Faltan horas apenas para que Susana Villarán de la Puente le entregue la
posta de la alcaldía a Luis Castañeda Lossio.
La gran mayoría de limeños y limeñas respiraremos aliviados, no porque
Castañeda vuelva sino por la partida de la primera mujer elegida por voto
popular como alcaldesa de la capital peruana. Si Castañeda barrió en las
ánforas, fue gracias a la pésima gestión de la saliente, siempre tan simpática,
innegablemente carismática, pero incapaz de reconocer su impericia para el
cargo.
Villarán de la Puente desoyó consejos, confió en la gente equivocada, se
alió con signados por el fracaso, convirtió el municipio en agencia de empleos
para sus allegados y anduvo por el camino equivocado, sin darse cuenta o sin
querer darse cuenta de ello.
¿Qué nos deja Susana? Una municipalidad en quiebra –según los
integrantes de la comisión de transferencia– con 1.550 millones de soles en
contingencia por deudas y costos de un exceso de seis mil trabajadores; un
déficit patrimonial en Emmsa, Emape, Pro Transporte e Invermet; una estela de
ineptitud; a la doctora Pilar Freitas (contra la que marcharon los propios
“susanistas” cuando fue propuesta como defensora del Pueblo); y a electores sin
ganas de repetir el plato de mujeres para liderar la capital.
Villarán de la Puente desoyó consejos, confió en la gente equivocada.(Archivo El Comercio) |
¿Fue Susana bien intencionada? Puede ser, pero la percepción es que
trató de construir una plataforma política para la izquierda pitucona de cara
al 2016. ¿Es Villarán un cadáver político? No, y seguramente la veremos
integrando alguna lista para el próximo Congreso. Esto, pese a que en su
despedida afirmó que no participará en otra elección.
Ahora bien, recordemos la relatividad de los ¡no! de Villarán. Dijo que
“definitivamente ¡no!” postularía a la reelección, pero ese “no” mutó en “sí” y
se lanzó a la piscina vacía, sabiendo que la mayoría de limeños no votaría por
ella. Enfrentó una masiva derrota en las urnas: quedó tercera, a 40 puntos de
distancia de Castañeda.
Ayer Villarán hizo un balance de su gestión y no hubo autocrítica (era
de esperarse). Dijo que dejaba 165 obras en marcha (¿?) y que se va “con los
bolsillos vacíos” (esperamos que haya cancelado ya su irregular préstamo a la
Caja Municipal). “Es posible gobernar con las manos limpias y la frente en
alto”, añadió. Y con eso demostró, una vez más, que no entiende que gobernar es
sinónimo de trabajar arduamente y dar buenos resultados, y que en todo esto
poco interesa la posición de la frente.
Su tarea era resolver al menos uno de los problemas de Lima y no la
cumplió. Eso de las “manos limpias” suena bonito, pero no encaja con quien por
cuatro años cobró un sueldo para realizar un trabajo que no satisfizo a los
supuestos beneficiarios, es decir a los capitalinos.
“Allá los ciegos que no quieren ver los logros de mi gestión”, dijo
Susy, condenando a las tinieblas a ese casi 90% de vecinos que no votamos por
ella. En fin.
Contratos
Desencuentros en la renovación
— La Municipalidad de Lima renovó contratos de un número no especificado
de trabajadores bajo la modalidad CAS, pese a que la gestión entrante solicitó
no hacerlo. El municipio argumentó que el personal al que se ha renovado
contrato da servicios indispensables para la ciudad.
Pendiente
Las obras inconclusas que deja Villarán
—El puente Bella Unión en San Martín de Porres, las obras paralizadas en
la Costa Verde y el túnel Santa Rosa, que unirá San Juan de Lurigancho con el
Centro de Lima, son parte de la agenda pendiente que deberá enfrentar Castañeda
Lossio.
Martha Meier MQ.
Editora Central
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/chau-susy-martha-meier-miro-quesada-noticia-1781936
Lima, 31 de diciembre de 2014
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