Abimael Guzmán, alias ‘Gonzalo’, es el criminal más grande de la
historia del Perú. Destiló odio contra nuestra tierra y la desangró. Es falso
que exista algo así como un “marxismo-leninismo-maoismo pensamiento Gonzalo”,
porque ese hombre jamás pensó y más bien desató un atroz genocidio contra la
población rural y quechua-hablante, contra mujeres, niños y hombres
analfabetos, contra los más pobres de los pobres.
Sus hordas carniceras masacraron a hijos delante de sus padres, violaron
a madres a la vista de sus esposos y de sus hijos, esclavizaron a los
Asháninka, embarazaron a las indígenas para someter y quebrar el espíritu
guerrero de esa población amazónica. Eso fue Sendero Luminoso (SL) y de esa
entraña podrida y antiperuana están hechos sus seguidores y quienes salen en
defensa de los supuestos derechos de quienes violaron todos los derechos de los
peruanos. SL convirtió a Ayacucho, Junín, Huancavelica y otras zonas andinas en
un gran mausoleo al aire libre. Sus víctimas fueron campesinos andinos (56 %),
quechuahablantes (75 %), pobres (68 %), y habitantes de zonas rurales (79%).
El presidente Ollanta Humala tendrá muchos defectos, pero fue un
valeroso soldado que puso el pecho para luchar contra esa lacra en la zona de
Madre Mía, y solo por eso merece el respeto y reconocimiento de todos los
peruanos, inclusive de quienes no comulgamos con su estilo de gobernar.
Entiendan jovencitos social confusos, indignados, y demás hierbas: mientras
ustedes jugaban con sus carritos y sus amiguitos, este presidente se fajaba en
el campo de batalla. ¿Saben para qué? Para protegerlos, y desarticular a los
terroristas; para que ustedes pudieran jugar tranquilitos e ir a comer helados
sin que una bomba los matara. Así que más respeto con el presidente y, hoy
especialmente, con su ministro del Interior Daniel Urresti.
Ayer Urresti irrumpió en una muestra “artística” de los senderistas, y
el tal Manuel Fajardo, abogado del cabecilla Abimael (e integrante de la secta
“Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales, Movadef”), vociferó
que el ministro del Interior violaba el derecho de expresión de los “presos
políticos”. ¿Ahhh? Los senderistas no son “presos políticos”, son simples
asesinos. Urresti le increpó a Fajardo que la muestra es una apología al
terrorismo. Los pinceles terroristas crearon sus cuadros con odio y no con
óleo.
Con Sendero intentando reagruparse vale la pena recordar que el hoy
preso ex presidente Alberto Fujimori, fue quien acabó con la lacra que ahora
pretende reconquistar el terreno. Fujimori acabó también con el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru, MRTA (huachafería criminal de inspiración cubana) y
tuvo la visión de cambiar la violenta estrategia antiterrorista de la década de
los 80, que puso las poblaciones más vulnerables entre dos fuegos: el de los
terroristas y el del Ejército. Esa estrategia errada comandada por generales
como ‘El Gaucho’ Cisneros Vizquerra, Salinas Sedó, entre otros, desató más
terror sobre el terror.
Guste o no, los militares y mandos policiales del Fujimorato, con sus acciones
de inteligencia, lograron lo que no se pudo en toda una década de pólvora y
sangre: capturar a los principales enemigos del país, decididos a dinamitarlo.
Por lo de ayer ¡Bravo Urresti!
Martha Meier MQ.
Editora Central
El Comercio, 27 de diciembre de 2014
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