El 1 de enero asumen nuevas autoridades edilicias a lo largo y ancho del
país. Todas ellas deben asumir el reto del desarrollo sostenible y la
conservación ambiental.
Los nuevos alcaldes y alcaldesas (y los que repiten el plato) deben
asumir el reto de encauzar sus distritos por la ruta del desarrollo sostenible
y priorizar la conservación ambiental. El Perú no es sino la suma de distritos,
provincias y regiones. Desde ese primer eslabón que es el distrito, las
autoridades pueden hacer mucho para cambiar el estado de las cosas. Los
alcaldes, además, son las autoridades más cercanas a la población y de la mano
de los vecinos pueden convertir el mismo infierno en un paraíso verde. Solo
necesitan visión, decisión y sumar la buena voluntad de sus gobernados para
dejar atrás las montañas de basura, delincuencia, desempleo, tierras agrícolas
arrasadas, parques y áreas verdes abandonadas y desorden territorial.
En manos de los municipios está aquello que propuso Madeleine Osterling,
candidata a San Isidro por Fuerza Popular (K): “La migración del gris al
verde”. Esa frase implica aire limpio, más y mejores áreas verdes, transporte
alternativo, ciclovías, techos verdes, huertos vecinales, educación vial y mano
firme contra la delincuencia.
Las ciudades son hoy un fenómeno antiecológico, mientras sus habitantes
quieren barrios saludables, habitables, tranquilos; con espacios para el
disfrute del encuentro entre vecinos y refugios para la flora y fauna urbanas.
Espacios que contribuyan a eliminar el estrés, ejercitarse al aire libre y
desarrollar el potencial espiritual y creativo en contacto con el resto y con
lo verde.
Techos verdes: Las azoteas son espacios desde donde se pueden repensar y recrear las ciudades. |
El gran ecologista germano-venezolano Arturo Eichler escribió: “Una
sociedad democrática puede ser arruinada por ciudades mal planeadas, con la
misma facilidad que con el establecimiento de un régimen totalitario. No hay
campo para la participación ciudadana cuando el ambiente social es cada vez
menos transparente”.
Estas palabras deben resonar en las nuevas autoridades para que distrito
tras distrito construyamos el Perú que todos anhelamos. Miles de años nos
separan de las primeras aglomeraciones urbanas. Hoy la vida en comunidad se
desarrolla, principalmente, en el gran escenario urbano y ese hábitat, ese
ecosistema habitado por los humanos no puede seguir degradándose. Buena parte
de limeños, por ejemplo, vive en condiciones infrahumanas e insalubres gracias
a la ‘miopía verde’ de las sucesivas autoridades edilicias. La gran mayoría
vive como abejas hacinadas en un apretado enjambre, y al salir no encuentran
flores que las vivifiquen con su néctar para convertirlo en dulce miel.
El mayor recurso de una ciudad somos los habitantes. Nuevos alcaldes no
nos conviertan en cómplices de su propia decadencia e ineficiencia, sino en
gestores del cambio, que para eso estamos y para eso fueron ustedes elegidos.
Techo verde
Más jardines para mi ciudad
Las azoteas son espacios desde donde se pueden repensar y recrear las
ciudades. Utilizadas adecuadamente ayudan a recuperar los espacios agrícolas y
áreas verdes sepultados por la urbanización caótica y desenfrenada. Esos altos
lugares, tradicionalmente usados como depósito, tendedero o para nada, pueden
contribuir con la seguridad alimentaria, la nutrición, el goce estético y
brindar buenas oportunidades de negocios.
El Programa Techo Verde, implementado por el doctor Fortunato Martín
Príncipe Laines, alcalde de Lince, enseña a los vecinos a usar hidroponía y
cultivar plantas comestible, como lechuga, tomate y apio.
Príncipe Laines comprendió que las ciudades del siglo XXI requieren
menos discursos y bastante más acción para encaminarlas por la senda del
desarrollo sostenible. Una azotea verde mejora definitivamente la calidad de
vida, purifica y reequilibra el ambiente y crea espacios productivos o de
recreación en contacto con la naturaleza y Lima necesita más verdor.
Martha Meier MQ.
Editora Central
El Comercio, 30 de diciembre de 2014
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