El Pacífico fue fundamental para el surgimiento de las primeras culturas 
peruanas, que entendieron su poderoso mensaje y descubrieron los tesoros que 
albergaba.
La historia del Perú está íntimamente ligada al inmenso Mar del Sur 
descubierto por Vasco Núñez de Balboa hace 500 años y que, poco después, fue 
bautizado como Océano Pacífico por el navegante Fernando de Magallanes.
Ese mar forjó las primeras civilizaciones peruanas hace unos 5.000 años. 
Mientras que en el resto del mundo las poblaciones se asentaban al descubrir la 
agricultura, por aquí se pescaba, se tejían rudimentarias redes y los primeros 
asentamientos miraban al mar. 
PESCAR Y AVANZAR 
El análisis de basurales arqueológicos confirma la existencia de dos fases en 
el desarrollo de la pesca. La primera, realizada en los lagunares costeros (lo 
que hoy llamamos erradamente pantanos) y desde la playa. La segunda fase se 
demuestra con los restos de esos basurales, que corresponden a fauna ictiológica 
alejada de la costa, como la anchoveta. La pesca de la anchoveta significa ya un 
conocimiento de la navegación, ya sea con caballitos de totora, balsas de 
calabazas y pieles de lobos marinos infladas, entre otros. 
La pesca de anchoveta contribuyó con el desarrollo de Caral, en el valle del 
río Supe. Caral es la ciudad más antigua de América, y contemporánea a Egipto y 
Mesopotamia. 
VIVIR DEL OCÉANO 
Los estudios realizados en Caral -y en todo el norte chico- siguen 
sustentando la hipótesis de la fundación marítima de las civilizaciones andinas, 
que vincula el origen de la cultura en el Perú con la pesca, especialmente de 
anchoveta. Postula, pues, que la pesca promovió el establecimiento y crecimiento 
de poblaciones costeras, convirtiéndose en grandes asentamientos que sentaron 
las bases de la civilización en el Perú. 
Ruth Shady, la notable arqueóloga y descubridora de Caral, confirmó, en el 
2003, que el 50% de las proteínas consumidas por los antiguos pobladores de la 
zona provenían de los peces, y en primer lugar de la anchoveta (86%). 
Se cree que, gracias a la abundancia de recursos marinos aprovechados en 
Caral, el sitio se convirtió en un polo comercial de los productos de costa, 
sierra y selva. Mientras los agricultores de las zonas más alejadas del mar 
llegaban con cultivos como el camote, calabazas, ají, algodón, carne de venado, 
entre otros. Los recolectores y cazadores de la Amazonía llevaban a la costa 
semillas, frutas, madera y carne de monte, mientras que los costeños comerciaban 
sus mariscos y sobre todo anchoveta. 
EL INTERCAMBIO 
El intercambio entre los anchoveteros y los agricultores de algodón -fibra 
para tejer redes- es, según los expertos, el primer caso en Latinoamérica de 
dependencia socioeconómica mixta y de especialización ocupacional. Todo esto 
favoreció el desarrollo cultural, arquitectónico y social; así como la 
integración política, regional y la incipiente religiosidad de Caral. 
LA DIOSA DE LOS PECES 
Los habitantes de las quebradas de Lurín y Lima adoraban a las cinco hermanas 
de Pachacámac. Una de ellas, Urpay Huáchac era mujer de Pachacámac y madre de 
los peces y de las aves marinas. Para María Rostworowski es posible que esta 
fuera conocida en tiempos anteriores con otro nombre. Don Francisco de Ávila 
recogió las versiones de este mito. Con frecuencia, los naturales "daban 
distintos nombres a la misma huaca, según los ayllus y lugares de adoración", 
escribe la historiadora. Y añade: "En Cajatambo adoraban a Urpay Huáchac y a su 
hijo Auca Atama, mientras que en los ayllus de Nanis y Chama los tenían por 
fundadores de sus antiguos pueblos. Según su tradición, ambos habrían venido del 
mar donde tenían su pacarina o lugar de origen". 
A esta diosa se la ofrendaba con mullu (spondylus), la concha roja propia de 
los mares cálidos. En los Andes era la divinidad a la cual se le pedían las 
lluvias y la permanencia del agua en sus fuentes naturales. Para Rostworowski, 
el culto a Urpay Huáchac marca las dos etapas del conocimiento pesquero. La 
primera anterior al uso de embarcaciones y la segunda vinculada a la 
multiplicación de los peces, después de que el dios Cuniraya, furioso, lanzó al 
mar los peces que la diosa criaba en lagunas. Según Rostworoswki, se "trataría 
de explicar el conocimiento adquirido para fabricar algún tipo de embarcación". 
Al desarrollarse la agricultura se descubrió, también, las bondades del guano 
de islas. Y el mar, la costa, brindó un producto más que garantizó la seguridad 
alimentaria de los diferentes rincones del Perú antiguo.? 
El Dominical, 06 de octubre de 2013

 
 
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