miércoles, mayo 22, 2013

Cotorras y pericos en una Lima sin árboles

Las aves son el grupo más diverso de vertebrados en nuestra ciudad. Más de 100 especies se dan cita en esta tres veces contaminadísima villa. Entre los limeños emplumados sobresalen -por lo inesperado de su presencia- las cotorras y los pericos, especies que asociamos más bien a parajes tropicales.
La conservación de la avifauna urbana plantea -o debería plantear- retos a la creatividad de los planificadores: dependen de corredores verdes, de parques públicos y jardines de las casas, de una arborización planificada acorde a la alimentación, albergue y nidificación de cada especie. Requieren también agua (ya sea de piletas públicas, las últimas acequias o piscinas privadas), proteger lagunares como los Pantanos de Villa, parada obligada de las aves migratorias.
Cuando la hoy alcaldesa Susana Villarán de la Puente andaba en campaña, lucía una chalina verde. Los ingenuos creyeron que aquello era un mensaje de su sincero compromiso con el medio ambiente capitalino. Según los crédulos esto se traduciría en una forestación masiva, en el impulso de proyectos de reciclaje de aguas servidas para riego, en la promoción de azoteas y muros verdes, tan necesarios en una inmensa ciudad como la nuestra enclavada en un desierto. Pero nada, su chalina simplemente fue verde como pudo ser roja, amarilla o celestona. A estas alturas está claro que recuperar el verdor urbano no le quita el sueño a Villarán (en realidad nada parece hacerlo). Pero dejemos a la alcaldesa y pasemos a las cotorras y a los pericos. Estos son, sin duda, los más alegres y bulliciosos vecinos emplumados. Su jolgorio disimula el insoportable rugir de los motores, el chirrido de los frenazos, el ruido de una urbe-ogro que se autocanibaliza, y sepulta jardines para levantar moles donde la gente se hacina de modernas maneras y la naturaleza se relega a un macetero. Pero quedan remansos.
En las últimas y heroicas calles, tranquilas y arboladas, en los últimos parques poblados por árboles variados se observan a inesperadas cotorras y pericos, cuatro especies de estas hay en Lima, y nos regalan su color cuando cruzan volando el cielo gris. En este momento, aletean bandadas de la cotorra cabecirroja ('Aratinga erythogenys'), una nativa de los bosques secos de Tumbes y Ecuador traída por traficantes de especies, que fueron liberadas o huyeron, y terminaron reproduciéndose aquí. Está también el avezado periquito esmeralda ('Forpus coelestis'): el hermoso macho exhibe una franja azul cobalto en los ojos, las alas y la rabadilla. Vuela el pihuicho (Brotogeris versicolurus), con sus bandas en las alas: amarilla, debajo de la cual tiene una blanca y otra azul. Y finalmente las amazónicas cotorras de cabeza gris que encontraron hogar en las palmeras de la Balta, Miraflores, según Alejandro Tabini y Juan Pedro Paz-Soldán, autores de "100 aves de Lima y alrededores". Así las cosas, ¿algún municipio toma en cuenta al "podar", que los árboles son hogar de especies?

Lin Yutang (1895-1976), filósofo chino, escribió: "se goza el sonido de los pájaros junto con los árboles, porque los pájaros cantan donde hay árboles". Ojalá que la de la chalina verde y los urbanistas se inspiren.

Pantanos de Villa
Un refugio de vida rico y diverso en aves
- Los Pantanos de Villa han registrado hasta el momento 207 especies. De ese número, 67 aún permanecen dentro de sus 263 hectáreas declaradas refugio de vida silvestre y en sus alrededores. Una de sus últimas visitantes fue la espátula rosada ('Platalea ajaja').

Escapes
La amenaza del crecimiento urbano
- En los últimos años distintas especies de aves han terminado buscando los pocos refugios que encuentran en Lima: los Pantanos de Villa, el Parque de las Leyendas, el parque El Olivar... El crecimiento urbano estaría haciendo que huyan desorientadas.

Martha Meier M.Q.

Editora central de Fin de Semana y Suplementos

El Comercio, 08 de mayo de 2013 (Lima)






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