sábado, noviembre 10, 2012

Desde siempre, una misma preocupación...

EL COMERCIO 172 AÑOS

Por el Día de la Tierra, reproducimos un artículo publicado en El Comercio* en el cual se vislumbra que, desde hace varios siglos, la preocupación por la preservación de la vida ya era un tema importante.



Los temas ecológicos, la problemática ambiental, la degradación de la flora, de la fauna y todas las riquezas naturales son asuntos que cada día, con más fuerza, irrumpen en nuestra conciencia y en nuestros, otrora inviolables, hogares. A estas alturas nadie puede permanecer neutral. La noticia "verde" es imparable. Ingresa a nuestras salas, a nuestros comedores y dormitorios, aunque las puertas y ventanas estén cerradas.

Comentario de primera plana, tema cotidiano de conversación, siempre logra "filtrarse" en los medios de comunicación aunque muchos pretendan mover sus corruptos "hilos, en la vana ilusión de tapar el sol con un dedo.
La magia de la televisión nos transporta al lugar mismo de los hechos. La información cruza el espacio en cuestión de segundos gracias a las ondas de radio. Las nuevas tecnologías de comunicación favorecen a la diseminación del tema. La preocupación ambiental crece. ¿Un asunto de nuestro tiempo? ¡Falso!
En todas las épocas, en todas las culturas, voces fuertes se levantaron tratando de llamar a la cordura. La conciencia ambiental para nada es asunto nuevo. Quizá la única diferencia actual es que hoy la raza humana ¡sí! cuenta con las herramientas que harían posible el ansiado cambio de rumbo...
"Nuestro país comparado con lo que era, se asemeja a un cuerpo consumido por la enfermedad; todo lo que había de tierra grasa y fecunda ha desaparecido y no nos queda más que un cuerpo descarnado...". La imagen nos describe "al pelito" el lúgubre paraje de varios rincones del globo. Bien podría ser el literal retrato de nuestra deforestada selva alta o quizá la sierra central, degradada por la minería, asfixiada por los humos de las fundiciones, envenenada por los relaves.
¿No será acaso una descripción de algún rincón del continente africano, como Etiopía, tras la sequía? ¡Nada de eso! Quién piense que estas líneas pertenecen a una pluma contemporánea sé... ¡equivoca!
El comentario data de varios siglos antes de Cristo. ¿Su autor? Pues nada más y nada menos que al filósofo griego Aristócles, más conocido como... ¡Platón!

BATALLA SIN CUARTEL
"Cada generación tiene que luchar de nuevo con los saqueadores, con la tendencia a utilizar los recursos públicos en beneficio propio y con la inclinación a preferir las ganancias a corto plazo a las necesidades a largo plazo". Tan lúcida sentencia pertenece al recordado presidente norteamericano John F. Kennedy, uno de los más brillantes políticos de este convulsionado siglo. Son palabras que nos ayudan a comprender una gran verdad. Dice acertadamente J.F.K.: "Cada generación tiene que luchar de nuevo...". Y es que en todas las épocas existieron los mismos "saqueadores", voraces depredadores de las riquezas naturales que no piensan en el bien común, y menos en las siguientes generaciones.
En todas las épocas, también, hubo quienes batallaron por cambiar el rumbo.
Decir que la conciencia y preocupación "ecológicas" es asunto de las últimas décadas es pecar de ignorancia y hacerle un favor a la rapacidad, al desarrollo mal enfocado y al progreso mal entendido. Un breve periplo por los anales de la prensa peruana y mundial nos ayuda, también, a comprender cómo la temática ambiental no ha sido algo ajeno. En "El Comercio", por ejemplo, aparecían notas sobre esta problemática casi desde sus inicios. La situación de los menos favorecidos, la basura, la explotación inadecuada del guano, los humos de las fábricas, fueron una constante.

GOBERNAR EN "VERDE"
En la histórica "Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano", más conocida como "Conferencia de Estocolmo" (5 al 16 de junio de 1972) una mujer menuda, ataviada con un típico "sari", con pausada y firme voz recordó a los lideres y representantes oficiales la responsabilidad que les competía frente a la crisis ecológica.
Indira Gandhi refirió que, desde siglos lejanos, un buen gobernante de su país reconocía la necesidad de velar también por la flora y fauna, importante patrimonio de los pueblos. Dijo la Gandhi: "A través de toda la India, edictos grabados en roca nos recuerdan que hace 22 siglos el emperador Asoka definió como deber del rey no sólo el de proteger a los ciudadanos y castigar a los infractores de la ley, sino también el de preservar la vida de los animales y de los árboles de la floresta".
El poderoso emperador Asoka -que reinó de... ¡273 a 232 a.C.!- fue, sin duda, un avanzado y lúcido político. Ya en nuestra era tenemos que, en el siglo XIII se toman en Europa las primeras medidas conservacionistas y, a saber, para 1576 el príncipe de Orange y Holanda dispuso conservar a perpetuidad el bosque de la Haya.

EL BIEN COMUN
"La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y el Estado". Así reza el primerísimo artículo de la Constitución Política, actualmente vigente en nuestro país. Se trata, pues, de alcanzar aquello que se ha dado en llamar el "Bien Común", aquel "Bonum Comune" sobre el que especulaba filosóficamente Santo Tomás de Aquino (1225-74). Un ideal que viene de mucho más atrás.
En estos tiempos de individualismos rapaces vale la pena recordar que él "Bien Común" se refiere, también, a los aspectos ecológicos y ambientales. El bien de todas las personas y su seguridad depende, fundamentalmente, del medio que nos sustenta como bien lo entienden hoy los economistas.
En 1992 Andrew Steer, especialista británico vinculado al Banco Mundial, formuló una tesis interesante: "Los encargados de la formulación de políticas de desarrollo reconocen cada día más, que el no tomar en cuenta los costos del deterioro ambiental, es una actitud que resultará ineficiente, y en muchos casos ineficaz, para aumentar los ingresos y el bienestar de la población".

LA UNICA RAZON...
Pero vayamos atrás en el tiempo... Varios siglos antes que Santo Tomás de Aquino -conocido como el Doctor Angélico- reflexionara sobre el "Bien Común", en tiempos del filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) se consideraba a éste: el fin mayor y último que trata de alcanzar el Estado, con su actividad política. Como quien dice...¡la única razón de un gobierno!
Es interesante conocer, por ejemplo, que ya varios años antes el célebre Platón (428-348 a.C.) ya había afirmado: "Quien ensucia el agua debe limpiarla". Los dos griegos nos han dejado un mensaje imperecedero y nos demuestran cómo la conciencia ambiental, una expresión más del espíritu solidario, surgió antaño. Siglos antes de Cristo, Aristóteles nos habló del ineludible compromiso que tenemos como parte de una colectividad, y Platón dejó claramente establecido que nadie tiene derecho a degradar un bien que es de todos. Este principio platónico se ha transformado en la célebre premisa contemporánea: "el que contamina paga", o "impuesto a la contaminación". Actualmente, en la mayoría de naciones del globo se parte de esta idea. Así, el "empresario depredador" debe pagar una suerte de "multa a la cochinada". Se apunta a que se busquen alternativas y se tomen mayores precauciones.

LA PATRIA Y LA VIDA
En nuestro país la conciencia ambiental data de tiempos pre-hispánicos.
En la presentación de "Parques Nacionales del Perú", del maestro cutervino Don Salomón Vilchez Murga, el recordado conservacionista Felipe Benavides escribió: "En nuestra América la tradición proteccionista arranca desde la época prehispánica, específicamente en el seno de la civilización Quechua del antiguo Perú. Los Incas, según Garcilaso de la Vega, vislumbraron la necesidad de amparar la avifauna costera, prohibiendo bajo pena capital perturbar las aves guaneras en la época de cría. Y en igual forma radical se procedió en favor de la bella, aristocrática y utilísma vicuña".
Los incas fueron en esencia grandes conservacionistas. Su óptimo aprovechamiento del medio les permitió desarrollar una floreciente civilización y mantener, bien alimentada, a una creciente población

(*) El Comercio, 5 de abril de 1995

El Dominical, 22 de abril de 2012



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