río San Juan, río Anticona, río Yauli y otros forman una unidad hídrica; si se tiene la intención de disminuir la contaminación se deben realizar gestiones en todos los componentes de esta unidad y sus alrededores”.
La obra de Chinalco —ejecutada por la prestigiosa Cosapi (Piazza Ingenieros)— permitiría descargar en el Yauli agua tratada y apta para la agricultura. Así, se propiciaría la recuperación de ese tramo del río, de su flora y fauna. Pero todo está en suspenso por la inexplicable actitud asumida por la minera Volcan, sumada a la inacción del gobierno.
Si Volcan fuera una comunidad cualquiera y sus directivos comuneros (ellos sí legítimos propietarios de sus tierras y no simples concesionarios), se los acusaría, entre otras cosas, de: enemigos del desarrollo, amigos del chavismo, títeres del comunismo, senderistas infiltrados y un sinfín de calificativos más. ¿Qué podemos decir entonces de esta empresa y qué al gobierno?
El Comercio, 10 de octubre de 2009

Gran cita del siglo XXI por el clima

“El cambio climático es una herida autoinflingida”, ha dicho el príncipe Carlos de Inglaterra. Y en un reciente encuentro en Praga, la oficial de políticas de Cambio Climático de la Unión Europea, Vicky Pollard, enfatizó: “La frase “cambio climático” puede no dar una idea cabal de los tremendos peligros que el mundo enfrenta. Si no actuamos ya, mejor sería empezar a usar el término ecosuicidio”. ¿Cuáles son algunos de los peligros del alza de la temperatura global en las próximas décadas? Reducción de hasta 10% de los cultivos de maíz, profundizando la hambruna de 140 millones de personas en los países más pobres; pérdida del hielo del Polo Norte, “aire acondicionado natural” que contribuye a regular la temperatura planetaria (los expertos estiman que el Ártico podría derretirse entre los próximos 7 a 30 años); creciente escasez de agua dulce; incremento del nivel del mar e inundaciones de extensas zonas, entre otras.
“Vivimos en un mundo donde el costo de la contaminación no es aún parte del precio, donde una fábrica emite gases invernadero ilimitadamente sin tener que pagar por las consecuencias ambientales”, sostiene Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en la revista “Time”. Los investigadores ya notan signos preocupantes por tal irresponsabilidad: alteración de los patrones de las estaciones, del desarrollo de las plantas y de la polinización. Sensores como el Modis —en los satélites Aqua y Terra de la NASA— registran desde el espacio que la primavera, en el norte de Estados Unidos, se anticipa medio día cada año. Desde hace 20 años Wayne Esaisas, científico de la NASA, usa abejas para recolectar información y anota que la polinización se ha adelantado 10 días. El temor es que la sincronía entre polinizadores y plantas llegue a desfasarse al punto de colapsar la agricultura y los ecosistemas.
La reunión que marcará la pauta del desarrollo del siglo XXI, que perfilará los necesarios cambios culturales, tecnológicos y de diversificación de la matriz energética —y con ello de la economía tal y como la conocemos— está a la vuelta de la esquina. En apenas 64 días los líderes del planeta se reunirán en Copenhague, en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas. Se espera lograr —y ha de conseguirse— un consenso global contra el cambio climático que reemplace al Protocolo de Kioto, que expira en el 2012. Las emisiones de dióxido de carbono, procedente de la quema de combustible fósil y principal responsable del incremento de la temperatura, deberán reducirse en 50% para el 2050 (comparado a 1990). Solo así logrará estabilizarse la temperatura en 2 grados menos, la cifra clave para evitar el desastre. El momento para la reunión de las Naciones Unidas en Copenhague no puede ser más oportuno. La data científica es ya irrefutable, existe gran preocupación en los gobiernos, hay entusiasmo por lo que puede lograrse y los más diversos sectores de la población están involucrados y concernidos. Y es que el futuro de la humanidad está en juego.
El Comercio, 03 de octubre de 2009