En "La raíz india de Lima" el historiador y diplomático Raúl Porras
Barrenechea (Perú, 1897-1960) menciona al río que impone su nombre a la capital,
el Rímac.En nota publicada hace varias décadas en nuestro Diario, Porras cita al
padre Bernabé Cobo cuando dice: "Rímac es participio y significa el que habla,
nombre que conviene al río por el ruido que hace con su raudal". Porras
Barrenechea nos cuenta entonces que "rimani significa en quechua hablar, pero no
sencillamente hablar, sino hablar de cierta manera. El habla natural o lenguaje
se dice simi, y runa simi es el lenguaje del hombre. Pero rimani y sus derivados
tienen un significado especial, como rimapayani, que significa 'hablar mucho,
con presteza', o rimacarini, 'hablar disparates', o rimacuni, 'murmurar' y
rima-chipuni, cierta forma de celestinaje. Con lo que el nombre de Rímac
encarnaría el destino parlero y murmurador de Lima, la tendencia a la hablilla y
a la cháchara y también al ático placer de la conversación".
No hay que ser un iluminado para entender que era una sutil crítica a uno de
los principales deportes capitalinos, la chismografía, porque el otro es el
culto exagerado a la buena mesa, como bien lo hizo notar el pensador, poeta y
periodista Manuel González Prada (1844-1918) en"Los ventrales".
González Prada fue en una etapa de su vida periodista de El Comercio para
terminar convertido en padre del anarquismo. Ya en su época dijo:"Lo que en Lima
hacen ahora es comer", para añadir que "los almuerzos suceden a los almuerzos,
los lunches a los lunches, las comidas a las comidas, las cenas a las cenas. Se
engulle sólidos y se bebe líquidos a punto que bajo el lema de Vida Social o
Notas Sociales, los diarios serios han abierto una sección especialmente
consagrada a contarnos dónde funcionan con mayor actividad las cucharas, los
tenedores y las copas [...]los anfitriones mismos se cuidan de llevar el dato al
periódico [...] convencidos de ejercer una de las más altas funciones sociales
al comerse un pavo y destapar una botella de champagne".
Ácido, amargado, quizá por las desgracias que le deparó la vida, pero lúcido
como pocos sentenció: "Comer se ha vuelto sinónimo de gobernar: a los
presidentes se les exige, más que buena sustancia gris en el cerebro, jugos
poderosos en el aparato digestivo". Así las cosas vemos que en la Lima del siglo
XXI se le rinde culto al chef y se olvida al investigador, al científico, se
desprecia al pensador y se aclama al "opinólogo", que de paso sea "gourmet",
experto en vinos y cuya lengua o pluma viperina sirva para destruir en vez de
instruir, para alabar solo al cófrade de odios. ¿O no?
Y pese a todo, el propio Alexander von Humboldt, bastante crítico de nuestra
ciudad, comentó en carta del 18 de enero de 1803 a su amigo Ignacio Checa,
gobernador de Jaén: "Si bien Lima es el último lugar en América, donde nadie
quisiera vivir, sin embargo no podría dejar yo de pasar aquí una temporada
agradable".
Aunque abunden los chismosos y tragaldabas, Lima es, ciertamente, un lugar
agradable quizá porque, como dice el experto en márketing Rolando Arellano: "Es
una ciudad que por fin integra al Perú".
Lima la única
Principales íconos de nuestra ciudad
- El 66% de los limeños no se mudaría a otra ciudad, así tuviera la
oportunidad, según una pasada encuesta elaborada por este Diario. El 82% de los
limeños, de todos los estratos sociales, considera el cebiche su plato
preferido, y el 45%, el Circuito Mágico del Agua como el lugar que más le atrae.
Temas urgentes
Grandes problemas sin solución a la vista
- La inseguridad (73%), la congestión vehicular (53%), la venta de drogas
(48%) y el desordenado sistema de transporte público (26%) son los principales
problemas según los limeños.
El Comercio, 12 de junio de 2012
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