miércoles, mayo 22, 2013

Jazmines en el pelo y otros temas de belleza

Cuenta el tradicionista don Ricardo Palma que durante la Colonia: "La moda no era lucir [...] rica pedrería, sino flores". Así de simple, flores, y el jazmín era una de las preferidas. Es fácil imaginar el alboroto que se armaba cuando se oía el pregón de ­el jazminero!

Cuenta Palma que, al oírse tal pregón, "salían las jóvenes a la ventana de reja, y compraban un par de hojas de plátano sobre las que había una porción de jazmines, diamelas, aromas, suches, azahares, flores de chirimoya y otras no menos perfumadas. La limeña de entonces buscaba sus adornos en la naturaleza y no en el arte". Otros tiempos, sin duda, y otra sensibilidad de mujer, también.
El jazmín es evocado en poemas y canciones limeñísimas y es parte del imaginario de la Lima tradicional. Oriundo de tierras lejanas, recaló por acá con los españoles, esto sin ser flor nativa de la península. España tiene que agradecerle a los árabes por el jazmín y estos, a su vez, a su antiquísima relación comercial con los chinos (como le deben también el azul y blanco tan típico de la cerámica árabe). El jazmín es, hasta donde se sabe, originario de China occidental, presumiblemente de los Himalayas y el Tíbet, muy apreciada por la realeza y comercializada en la llamada Ruta de la Seda. Desde lejos, pues, llegó a alegrar y perfumar a las limeñas coloniales.
Cuenta también Palma que "la antigua limeña no usaba elixires odontálgicos ni polvos para los dientes; y sin embargo, era notable la regularidad y limpieza de estos. [...] ¿Saben ustedes a quién debía la limeña la blancura de sus dientes? Al raicero. Como el jazminero, era este otro industrioso ambulante que vendía ciertas raíces blandas y jugosas, que las jóvenes se entretenían en morder restregándolas sobre los dientes".
Es de suponer que esos 'raiceros' ofrecían algunos productos naturales aún hoy recomendados para el buen estado de los dientes: raíces de limonero y salvia, corteza de granada, hojas de perejil, tronquitos de manzana, fresas, y otras usadas desde tiempos precolombinos. En sus "Comentarios reales de los incas", Garcilaso de la Vega escribe, por ejemplo, que los "palillos hechos de las ramas tiernas [del molle] son muy buenos para limpiar los dientes".
Si las mujeres de tiempos coloniales miraban a la naturaleza para embellecerse, así también lo hacían las andinas. Ellas sí que sabían cómo cuidarse el pelo. En el libro Octavo (capítulo XIII) de los "Comentarios", Garcilaso anota: "Las indias del Perú todas traen el cabello largo y suelto [...] cuando se les pone de color castaño o se les ahorquilla o se les cae al peinar", usan un cocimiento de plantas como el maguey. "Las indias, habiendo hecho otros lavatorios [...] sacaban sus cabellos más negros y más lustrosos que las plumas del cuervo recién mudado. Tanto como esto y mucho más puede el deseo de la hermosura".
En Lima ya no hay jazmineros ni raiceros y las mujeres no se conforman con la fragancia de los jazmines. De los tintes de pelo, el rubio es el más vendido. Bienvenidos a la nueva Lima, don Ricardo Palma y Garcilaso. ¿Plop?

Presencia aromática
Abundantes y cultivadas en casi todo el planeta
- El jazmín, flor comúnmente blanca relacionada con el amor y el compromiso, cuenta con más de doscientas especies. Estas se cultivan hoy alrededor de la mayor parte del planeta. La mayoría crecen como trepadoras sobre otras plantas o guiadas sobre estructuras.

Beneficios
Una flor vinculada a la mujer y a la belleza
- Los jazmines han estado vinculados a la mujer, como se aprecia en la "La flor de la canela" de Chabuca: "Jazmines en el pelo y rosas en la cara...". Sabiendo esto, la industria de la belleza sacaría provecho con productos que contienen su aroma.

Martha Meier M.Q.

Editora Central de Fin de Semana y Suplementos

El Comercio, 15 de mayo de 2013



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