La educación debe priorizarse en la agenda pública y tratarse en todos los
espacios posibles, pues de ella depende el bienestar de un país. Su mayor
problema deriva de ser el eterno centro de debates ideológico-políticos, cuando
más bien urge demoler esos viejos paradigmas y a la luz de la neurociencia
repensar metodologías para que el aprendizaje sea una aventura inolvidable.
La reunión del Círculo de Montevideo en Lima, organizada por la USIL y el ex
vicepresidente Raúl Diez Canseco Terry, congregó a personajes de talla mundial,
como el empresario Carlos Slim o el ex presidente chileno Ricardo Lagos, entre
otros, abocados a gestar la gran revolución de las aulas. La cita llamó la
atención sobre un campo estrechamente vinculado con el desarrollo, la
estabilidad democrática, la inclusión social y el crecimiento económico
sostenible. De hecho, solo la educación garantiza la viabilidad de un país y
lamentablemente el Perú ostenta el vergonzoso galardón de ocupar los últimos
lugares en las pruebas PISA. ¿Culpables? La politiquería, el alejamiento de la
empresa privada del educar (asunto que está revirtiéndose) y la paupérrima
formación de los maestros.
En estas líneas no queremos caer en lugares comunes: universalización de la
oferta educativa; sistemas integrados de educación técnico-profesional; relación
rendimiento-nutrición, sino intentar repensar la educación. Esta, sin duda, debe
adecuarse a la incertidumbre de un mundo que cambia tecnológicamente a pasos
agigantados, y en el que día a día se requieren nuevas habilidades y destrezas
para abrirse paso en el competitivo mercado laboral, lo que requiere alinear el
currículo a las necesidades de los estudiantes y del mercado. Todo esto deberá
enfocarse en los últimos hallazgos de la neurociencia. Solo así se podrá
entrenar a los alumnos a pensar creativamente y a poder trasladar ese
pensamiento y los conocimientos adquiridos al mundo real para la toma de
decisiones acertadas. El éxito dependerá del estado de ánimo del alumno (si está
contento aprende mejor), y de las emociones (conductoras de la memoria). Las
metodologías y recursos de enseñanza son claves, así como un entorno placentero.
La neurociencia traza el camino del aprendizaje efectivo, divertido e
inolvidable.
El Comercio, 15 de julio de 2013
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