sábado, noviembre 10, 2012

Y el jaguar se quedó quieto

El alemán Alexander von Humboldt fue geógrafo, mineralogista, naturalista, botánico y notable explorador. Simón Bolívar lo consideraba el "descubridor científico" del nuevo continente

Hace 153 años, un venerable y sabio anciano de 90 años cerraba los ojos en su casa de la calle Oranienburger, número 67, en Berlín, para convertirse en un símbolo que ha sobrevivido al paso del tiempo. Alexander von Humboldt debiera ser hoy una referencia ineludible para los dirigentes de las naciones de nuestra región. El explorador y científico alemán compiló informaciones y las reelaboró dentro de un marco teórico nuevo, enfatizando la comparación para darle nuevo sentido y significado a los datos. Su caudalosa obra científica incluyó aspectos económicos, crítica social, reflexiones históricas, políticas y morales. Observó las condiciones sociales y la esclavitud con una mirada opuesta a la de las oligarquías regionales de su tiempo.


PENSAMIENTO UNIVERSAL
Desde joven abrazó los principios revolucionarios de "libertad, igualdad y fraternidad". Presentó al joven Simón Bolívar ante los círculos intelectuales europeos (cinco cartas muestran su amistad y mutua admiración). Fue amigo de Thomas Jefferson y de otros políticos que encarnaban los ideales democráticos; repudió la esclavitud y abogó por la igualdad de las razas y uno de sus tratados fue base de la primera Constitución mexicana. Fue un promotor incansable de la creación artística, cercano a Schiller, a Goethe y a Rugendas, el "cronista pintor". Su sensibilidad lo llevó aborrecer el maltrato a los animales. Profesó un pensamiento universal e integrador que sigue causando admiración.

EN LOS MAPAS
Ningún nombre aparece más en los mapas de la Tierra que el suyo. Más de mil sitios y un cráter en la luna han sido bautizados en memoria de quien para el libertador Simón Bolívar hizo "más bienes a la América que todos sus conquistadores". Desde la Antártida hasta la China, del Perú a Groenlandia, en Nueva Guinea o Venezuela: ríos, reservas naturales, cuevas, montañas, lagos, pueblos, calles y escuelas, así como variedad de plantas y animales se llaman como él. Hoy, la monumental obra humboldtiana sigue siendo motivo de admiración por su mensaje humanista e integrador. Fue un adelantado y comprendió la naturaleza como "la unidad en la diversidad de los fenómenos [...] el Todo animado por un soplo de vida".

SABIDURÍA
Alexander von Humboldt murió un 6 de mayo -como hoy- de 1859 y, para entonces, ya se lo consideraba padre de la geografía moderna. Recorrió la América hispana y vio el mar del sur de los relatos de Balboa que lo cautivaron desde niño, ríos inmensos, lagunas rodeadas de mitos, gentes de culturas distintas y voces extrañas, árboles de copas inmensas, aves aún por nombrarse; y todo lo detalló, analizó, describió y dibujó en sus libretas de viaje. En sus últimos momentos, revivió, sin duda, aquel 5 de junio de 1799, cuando en la goleta Pizarro partió desde el puerto de La Coruña, España, hacia América. Esa travesía fue la base de su monumental "Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente" e influyó radicalmente en su pensamiento y obras posteriores, así como en los intelectuales y literatos de la época. Su propia pluma era refinada, y se disfruta en su descripción del samán de Güere, el gran árbol a la salida del pueblo de Turmero que "se presenta en el horizonte como un terromontero redondeado, como un tumulus cubierto de vegetación. No es una colina ni un grupo de árboles muy juntos, sino un solo árbol, el famoso samán de Güere, conocido en toda la provincia por la enorme extensión de sus ramas".

VISIONARIO
Humboldt fue explorador y científico experto en botánica, astronomía, química, mineralogía y anatomía. Para Bolívar fue el "descubridor científico de América": descubrió la corriente fría del Pacífico, las cuevas de Caripe en Venezuela y el ave guácharo; en nuestra selva norte, observó la piel de un mono choro de cola amarilla, especie desconocida hasta entonces, y vislumbró la importancia de expandir en la Amazonía los bosques de la Bertholletia excelsa, cuyo fruto, la "almendra del Perú", castaña, nuez del Brasil o juvia, era ya altamente cotizado. Hace más de dos siglos, comprendió el valor de la especie para el desarrollo económico y consideró fundamental expandirla a otros puntos de la selva. Esto lo convierte en un visionario del aprovechamiento sostenible de los recursos amazónicos y del uso de las especies nativas como base del desarrollo económico: se adelantó a las propuestas del siglo XX. Ya hace dos siglos, criticó inclusive el esquema de monocultivo de caña de azúcar implantado en Cuba. Estaba convencido de que el porvenir de nuestro continente dependía del adecuado uso de los recursos naturales.

EL ROL DE LA GENTE
Humboldt hizo "votos por la grandeza de los pueblos de la América y, por el afianzamiento de una sabia libertad". Prestó especial atención al carácter de las gentes y escribió líneas que deben llamarnos a reflexión: "En Lima misma no he aprendido nada del Perú [...] Lima está más separada del Perú que Londres [...] Un egoísmo frío gobierna a todos, y lo que no sufre uno mismo no da cuidado al otro".

PLUMA
Humboldt fue un notable escritor: hoy los estudiosos de su obra prestan atención a su estilo literario. La crítica considera que influyó en los creadores de todas las épocas. En un coloquio realizado en Alemania hace algunos años, Christiane Laffite mostró con los diarios de viaje cómo Humboldt articuló su sensibilidad artística con la observación científica; y las estudiosas Jeannine Potelet y Olga Caro ahondaron en las relaciones históricas y los espacios de novela usando relatos de narradores que miran los paisajes a través de la obra de Humboldt, como es el caso de Alejo Carpentier. Humboldt deja patente su vena literaria cuando se encuentra con un jaguar. En "Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente" escribe: "aglomeradas en la arena, descubrí las huellas de un tigre. El animal se había ido hacia la selva; y, en el momento en que dirigí la vista a ese lado, me encontré a 80 pasos de distancia de un jaguar echado bajo el espeso follaje de una ceiba. Nunca me había parecido tan grande tigre alguno. Yo estuve muy asustado, y no obstante dueño de mí mismo. Continué caminando sin correr, evité agitar los brazos y creí ver que el jaguar ponía toda su atención en una manada de chigüires que atravesaba el río. El jaguar se había quedado quieto".

El Dominical, 06 de mayo de 2012


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