lunes, febrero 09, 2015

Adiós a los totorales de Huanchaco

Dos décadas atrás nuestra página de Ecología alertó sobre la depredación de los 'wachakes'. Quizá ya sea tarde.

"Wachake" llamaban en la antigua lengua de la zona a donde crece la totora playera trujillana. 'Wachake' puede traducirse como 'ojo de agua'. Algunos dicen que esa palabra da su nombre al mágico Huanchaco, uno de los últimos reductos del caballito de totora y de los hoy llamados 'balsares' donde crece ese junco vital para su elaboración.
El uso de los caballitos ha venido decayendo al igual que el recurso vegetal necesario para armarlo. Antes en Huanchaco se distinguía, a lo lejos y bordeando la playa, una intensa línea verde casi de totorales, que son pequeños humedales o balsares. Hoy en ese paraje es evidente la depredación.
La totora escasea, los totorales desaparecen y la playa protegida por ese ecosistema se ha erosionado al punto de ser casi sumergida por el oleaje. El declive del uso del caballito (la falta de totora es una de las causas) es el declive de una milenaria tradición que, por centurias, fue demostración palpable del respeto al sutil tejido equilibrio ecológico. Los totorales son vitales para la supervivencia de diversas especies de flora y fauna costeras, particularmente aves acuáticas y migratorias, y de paso, para la protección de la franja costera.
Grupos de defensores de estos singulares ecosistemas han alzado su voz, desde hace cerca de veinte años, anunciando lo que hoy ya parece irreversible. Uno de los más activos allá por los años noventa fue la Asociación Nacional de Rescate Ecológico y Cultural ( Anrec), conformada por los poetas Walter Curonisy y Elvira 'Pimbola' Roca Rey M.Q., dos soñadores cuya cruzada era como arar en el mar.


Investigación tardía
Recién a estas alturas, la Primera Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Trujillo ha abierto -por otras causas- investigación preliminar "contra los que resulten responsables" de los daños causados en los totorales de Huanchaco. Esto como si el daño fuera reciente y repentino. Gran drama del Perú: la ignorancia de nuestras autoridades en lo que se refiere a la historia reciente de la depredación ecológica.
Recién ahora, cuando es posible que no quede mucho por hacer, se investiga una presunta comisión del delito contra los recursos naturales, en la modalidad de alteración del medio ambiente o paisaje. Es decir, de lo que ocurre desde hace largos años y que la bien intencionada fiscal Lastenia Acuña Rebaza parece desconocer. Su actuación resulta de la denuncia del Movimiento Huanchaquero de Defensa del Medio Ambiente, presidido por Elfri Navarrete Narro. Veamos qué se logra.
Es un hecho que los totorales están desapareciendo, que hay traficantes de tierras cruzando los dedos para que eso ocurra antes que después y vender terrenos con vista al mar. Como ya se intentó antes y seguirá intentándose.
El desorden imperante en Huanchaco y la corrupción y desidia de la Municipalidad de Trujillo no permiten posibilidad de maniobra. Sería un sueño lograr emprender, con apoyo del municipio, una masiva y necesaria reforestación de totoras a lo largo de la erosionada franja costera trujillana.

RECUPERAR
Milenaria sabiduría
Corría el año 1654 cuando el curaca de Huamán (Trujillo) manifestó la necesidad de contar con lagunas pantanosas para sembrar más 'juncos'. Así lo refiere la doctora María Rostworowski en su libro "Recursos naturales renovables y pesca, siglos XVI y XVII": "El cultivo consistía en diseminar las semillas sobre el agua como si se tratara de una sementera". Eso es, justamente, a lo que deberían abocarse las autoridades huanchaqueñas y trujillanas ante el evidente declive de los totorales.
Rostworowski menciona, también, que los pescadores de Quilcay, cerca de Pachacámac (Lima) sembraban en sus albuferas la "imprescindible totora". La información de la historiadora ayuda a comprender la importancia de los humedales para el desarrollo costero, la protección de la biodiversidad y de la franja costera. Siglos después de que el curaca de Huamán expresara su preocupación por la recuperación de esos ecosistemas, es necesario intentar la recuperación de los balsares de Huanchaco y otras playas de Trujillo. Son parajes con un inmenso potencial para el desarrollo del ecoturismo y la conservación de flora y fauna del Pacífico.

El Comercio, 17 de junio de 2014

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