miércoles, febrero 29, 2012

El señor Scrooge y nuestra gran transformación



UN CUENTO DE NAVIDAD

Ebenezer Scrooge representa a una sociedad y un ser humano aborrecibles, pero también la posibilidad de decidir, de cambiar para mejor. Nació de la pluma del británico Charles Dickens (1812-1870), el gran cronista social de la era victoriana que hizo de la literatura una hermosa herramienta de denuncia y de la ficción la vía para sensibilizar a la opinión pública y propiciar grandes cambios. Fue el 19 de diciembre de 1843 que la editorial Chapman Hill publicó "Un cuento de Navidad" -novela corta, de 80 páginas- en la que Dickens narra la gran transformación espiritual del avaro y egoísta Scrooge, cuya vida gira alrededor del trabajo, los negocios y las ansias de acumular dinero. Un cascarrabias que aborrece la Navidad y a quien no le interesa lo que sienten o pasan los demás, incluido su leal empleado Bob Cratchit. El libro conoció el éxito rápido, dio la vuelta al mundo y revivió la celebración del espíritu navideño británico (es además la obra literaria más veces adaptada al cine). Dickens se inspiró en la decadencia de la Gran Bretaña de la revolución industrial, cuando se explotaba laboralmente a los niños, se los prostituía y utilizaba como mendigos. Esta y otras historias del escritor muestran la cara más oscura del 'progreso', esa cara que nos persigue hasta hoy y se muestra en los conflictos socioambientales que asolan nuestro país.

La autodestrucción e incapacidad de entrega de Scrooge se origina en una serie de pérdidas: su madre murió en el parto, su padre lo abandonó y él mismo decidió alejarse de su gran amor para aislarse, trabajar y evitar estrechar lazos afectivos. Para el doctor Stephen Diamond, su "cinismo, amargura y postura defensiva están impulsados por ira subyacente, furia y una severa herida narcisista. En términos Jungianos podemos decir que su yo inconsciente empieza a hablarle esa fría y solitaria noche navideña a través de sus sueños". Y es que el viejo cascarrabias recibe la 'visita' del fantasma de su socio Jacob Marley quien le cuenta cómo su avaricia se transformó en una pesada cadena que arrastrará eternamente y le comenta que cuando él muera llevará una cadena peor, pues sus maldades han sido mayores. El fantasma le dice que tiene una oportunidad si escucha a los tres espíritus navideños que lo visitarán: Pasado, Presente y Futuro. El sueño lo transforma en el hombre alegre y generoso que siempre debió ser. Pasado, presente y futuro es lo que debemos mirar para ver si andamos por el camino correcto, lo que deben analizar nuestras autoridades por la gran transformación del Estado avaro al generoso. Pasado, presente y futuro, para cerrar heridas y hacer de nuestro un país uno solo, no un paralelismo de realidades que no se tocan, entrelazan ni procuran entenderse.


El Comercio, 24 de diciembre de 2011

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