Bárbara d'Achille fue asesinada por Sendero Luminoso hace 25 años, solo por 
dedicar su vida a la defensa de nuestras riquezas ambientales.
 La mujer que hablaba en "verde" recorría un camino andino para informar sobre 
un exitoso proyecto de reproducción de camélidos. La sierra peruana estaba 
sitiada por Sendero Luminoso, pero nadie imaginó que los senderistas le 
cerrarían el paso para aniquilar su voz. La acompañaba el reconocido ingeniero 
Esteban Bohórquez Rondón, también brutalmente asesinado. Las nuevas generaciones 
deben saber de estos y otros crímenes, pues olvidar el horror desatado por 
Sendero no es una opción, sino una traición a la patria. No puede distorsionarse 
tampoco la historia con fines político-partidarios, desinformando a los más 
jóvenes sobre la maldad del terrorismo. Ese "recordemos cómo fue" es labor, 
también, del llamado Museo de la Memoria, desgraciadamente virado a condenar al 
heroico ejército que en los años 90 acabó con el terror.
Sala Bárbara 
Ese museo debería contar con una sala sobre el brutal asesinato de la mujer 
que hablaba en "verde": la periodista ambiental Bárbara d'Achille. Una peruana 
por decisión que hizo más por nuestro país que muchos de sus hijos. Esa 
exhibición debería componerse por sus fotos y artículos en defensa de la vida 
natural y de las costumbres tradicionales, así como sobre los peligros -que 
reveló a lo largo de los años 80- sobre el daño que podrían causar a nuestros 
paisajes, bosques y ecosistemas los proyectos de desarrollo, mal enfocados. 
Completarían esta muestra las imágenes de nuestras riquezas naturales y 
biodiversidad en honor a la memoria de quien hace 25 años fue apedreada hasta la 
muerte por defender la vida. 
Un cuarto de siglo ha pasado desde aquella tarde del 31 de mayo en la que los 
senderistas asesinaron a Bárbara, en Tinyaclla, Huancavelica, en un camino en 
que las cumbres parecen siluetas recortadas sobre el cielo azulito. 
La periodista 
La mujer que hablaba en "verde" adoptó al Perú como suyo. Había nacido lejos, 
en Letonia. Era Bárbara Bistevins Treinani y se convirtió en la ya legendaria 
Bárbara d'Achille, tras casarse con el italiano Maurizio d'Achille. Debido al 
trabajo de este, vivió casi dos décadas en la Amazonía: entre 1968 y 1984 en 
Pucallpa, Iquitos y luego en Manaos (Brasil), para volver a Pucallpa. En esa 
segunda estadía en Pucallpa, trabó amistad con don Felipe Benavides Barreda, 
patriarca del ecologismo peruano, quien la incorporó a Pro Defensa de la 
Naturaleza (Prodena) y le encargó algunos informes. Benavides, al ver su 
claridad para redactar temas ambientales, propuso a los entonces directores de 
este Diario -Aurelio Miró Quesada Sosa y Alejandro Miró Quesada Garland- la 
creación de una página de Ecología, recomendándola como editora. 
En esta misma página compartió sus ideas, preocupaciones y frustraciones 
sobre la destrucción que había visto en la Amazonía. Comprendió que el 
periodismo era una herramienta para intentar frenar esa situación. 
La mujer que hablaba en "verde" recorrió todos los caminos para sensibilizar 
a través de la palabra escrita. Y nos enseñó que "la gran diversidad biológica, 
ecológica y humana son el mayor potencial del Perú". 
LIBROS IMPRESCINDIBLES 
El cóndor y el jaguar 
"Kuntursuyo: El territorio del cóndor" y "Uturunkusuyo: El territorio del 
jaguar" son dos magníficos volúmenes en los que Peisa editó, a mediados de los 
90, todos los artículos que Bárbara d'Achille publicó en este Diario. 
El del cóndor recoge casi un centenar de notas sobre áreas de interés para la 
conservación de nuestra costa y sierra. "En majestuoso vuelo, el viento silbando 
entre las plumas de sus enormes alas, es símbolo de esta naturaleza agreste y 
sobrecogedora", escribió en 1986 tras verlos en el Colca. 
El viaje del libro se inicia en la Reserva de Biósfera del Noroeste, formada 
por el bosque nacional de Tumbes, el Parque Nacional Cerros de Amotape y el coto 
de caza El Angolo, para terminar en el Titicaca, el lago navegable más alto del 
mundo. "La vida en el lago parece haberse detenido, cual instante congelado en 
el tiempo...", escribió en 1988, un año antes de su muerte. 
El del jaguar es un camino de palabras que nos arranca de la ciudad y nos 
traslada hasta la copa de los árboles, para descifrarnos los secretos de la 
Amazonía. 
Hoja tras hoja. Fotografía tras fotografía. Frase tras frase, comprendemos el 
mundo revelado por la mujer que hablaba en "verde".
El Comercio, 27 de mayo de 2014 (Ecología)

 
 
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