Las empresas que extraen petróleo han generado
profundas crisis ecológicas, pero hoy muchas son aliadas de la conservación.
Las empresas petroleras privadas están dejando
atrás su mala reputación y hoy apuestan por la sostenibilidad, la recuperación
de los ecosistemas y el apoyo a las poblaciones de sus zonas de influencia.
En la Amazonía peruana el bienestar de la
naturaleza y el mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades
nativas y rurales se apoyan en programas de esas empresas.
Donde el Estado no llega o no sabe qué hacer, los
privados dan atención en salud, educación, emprendimientos productivos,
reforestación e infraestructura.
Buen ejemplo son tres petroleras que operan en la
región Loreto: Pluspetrol Norte (PPN), Repsol y Perenco. PPN ha invertido 500
millones de dólares en una tecnología de reinyección de la contaminante “agua
de producción” para evitar que este termine en los ríos y quebradas (como
ocurría en el pasado). En el caso de Repsol, en el 2012 fue reconocida como la
energética con mejor desempeño ambiental, según el ránking de la revista
“Newsweek”. Y la inglesa Perenco brinda un eficiente servicio de salud. Esto no
es pose, es una visión renovada de la relación con el entorno y del respeto a
la población.
Inclusión
Pluspetrol Norte tiene programas productivos para
incluir a las mujeres nativas de nueve comunidades en la instalación y manejo
de viveros de maderas finas para reforestación. Son 23 las encargadas y sus
ingresos pasan los S/.1.400 mensuales.
Salud
Cuando en el 2008 Perenco se hizo cargo del lote
67, un estudio socioambiental arrojó la precaria atención de salud en las 96
comunidades de la zona. Coordinó con la Marina de Guerra y la región Loreto
para implementar el plan de salud y financió la refacción y potenciación de un
buque tópico de la Marina: desde el 2009 surca los ríos brindando atención. El
acercamiento a la población permite que Reniec y el Banco de la Nación atiendan
a bordo.
Remediación
El lote 192 (antes 1AB) que produce cerca del 18%
del petróleo peruano fue explotado en los 70 por la Occidental Petroleum. Esa
empresa dejó grandes pasivos ambientales no inventariados. Hoy, operado por
PPN, la mayoría de los 91 pasivos han sido remediados con una inversión de
U$100 millones.
Empleo
Solo entre 1999 y el 2004 Repsol le dio trabajo a
más de 2.000 personas, el 70% eran nativos de la zona de influencia.
Pese a todo, las petroleras privadas deben
enfrentar a radicales que generan climas de conflictividad social; son
señaladas como responsables de los pasivos ambientales de empresas antecesoras
y están expuestas a cambios repentinos en las reglas de juego del Gobierno.
Estado empresario
De mal en peor
Cuando una empresa petrolera privada asume un
proyecto de remediación ambiental o de exploración, es el privado que invierte
y gasta. Lo mismo que cuando es multada por alguna infracción ambiental. Pero
cuando el Estado es empresario, todos los peruanos pagamos los platos rotos, la
burocracia, los errores de personas a las que no hemos elegido para que nos
representen, amén de las argollas de corrupción que se gestan (casos de
Petrobras y PDVSA).
El Gobierno está mandando señales de querer ser un
competidor más en el rubro. El Perú no está para repetir los errores del
pasado. Durante el velascato y siguientes (hasta las reformas de los años 90)
el Estado fue empresario petrolero. Y lo hizo muy mal, como lo hace Petro-Perú
ahora que explota un lote, contamina con sus derrames, usa tecnología obsoleta
y contrata a menores de edad para labores de remediación. Bien haría la estatal
en reducirse, no entrar a manosear el mercado y, de paso, vender ese edificio
monumental en una de las zonas más caras de San Isidro.
Martha Meier MQ.
Editora Central
El Comercio, 27 de enero de 2015
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