sábado, diciembre 14, 2013

Terror charapa

"Cementerio General" ha batido récords de recaudación en su género y aporta nuevas claves sobre el devenir del nuevo cine nacional. Pésele a quien le pese.

 En menos de medio año se ha vivido un fenómeno cinematográfico inédito: dos películas nacionales se convirtieron en las más taquilleras de nuestra historia. Primero fue la comedia "¡Asu mare!" y ahora le llegó el turno a "Cementerio General", del novel director y destacado músico Dorian Fernández-Moris (1982). A los diez días de estrenada ya era la película de terror más vista en lo que recuerdan las salas de cine y la segunda más vista de todos los tiempos.

MIRARTE
Con más de medio millón de espectadores en los primeros días de exhibición "Cementerio General" superó a clásicos del género como: "El exorcista" (1973), de William Friedkin; "La profecía" (1976), del director y productor Richard Donner; y "El resplandor" (1980), del genial Stanley Kubrick.
La modesta película charapa inspirada en leyendas urbanas iquiteñas le sacó elegantemente la lengua a superproducciones hollywoodenses y, de paso, dejó en el limbo a la "crítica" que no entiende por qué el público peruano ha decidido abarrotar los cines para apreciar lo propio.

¿Buena película?
Algún autoproclamado intelectual bloguero considera que "Cementerio General" es "malísima", y otro muy conocido por su amargura y envidia por el éxito ajeno se va por la tangente marxista para sostener que solo los capitalistas pueden considerar esto cine. Es la historia de siempre: los fracasados politizando el acto creativo. Y es que, en pleno siglo XXI, sigue imperando el prejuicio contra el mal llamado "cine comercial" (cómo si el arte-industria pudiera acaso no serlo y sobrevivir).
¿Es el éxito de "Cementerio General" garantía de que es una buena película? No necesariamente. Pero ya va siendo tiempo de que en el Perú repensemos qué es una "buena película" y que no todas deben ser una obra de arte. Desde la visión de cualquier productor, es buena una película que deja ganancias; para todo director lo es aquella que se parece a lo que tenían en mente y moviliza en sus espectadores las fibras que quería tocar; para el público, una buena película es aquella que se "deja ver" por su adecuado uso del lenguaje cinematográfico, su fotografía, y además de entenderse despierta alguna sensación: miedo, alegría, melancolía, entre otras. En ese sentido, "Cementerio General" es una buena película, aunque no una obra cumbre de la cinematografía mundial (ni aspira a serlo); sin embargo, pronto se convertirá, sin duda, en la primera película peruana de culto.

SABOR NACIONAL
La obra de Dorian Fernández-Moris deja varios mensajes. El primero es que los peruanos quieren reconocerse en pantalla, identificar las calles que transitan y las caras que aparecen en los programas de la tele ('Chollywood' ya existe y no hay vuelta atrás). Lo siguiente es que aquí se quiere llorar, reír, cantar, reflexionar o asustarse con cosas que nos son más cercanas y presentadas en formatos conocidos, ya sea porque son usados en series televisivas u otras películas, o porque siguen la lógica narrativa del anime, de la novela gráfica o de los videojuegos, y, cómo no, de los noticieros televisivos (quizá lo más terrorífico de la cultura audiovisual popular).Por décadas se ha tratado de forzar un cierto tipo de cine peruano "comprometido", de "denuncia" o "indigenista". Obras más preocupadas por el fondo que por la forma. "Cementerio General" y "¡Asu mare!", ambas basadas en hechos reales, se liberan de esa mortaja y transitan libres en su búsqueda estética, argumental y estructural.

METRAJE ENCONTRADO
La obra de Fernández-Moris, escrita por Javier Velásquez, explora nuevas formas expresivas. Por primera vez una película nacional recurre al metraje encontrado, algo ya considerado un género en sí mismo. "Cementerio General" se inserta en una tradición compuesta por "El proyecto de la bruja de Blair", la española "REC", "Cloverfield" y "Actividad paranormal", entre otras.
El metraje encontrado es el uso de cámara en mano, como punto de vista de uno de los protagonistas. La imagen captada es imperfecta (movida, fuera de foco, a veces con los personajes fuera de encuadre). A veces se dice que ese metraje ha sido "encontrado" (como en el "Proyecto de la bruja de Blair" para generar dudas y crear más tensión con las supuestas imágenes reales).
La crítica oficial ha preferido callar. Y ese silencio es la perplejidad de quienes no entienden que el cine peruano, por fin, conectó con el público, y empieza a generar la industria del séptimo arte que no lograron leyes ni incentivos. "Cementerio General" (como "¡Asu mare!") abre trocha a una nueva tendencia del cine de estas tierras, por más que chille y patalee la europeizada seudointelectualidad lorcha.
Es la historia de siempre: los fracasados politizando el acto creativo. Y es que sigue imperando el prejuicio contra el mal llamado "cine comercial".



El Dominical, 18 de agosto de 2013

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